viernes, 24 de agosto de 2012

Ser y estar

Una necesidad humana es la de 'ser'; para ello hay que 'estar' en el pensamiento de otros, y estarlo por motivos espirituales, no materiales o interesados. Esto es así porque todo lo que hace el ser humano lo hace en colaboración con otros o apoyándose en estudios de otros y, a menudo, compitiendo con otros.
No se tiene la sensación de 'ser' si no se piensa que se han hecho suficientes méritos para ser aceptado por otros. Todo lo que se hace en la vida tiene esa finalidad: ser reconocido, aceptado, querido y hasta admirado.
Por otro lado, hay que tener en cuenta también que 'la vida' no puede hacer discriminaciones. Todo el mundo ha de contar de antemano con la posibilidad de lograr esa meta. No es necesario para ello lograr un premio Nobel, un Óscar o una medalla olímpica. Hay muchas otras posibilidades para merecer ese premio. Todas ellas, no obstante, requieren de mucho esfuerzo.
Es por eso, quizá, que parte del personal prefiere esforzarse menos y para ello lo que hace es disfrazar la meta. No intenta estar en la mente de otros por motivos espirituales, nada interesados, o sea, puramente afectivos, sino todo lo contrario, se conforma con estar por interés. En estos casos el sujeto se sabe aceptado hoy por una serie de personas, pero ignora cuantas de ellas seguirán aceptándolo mañana, entre otras cosas porque sus afectos tampoco tienen voluntad de perpetuarse. Cuando deja de interesarle alguien, simplemente rompe los lazos que le unían con esa persona.
Todo el mundo ha roto lazos alguna vez, pero la persona que tiene voluntad de 'ser' nunca lo hace por capricho, ni por desinterés. Para alguien que aspira a 'ser', o sea, que quiere desentrañar los misterios de la vida no hay nadie que, en principio, le parezca poco interesante.
En general, la gente tiene sentimientos de gratitud y simpatía hacia todos aquellos que se esforzaron y sacrificaron por aportar algo a la humanidad. No es necesario que sepa sus nombres o conozca sus vidas. Sabe que hay un número indeterminado de gente que ha obrado de este modo. Se piensa con desagrado en aquellos que actuaron egoístamente, o se dejaron vencer por la envida o la soberbia o cualquier otro vicio parecido.

domingo, 19 de agosto de 2012

Eso se le escapó a Ortega

Hoy he visto por la calle un anuncio que dice así: Detrás de cada donante hay un héroe. He mirado enseguida detrás de mí y no había nadie. He preguntado a personas que tienen algún trato con quien supuestamente ha ordenado o autorizado esta campaña publicitaria.
Se me ha contestado que yo soy el héroe. Y si yo soy el héroe y al mismo tiempo estoy detrás de mí, se produce una situación que creo que se le escapó a Ortega.
No obstante esta cuestión metafísica tan curiosa, creo que tampoco está de más aprovechar el momento para decir algunas cosas de los funcionarios, que es lo que son, a mi entender, los que trabajan en el Centro de Transfusiones.
Los funcionarios, como todos, pueden adocenarse. Pero los jefes, en teoría, deberían impedir. Eso sería si eligieran a los mejores para el cargo, y no a los pelotas o enchufados. Quizá, el director del CTCV sea un señor extraordinario, alguien muy dotado para el cargo, cuya gestión sea difícil mejorar. Pero la cuestión es otra.
Correos, por ejemplo, es un organismo que en otros tiempos funcionaba de forma modélica y del que en la actualidad no puede decirse lo mismo. Suelo ir a una oficina en la que hay que coger turno en una máquina. Los funcionarios que atienden al público, por la actitud de los que esperan pueden predecir quién será el siguiente. A veces, al funcionario que queda libre no le gusta el cliente que le toca y hace como que hace esperando que termine otro compañero suyo y atienda al que no le gusta. Eso lo hacen algunos y el director de la sucursal debería impedirlo. Si el director de la sucursal está adocenado, se adocena también el personal que tiene encomendado. Pero si el director no se adocena, su superior podría considerarle sospechoso y frenar su carrera.
Debo añadir, de todos modos, que conozco a muchos funcionarios que, sean adocenados o no sus jefes, actúan con pulcritud, esmero, abnegación, entusiasmo e inteligencia. No es justo que por culpa de una mala dirección y de unos cuantos como los que he descrito carguen con tan mala fama.

sábado, 11 de agosto de 2012

Sobre la traición

La traición es algo que está tan presente en la historia de la humanidad y en la vida cotidiana que no hay más remedio que tenerla en cuenta. Quizá este aspecto, el de obligar a mantener la vigilancia en todo momento, sea el único positivo que tiene este acto. Y son muchos los que lo perpetran sin ser siquiera conscientes de ello.
Para mejor entender lo que es una traición, basta con pensar en que no se suele confiar en los niños, porque no se les considera con entidad suficiente para mantener su palabra o atenerse a un criterio. Sin embargo, Victor Hugo, en el poema Sur une barricade, se inventó un niño que debería hacer enrojecer a nuestra clase política. Por ejemplo.
Los que hacen de la traición un arte, para ir medrando, y de entre ellos los que destacan son los sociópatas. Para éstos, todo lo que les ayude a conseguir sus propósitos es natural y lógico. Pero no sólo los sociópatas traicionan para medrar.
Otros traicionan por motivos más pedestres, muy parecidos al que motivó la reconvención de Don Quijote a Sancho: «Bien se parece, Sancho, que eres villano, y de aquellos que dicen: ¡Viva quien vence!»
El traidor puede haber estado gastando bromas a su víctima, y un rato después, cuando ésta no estaba presente, asestarle la puñalada, y luego congratularse de su heroicidad, solo, o en compañía de otros felones vocacionales.
«Cubre el traidor sus malas intenciones / con rostro grave y ademán sincero, / y adorna su traición con las razones / de que se precia un pecho verdadero».  Esta hermosa y certera cita de Cervantes sobre los traidores está en El gallardo español.
La traición es tan fea que hasta quienes traicionan con regularidad, cuando en el cine ven una traición la reprueban.

sábado, 4 de agosto de 2012

El fascismo criollo, la “ruta de las ratas” y los “Kapos”


                                                           “La historia del Hombre es solo la historia
                                                            de unos cuantos crímenes” (Voltaire)
                                                    
                                                            El hombre es hijo de su pasado mas no su esclavo
                                                            y es padre de su porvenir
                                                                         Viktor Frankl (creador de la logoterapia)

        No es ninguna novedad decir que el Coronel Juan Domingo Perón, junto a los Generales Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro Farrel, cuando llevaron adelante la Revolución de 1943  que derrocó al gobierno constitucional de Ramón S.Castillo, daban inicio a un  nuevo capítulo en la Historia de los contenidos políticos de la Argentina. Se trataba nada más y nada menos que del advenimiento del nacional-socialismo en territorio criollo. La extensa documentación y bibliografía política que acredita y justifica esta aseveración, resulta hasta redundante con solo observar la estética de los gestos y del discurso político que tanto Evita como el mismo Perón pronunciaron a lo largo de su hegemonía.  
        Sabido es que 1939 y 1942 Juan Perón acude a los discursos de Mussolini como agregado militar en Italia, en donde queda fascinado con la popularidad y el uso del mensaje directo hacia enormes multitudes que hacía el Duce. Sabido es también que en 1943 la señora Eva Duarte tomó contacto directo con la cúpula jerárquica del gobierno alemán, dirigido en plena Segunda Guerra Mundial por Adolfo Hitler, autor del más grande genocidio que conoce la historia de la humanidad. La comunicación permanente y el afecto sin disimulos hacia el dictador de España, el General Francisco Franco, llegando a 1950,  ya era expreso y contundente. 
        Finalizada la guerra, comienza una trama histórica conocida como  “La ruta de las ratas”, que no fue otra cosa que la acción internacional tendiente a salvar de la justicia a cientos de criminales de guerra nazis, y por supuesto, con una consecuente contraprestación en oro y divisas que enriquecerían a quienes colaboraran con la misión. Así fue que en Argentina, se establecieron,  con el beneplácito del Presidente Perón, un número considerable de militares alemanes, entre ellos -y entre tantos más- los jefes nazis Erich Priebke, Reinhard Koops, Carl Vaernet, Adolf Eichmann, y  Josef Mengele, conocidos por haber sido los creadores, inspiradores y ejecutores del masivo exterminio de judíos. Eva Duarte fue su salvoconducto luego de la puesta en marcha de la maquinaria para salvar nazis desde la neutral Suiza y desde la España fascista. Es en su viaje a España de 1947 precisamente cuando se reúne para diagramar la tarea, con el coronel nazi Otto Skorzeny, refugiado en el gobierno de Franco.  
       La suerte estaba dada: La República Argentina inauguraba una nueva etapa de su historia y abandonaba la considerada “vieja, ramplona y oligárquica” república liberal para convertirse en una especie de resurrección nacional-socialista al uso criollo en la tierra del General San Nartín, de Belgrano, de Moreno y de Sarmiento.  
        Los sindicatos unidos bajo la mano del carismático líder,  fueron el  brazo fuerte de este fascismo vernáculo, y dieron el espaldarazo al flamante sistema devenido ya en régimen.  Inmediatamente llegaron los textos obligatorios para la escuela primaria en los que se enseñaba a leer las primeras letras y a decir “Evita me ama”, el adoctrinamiento de la juventud al estilo de los “flechas” de Falange Española, la cercanía con los sectores más poderosos de la Iglesia –de la que luego se distanciaría-,  el uso de la palabra “compañero” tan coloquial y amigable como su similar “camarada” que usaron los alemanes y los falangistas españoles, los símbolos patrios se mezclaron con símbolos partidarios, la canción de sus seguidores en ritmo de marcha militar, la estatización de los medios de producción, la ingerencia del Estado en todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos, la demonización del adversario hasta su persecución y encarcelamiento, la restricción de la libertad de prensa, el control de los medios de comunicación, las gigantografías, los estandartes, los actos multitudinarios en Plaza de Mayo  y toda una estética del poder hacía suponer, que se inauguraba una dictadura fascista en Argentina. Hoy, a más de sesenta años de aquellos días, la matriz ha quedado intacta. 
       Sin embargo, debe destacarse y debo reconocer, que será justamente el aditamento criollo, la manera de dulcificar la violencia y el fanatismo innatos del que estuvieron hechos aquellos movimientos de masa originados en Alemania, Italia y España. Tanto fue así, que el gesto descompuesto de los líderes de aquellas naciones, fue desapareciendo de la impronta peronista gracias a la figura maternal de Eva, a la sonrisa del líder, a la doctrina social de la iglesia, nutriente parcial del nuevo modelo, y al acercamiento a posiciones vinculadas al tercer mundo, al que Perón prefirió llamar tercera posición; pero fue sobre todo, gracias a la natural vigencia de un estado de convivencia multirracial y multicultural dada en la Argentina desde fines del siglo diecinueve. Esa  suavidad criolla y la elasticidad del Movimiento -hasta el punto de aceptar en la misma casa doctrinal al Che Guevara y a María julia Alsogaray-  han sido la clave de la permanencia del justicialismo, que se distancia de la dureza original fascista, digamos que se humaniza, por no haber ejecutado matanzas de adversarios. Pero el molde ya había sido creado, y no se ha ido aún. 
     José Antonio Primo de Rivera, en el punto 26 de Falange Española, parafraseando y tergiversando a Séneca, expresa que “la vida es milicia”. ¿No fue acaso este resabio, recogido por Montoneros en el 70 y por los soldados de Cristina en la actualidad? La transcripción autóctona del precepto, hoy, como en 1945 sería: “La vida es militancia     
       En el título de este artículo de opinión se hace referencia al término “Kapos”. Se trata de un apócope de la construcción de origen alemán Kameraden Polizei, que señalaba a aquellos judíos colaboracionistas, que para salvar sus propias vidas o hacerlas mejor, arribaban a estamentos dirigenciales de menor importancia dentro de la jerarquía nazi o en los campos de exterminio, ejerciendo una función especialmente delatora y de policía sobre y contra sus paisanos. Este tipo de ser humano queda perfectamente descripto en el libro de Viktor Frankl “El hombre en busca de sentido”. El Régimen peronista de entonces y de hoy, mantiene estas características paradojales también: es la Argentina de Perón en 1949 la que abre la primera Embajada Isrelí del mundo, José Gelbard fue ministro de Perón, Carlos Corach y Alberto Cohan ocuparon sitiales de preferencia en el gobierno justicialista de Carlos Menem,  hoy Axel Kicillof dirige la nueva y nacionalizada YPF y hasta hace muy poco el mediático y discutido Sergio Schoklender manejaba los fondos de la ultrakirchnerista agrupación Madres de Plaza de Mayo, solo por citar unos pocos casos. ¿Cómo resolvieron sus contradicciones, qué pensaron todos estos kapos gauchos cuando en sus casas oyeron hablar del entramado y bochornoso episodio histórico de “La ruta de las Ratas? El ser humano es un despliegue infinito de Paradojas.  
                                                 Francisco Javier Guardiola