miércoles, 29 de diciembre de 2010

Tiempos banales

Al margen de la actuación de los financieros ciegos de codicia y de los políticos que no se enteran, quizá porque no les conviene, la crisis en la que nos encontramos se ha podido gestar gracias a la banalidad de los tiempos en que vivimos. No hay más que ver los reclamos que usan los medios para atraer visitas, qué programas son los que triunfan en la televisión y a qué tipos de cirugía recurren quienes quieren estar en el candelero de la opinión pública para comprender esto.
Paralelamente a esto, se ha puesto de moda la palabra empatía, pero ésta acaso sea incompatible con el reduccionismo al que se somete a la persona al considerar únicamente su aspecto físico. Esta actitud es lo mismo que darle una patada a Juana de Valois, o a las personas cuya situación sea equiparable. No basta con hablar de empatía pues para tenerla, sino que habría que mantener una actitud que fuera compatible con ella. Ahora bien, si lo que se tiene es empatía con una persona o con determinadas personas en ciertas situaciones, habrá que explicar esto cuando se presuma de este atributo humano. Menos banal sería nuestro mundo si hubiera tanta empatía como se quiere hacer creer por parte de muchos.
Ocurre a menudo que a la gente no le interesa que las cosas sean de cierto modo, sino que lo parezcan. Salvadas las apariencias, el problema se da por resuelto. Es lo más práctico y barato, por lo que suele convenir tanto a la persona que lleva cabo la mascarada como a los espectadores para los que está destinada. Hacer que las cosas sean lo que parecen no sólo requiere de un gran esfuerzo por parte del actor, sino que al mismo tiempo incomoda a quienes lo ven, que suelen llevar a cabo sus propias obras de ficción y, por tanto, lo auténtico les produce incomodidad.

domingo, 26 de diciembre de 2010

Es Navidad para mí


Sí, es Navidad.

En diciembre no debería ocurrir nada. Debería ser un mes un mes de tregua para el mundo, un mes de: "aquí no pasa nada". Nadie debería morirse, ni enfermarse, ni ser víctima de alguna cosa mala, o fea o triste. Debería ser un mes en que nuestras vidas continuaran sin variación, sin dolores, sin pérdidas, pero la vida es la vida y como la conocemos nos trae sorpresas que muchas veces no esperamos.

Por ejemplo, yo no puedo evitar recordar que perdí a mi madre un 27 de diciembre. Estoy segura de que ella quería irse días antes, pero por no dejarle un mal recuerdo a mi querido padre, quien cumplía años aquel 25 de diciembre de 2000, se nos fue dos días después.


No creo que haya habido nada más doloroso que su partida. Cuando ella se fue, a mis hermanos y a mí se nos fue uno de los momentos más importantes de nuestras vidas: la Fiesta de Navidad. ¿Vieron que escribí "fiesta" con mayúsculas? Es que así era cada Navidad para nosotros, los O'Connor Podestá. Todo, todo, gracias a ella, que hacía magia para que todos seamos felices y para que mi padre, el dueño del "santo" sea doblemente feliz. Ella era quien hacía que los fuegos artificiales sean más lindos e iluminados, que los cohetones dejen de parecer armas letales, quien dejaba que mis hijos, mi esposo, mis hermanos, mis sobrinos, prendieran lo que les ocurriera en el jardín o en el muro de la casa, sabiendo que al día siguiente tendría que volver a pintarlo porque quedaría negro por la pólvora que explosionaba en medio de la algarabía de toda la familia.


Así era mi madre, la "reina de la Navidad", quien nos regalaba todos los regalos que podía a cada uno de los cinco hermanos, siempre en memoria de mi abuelo Juan, a quien nunca conocí porque yo nací "de yapa", luego de nueve años de haber "cerrado la fábrica" de cuatro hermanos anteriores, y ella era por entonces, allá por el 61, una mujer de 44 años que le dejó una herencia feliz de amor y unión familiar que hoy trato de conservar para mí y mis seres queridos.


Mis Navidades fueron lo mejor que me ocurrió en la vida y así como las viví se las he transmitido a los míos. Ayer mi hijo me dijo: "¿sabes, mamá? Siento pena por aquellos momentos que viví y no volverán". Sinceramente, no supe qué responderle porque la navidad sin ella ya no es Navidad.


Hoy solo puedo decirles que tengo el orgullo de ser hija de quien fue Aída Podestá de O'Connor, quien me hizo la vida feliz, leve y ligera de equipaje, tal como me gusta ser, sin tonterías ni veleidades, simplemente un ser humano como cualquier otro, con sensibilidad, caprichos, tonterías y humanidad. Permitió que pudiera desarrollar mi personalidad: buena, mala o fea pero consciente, lo que resume mi vida hasta hoy, con todos mis defectos y virtudes.


Gracias mamá, gracias "Mamía", por ser quien soy.


¡Feliz Navidad a todos!


Sol O'Connor.

jueves, 16 de diciembre de 2010

Homenaje a la Generación del 27

Los días 16 y 17 de diciembre se conmemora el aniversario del acto fundacional de la Generación del 27, uno de los grupos poéticos más importantes de la literatura española. En aquellos días, se dieron cita algunos de los autores más destacados de esta generación en el Ateneo de Sevilla para homenajear a otro gran poeta clásico: Luis de Góngora.
Como homenaje particular, aquí os dejo una visión muy personal de un poema de Pedro Salinas:


lunes, 13 de diciembre de 2010

Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010

Creo que esta es una excelente oportunidad para retornar a mi blog, al que he abandonado desde hace algunos meses, pero he despertado dada mi afición y amor absoluto a las Letras, pues Mario Vargas Llosa ha sido elegido Premio Nobel de Literatura 2010 y él merece que haga mi mejor esfuerzo para empezar a volver a escribir mis historias, esta vez, personales. Espero tener la constancia y su ejemplo para continuar en esta brega.

Es cierto que yo he sido una de tantas críticas terribles y silentes de Mario porque me quedé con la imagen-idea (valga el guion de por medio) de “El pez en el agua”, el último libro que leí y lloré de MVLl. Lo lloré con verdadera pena y lágrimas reales pues creí que era muy injusta la opinión que él presentaba sobre nosotros y mi querido Perú. Creí que él estaba resentido con los electores peruanos para haber escrito tantas cosas terribles sobre mi país que es suyo, también, sin darme cuenta de que hablaba en nombre de la democracia, tan indispensable hoy en día.

Cuando él perdió las elecciones lloré de rabia y de pena. En aquella oportunidad pensé que los peruanos éramos –por entonces- incapaces de elegir al candidato perfecto, de lujo, que se perdía mi adorado Perú, la tierra en la que nací y que hoy entiendo, gracias a él, que fortuitamente soy y siempre seré peruana, pero eso sí, sobre todas las cosas y a pesar de los apellidos extranjeros que por herencia me pudieron tocar, el Perú es mi patria amada y no hay nadie que me va a quitar mi peruanidad. Mi nacionalismo tiene dos frentes: el antes y después de Mario. Antes, porque yo me creía nacionalista hasta que él en su discurso inicial previo a la entrega del Nobel 2010, “Elogio de la literatura y la ficción”, me hizo entender que lo mío era patriotismo, puro y sin mancha, no así nacionalismo (chovinismo) y después: el patriotismo, verdadero amor por la patria, así como su desarrollo e inserción en el mercado internacional y ante todo, por la libertad de expresión, en la mejor de sus definiciones, sumada a esa democracia absolutamente indispensable para el ejercicio de esa libertad.

Mario ha recibido por fin el Nobel de Literatura, algo impensable para mí y para muchos peruanos. Siempre escuché y creí que dados los antecedentes liberales de MVLl hacían imposible que recibiera en algún momento de la historia este premio honorario a su trayectoria impecable de literatura y opiniones políticas contrarias a la izquierda que por lo general había normado estos premios tan ilustres e importantes.

Escuchar que Mario ha encapsulado en una burbuja la historia de la literatura que hoy permanece y reluce fue algo que me superó absolutamente, sobre todo porque en la entrega del premio, quien el presentador de la ceremonia de entrega de los "Nobel" le pidió a Mario, en castellano, que se acercara a recibir el galardón de manos del Rey de Suecia, colmó todas mis expectativas.

Reconozco que he tenido una relación personal de amor-odio por MVLl. Ha pasado el tiempo y no me queda otra opción que, racionalmente, interpretar que Mario no se equivocó como demócrata cabal que es. Todo lo que él pensaba es lo que pienso y quiero hoy, no solo para mi país sino para toda Latinoamérica y para aquellos países que aún continúan en el yugo de la falta de libertades en general, las que no enumeraré porque son por demás conocidas y yo, de política tengo casi nada, pero informada y algo viajada sí soy.

En fin, retomo mi blog con esta estupenda noticia: mi compatriota Mario Vargas Llosa ha recibido el Nobel de Literatura 2010 y me siento tan feliz como si fuera yo misma o alguno de mis parientes quien lo hubiera recibido. Más aún cuando escuché su elogio a la mujer de su vida: Patricia. Estoy segura de que todas las mujeres quisiéramos recibir un reconocimiento de nuestra pareja como el que ella recibió en aquel momento.

Sol O’Connor


http://www.youtube.com/watch?v=aL1Uc8_M1Zk&feature=related