sábado, 29 de agosto de 2009

Una moneda

Había subido al servicio de reprografía de la biblioteca, a que me plastificaran el carnet, y para pagar los 70 céntimos que valía el trabajo saqué las monedas que tenía en el bolsillo y al tomar una que supuestamente era de 50 céntimos, resultó ser una moneda nepalí. Ignoro cómo pudo llegar a mi bolsillo.
Si yo fuera un novelista, ahora podría idear una trama en la que un virus, originado en alguna zona poco accesible del Nepal, viajara unido a la moneda. La humanidad, al proceder el virus de un lugar recóndito, carecería de defensas contra él. Por otra parte, cuando fuera a ser detectado, ya habría infectado a un gran número de personas, por lo que sería muy difícil de detener.
Resulta que no soy novelista y, además, he manoseado una y otra vez la moneda, sin temor de ningún tipo. El hecho de no sea novelista no significa que no tenga imaginación, o capacidad de relacionar una cosas con otras. En realidad, la moneda me ha llevado a pensar en Teresa. En aquellos lejanos tiempos en que la veía continuamente, porque frecuentábamos los mismos sitios, yo era viejo para ella. Ahora somos de la misma edad, o parecida, pero vive a más de 300 km de Valencia. Es decir, nuestro trato se produce por teléfono y por correo electrónico, aunque en ninguna de las dos modalidades es muy frecuente. Pero esa no muy frecuente relación sí da para saber que el destino de sus vacaciones de este año es Nepal, lugar que le interesa desde hace mucho.
He aquí que una moneda que estaba en un lugar inadecuado me ha llevado a pensar en la persona adecuada. Teresa, en sus buenos tiempos, era una versión mejorada de Rita Pavone. Ya hubiera querido tener la italiana el ritmo, la gracia y el salero de Teresa. Además, lo de supercalifragilisticoespialidoso le salía mucho mejor. La moneda ha pasado de mi bolsillo a mi cajón, de modo que, sin que me lo haya dado ella, ya tengo un recuerdo suyo.




viernes, 21 de agosto de 2009

Golpe de estado en Honduras

Ahora resulta que el gobierno golpista rompe relaciones diplomáticas con Argentina. Eso sí que es divertido... pero... ¿no era que los gobiernos democráticos de América (reunidos en la ONU), no mantienen relaciones diplomáticas con ningún gobierno de facto?
Lo que no es para nada divertido son las violaciones a los derechos de los ciudadanos hondureños que cada día cometen los militares y la policía hondureños. En este momento, hay una delegación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que investiga las incontables denuncias que se han presentado. Habrá que esperar el resultado de esa investigación. No extraña que el presidente de facto, Micheletti, haya manifestado tener "reservas" sobre la presencia de esa delegación en su país... ¿le tendrá miedo al impacto que pueda tener el informe que rindan luego de las investigaciones?
A los ciudadanos comunes y corrientes no nos queda más que esperar y, de vez en cuando, hacer oír nuestras voces llamando la atención sobre los crímenes que se cometen en Honduras. Serán nuestros representantes quienes deberán asumir una actitud más firme contra el gobierno golpista que vaya más allá de los discursos diplomáticos; actitudes que conduzcan al retorno del orden constitucional.
No se puede decir que se defienden los valores democráticos, si se mantienen relaciones políticas, comerciales e, incluso, militares, con ese país. La palabra la tienen los gobernantes, sobre todo el presidente de los Estados Unidos, quien hasta ahora no ha demostrado con acciones la verdad de su discurso en la toma del poder.

lunes, 17 de agosto de 2009

Así se burla el ojo de Google

Creado por dos profesores de la Universidad de Nueva York, un programa permite camuflar las verdaderas búsquedas de los usuarios en un infinito zumbido de términos falsos

La sombra. Un hombre pasa frente al célebre símbolo multicolor del gigante tecnológico en Dusseldorf.  Foto: AP / RENE TILLMANN

JUAN RUIZ SIERRA
MADRID

Google conserva durante nueve meses todo lo que ha buscado cualquier internauta. La compañía asegura que lo hace para personalizar su servicio al usuario, tanto en los resultados que ofrece como en los anuncios que inserta en su página, y no hay por qué dudar de que este sea el principal motivo de su política. Sin embargo, la posibilidad de que toda esa información pueda ser utilizada para fines bastante siniestros, como para que un gobierno, cualquier gobierno, vigile a sus ciudadanos, provoca cada vez más nerviosismo. Al fin y al cabo, es posible realizar un retrato íntimo de una persona solo con los términos que ha consultado en la red: allí están volcadas sus dudas, certezas, obsesiones, filias, fobias, debilidades o angustias. Uno es lo que busca. Y si uno es algo paranoico, tiene complejo de persecución, o tan solo siente una leve inquietud por todo lo que una compañía puede llegar a saber sobre él, entonces quizá ahora mismo la mejor manera de burlar el poderoso ojo de Google o cualquier otro buscador se llame TrackMeNot.

TrackMeNot es un programa que enmascara las verdaderas búsquedas de un internauta dentro de una avalancha de falsas búsquedas. Tras ser instalada (solo funciona con el navegador Firefox), la herramienta se comporta como si fuese una insaciable adicta a los buscadores: consulta un término tras otro, todos escogidos de modo arbitrario de una lista que se actualiza constantemente, de forma que el auténtico perfil de quien se la ha instalado queda camuflado por el infinito zumbido del programa. Es imposible saber qué consultas han sido realizadas por TrackMeNot (nombre que en castellano significaría no me rastrees) y qué consultas pertenecen al usuario.

En la práctica y en la política

«El software puede ser práctico y político», explica Helen Nissenbaum, cocreadora del programa junto a Daniel Howe. Nissenbaum y Howe no son hackers, ni trabajadores de alguna empresa de la industria pornográfica que quiera garantizar el anonimato a sus clientes, ni personas que le tengan especial inquina a los motores de búsqueda. Nissenbaum y Howe son profesores de la Universidad de Nueva York.

Diseñaron el programa a mediados del 2006 (desde entonces ha sido descargado unas 600.000 veces), tras leer varios artículos inquietantes en diarios norteamericanos. Artículos que hablaban de cómo el Gobierno de Estados Unidos presionaba a Google para que le informara de lo que habían buscado sus usuarios durante una semana. Artículos que denunciaban que la compañía AOL había publicado las búsquedas de sus usuarios, identificando a cada uno de estos con un número, y ahora resultaba sencillo saber el nombre, los apellidos, la edad y la dirección de algunos a través de una sencilla investigación: el New York Times no necesitó mucho tiempo para averiguar que el internauta detrás del guarismo 4417749, que buscaba términos como «jardineros en Lilburn» o personas que se apellidaban Arnold era, en realidad, Thelma Arnold una viuda de 62 años que vivía en Lilburn, pueblo del estado de Georgia.
«Creemos que las búsquedas en internet configuran una zona en la que las personas deben sentirse libres de actuar sin ningún tipo de escrutinio —explica Helen Nissenbaum desde Nueva York—. Sin embargo, debido a que aquí los intereses de los gobiernos y las compañías no son los mismos que los intereses de los ciudadanos, pensamos que sería muy útil encontrar una forma para que estos pudiesen tomar cartas en el asunto, defender sus intereses en lugar de confiar en otros. Por lo tanto, TrackMeNot tenía que ser sencillo de utilizar y no consumir demasiados recursos». Cualquiera que se lo haya instalado sabrá que el programa cumple ambos requisitos.

¿Herramienta antisocial?

Hay quienes dicen que TrackMeNot es contrario al interés general. Sostienen, por ejemplo, que los epidemiólogos, en un momento de pandemia gripal como este, utilizan los datos de las búsquedas en internet para conocer la extensión de la enfermedad; o que el programa supone una estupenda ayuda para que terroristas o paidófilos lleven a cabo sus planes sin ser detectados. «Sí, podría argumentarse que la herramienta hace la vida más sencilla para lo que llamamos actividades antisociales —admite Nissenbaum—. Pero también cabe decir lo mismo de las libertades de expresión y asociación consagradas en las leyes de Estados Unidos. En todo caso, si alguien es sospechoso de terrorismo o paidofilia, las autoridades pueden vigilar legalmente sus comunicaciones. Es poco probable que el programa suponga ninguna protección en este caso. El programa protege contra la vigilancia sistemática de poblaciones enteras, pero no interfiere con la legítima investigación a particulares sobre los que tenemos buenas razones para desconfiar».

Nissembaum dice que preferiría «un mundo en el que TrackMeNot no fuese necesario».

domingo, 9 de agosto de 2009

La mente y la vida [2]

Esta entrada sucede a la anterior con el mismo título la cual está disponible aquí [enlace]. En la primera entrega se explicó la importancia del pensamiento en la vida en general y en la salud en particular y cómo aplicarlo en la vida real.

Esta entrada tiene un doble propósito: recordar la primera entrega, y dejar un testimonio audiovisual de lo que es posible lograr.


Vídeo 1: DR BONICA-VARICOSE VEINS-7



Vídeo 2: A dog without chemicals (un perro sin medicamentos)



Vídeo 3: Hernia



Vídeo 4: Noesiteriapia y maternidad




Vídeo 5: Noesiterapia y cirugía con analgesia psicológica (1)





Vídeo 6: Noesiterapia y cirugía con analgesia psicológica (2)



Vídeo 7: Anestesia Psicológica Dr. Escudero



Termino esta entrada con una invitación: sigue hasta lograrlo.

Entradas relacionadas:
  • ``La mente y la vida´´ [enlace].
  • ``El Enfoque´´ [enlace].
  • ``Enseñanzas de la Unidad de Patanjali´´ [enlace].