sábado, 27 de julio de 2013

De manzanas y señoras

Estaba en la cola del supermercado cuando le llegó el turno a la señora que iba delante de mí. Llevaba su carrito plegado en los bajos del carro del establecimiento. Lo sacó y al verlo desplegado me pareció insuficiente para contener las cosas que llevaba.
Desplegó en un momento toda la compra en la cinta y a continuación fue a llevar el carro al sitio para recuperar la moneda. Todo esto mientras la cajera todavía estaba cobrando al cliente anterior. Me fijé en la mercancía que había en la cinta y vi que la había colocado exactamente en el mismo orden en que la tenía que colocar en el carrito, como así fue. El resultado final fue que la compra venía justa para llenar el carrito hasta el tope.
Entonces le pregunté si al hacer la compra ya calculaba lo que cabía en el carrito y me dijo que sí, riéndose. Lo tenía todo tan medido y calculado que no me extrañaría nada que al ir a la caja ya supiera el importe exacto que tenía que pagar.
Y eso me llevó a pensar en que Isaac Newton descubrió la ley de la gravedad al ver caer la manzana, y, en cambio, no se dio cuenta de que las mujeres no son inferiores a los hombres. Me refiero a Isaac Newton porque según Isaac Asimov es el talento más grande que ha dado la humanidad.
Es que en el tiempo de Newton no existían los supermercados, alega alguien. Pero las señoras de la época ya sabían hacer maravillas culinarias con cuatro ingredientes mal contados. Y los tipos, muchos de los cuales sólo sabían montar el arco y acertarle a una manzana con la flecha, se las comían. Podían haber pensado, los que sabían pensar, que para hacer esos guisos se necesita algo de talento.
También hay otra historia por ahí de serpientes y manzanas, e incluso otra señora que no es la del supermercado explicó algo sobre las peras y las manzanas, pero esto ya no sé si tiene que ver o si sólo sirve para ilustrar sobre el detalle, también digno de tener en cuenta, de que tampoco todas las mujeres tienen talento.

sábado, 20 de julio de 2013

Apuntes profanos sobre la crueldad

Si hubiera escrito crueldad humana habría sido redundante. Sólo la especie humana, que yo sepa, es cruel. Sin embargo, no creo que la crueldad sea una característica humana, sino que, más bien, la considero una degeneración.
Y a pesar de que es una cosa que no surge de modo natural del corazón humano, sino que es consecuencia del sistema de vida, abunda por doquier. Muchas veces de forma inconsciente, como es el caso de los chistes, muchos de los cuales se ceban en alguna carencia o deformidad física, o en la orientación sexual, etc. Esos chistes están ahí, algunos de ellos han sido contados por humoristas de postín, como Gila, y a veces hay que reírse, aunque no se tengan ganas, para no desentonar.
El hecho de que la crueldad prolifere de forma inconsciente da idea de la que hay de modo consciente. No son pocos los que gozan dejando caer metafóricas gotitas de ácido sobre las personas que odian. Se puede presumir que si no dejan caer gotas de ácido de verdad es porque está prohibido y hay policía para perseguir estas cosas.
También tengo la particular impresión, aunque admito de antemano que puedo estar muy equivocado, que hay un poco más de crueldad de origen femenino que de origen masculino, pero no es porque las mujeres sean peores que los hombres, sino porque desde siempre han vivido sometidas a los hombres; durante mucho tiempo su mejor y casi único destino ha sido el matrimonio, por lo que se han visto obligadas a competir entre sí para conseguir el amor del hombre deseado.
Por otro lado, la crueldad de los hombres, cuando se produce, puede ser brutal, mientras que el abanico de crueldades femeninas es muy amplio.
Pero, sobre todo, lo que conviene no olvidar es que la crueldad embrutece a quien la usa. La gente cruel ha dejado atrás la ética, la moral y el buen gusto.
Donde hay crueldad no hay empatía, palabra tan de moda en la actualidad.
Tampoco hay fortaleza, puesto que no se saben controlar los impulsos.

domingo, 14 de julio de 2013

Cosificación

De modo resumido, Aldous Huxley dijo lo siguiente: “Los únicos seres humanos son los genios; los demás sólo son animales capaces de aprender”. Sobre la misma o parecida cuestión, Johann Wolfgang von Goethe dijo esto otro: "El que no sabe llevar su contabilidad por espacio de tres mil años se queda como un ignorante en la oscuridad y sólo vive al día."
Para Goethe ser humano consiste en comprender que no se vive sólo para sí mismo, sino que se forma parte de la humanidad. No se trata de vivir sólo el presente, ni tampoco de recordar el propio pasado y tener en cuenta el futuro. Hay que intentar aprovechar la experiencia y los conocimientos de la Humanidad y tener presente que tras la muerte de uno la vida sigue.
Quienes sólo viven al día, además de tontos en la oscuridad, vienen a ser como puñales para aquellos con los que se relacionan. En cualquier momento, sin previo aviso y sin más cuidado que el de encontrar un pretexto pueden volverse en contra y clavarse en cualquier lugar de su ser, en el alma, en las esperanzas, en el ánimo.
Un modo de reconocerlos es porque suelen utilizar la coletilla “me aportas mucho” o “no me aportas nada”. Demuestran con ello que tienen al prójimo como un medio, y no como un fin en sí mismo. Lo tratan como si fuera un pozal: ¡Hala!, ya no me sirves, porque tienes un agujerito por el que se te escapa el agua.
Albert Camus hizo notar que una simple mirada despectiva puede producir una hecatombe en el ánimo de quien la recibe y llevarle a tomar una fatal decisión.
A saber cuántos le habrán hecho caso a Camus. Quienes necesitan menospreciar al prójimo nunca sabrán lo que puede esconder un alma no cosificada. Ni siquiera los versos de Pessoa se lo harían entender:
No soy nada.
  Nunca seré nada.
  No puedo querer ser nada.
  Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.”

domingo, 7 de julio de 2013

Aprendido en el ajedrez

La mejor escuela es la de la vida. Por eso, quien quiere aprender lo hace con cualquier cosa. Por ejemplo, con el ajedrez. Alguien que hacia el final de la partida se vea con superioridad en lo que al material se refiere y tenga una posición dominante, puede querer terminar por la vía y descuidar la defensa, cosa que puede ser aprovechada por el rival para hacer un jaque mate fulminante. Claro que esto a un profesional no le pasa. Ya ha aprendido esta lección y hasta es posible que la aplique en su vida ordinaria.
Hay personas que nunca aprenderán nada, porque su intención no es mejorar, sino sobrevivir. Conocí a una señora de bastante edad, que presumía de socialista y actuaba con prepotencia. O sea, lo que conviene a los poderosos. La única esperanza de los pobres es que rija el imperio de la razón. Solía repetir esta coletilla: “Si volviera a nacer sabiendo lo que ahora sé...”. Sócrates sabía que no sabía nada.
Hay personas que nunca aprenderán nada. Cierto figurón se sometió a una de esas sesiones de chat en las que los lectores hacen preguntas. Uno de ellos le acusó de ser un chaquetero, y el figurón respondió que sí y a mucha honra, porque se trata de una estrategia para sobrevivir en un mundo hostil. Hay excusas para todo, sólo me faltaría saber que esa estrategia incluye traiciones y villanías varias, cuando son convenientes “para sobrevivir”.
Hay personas que nunca aprenderán nada. Pueden haber leído varias veces los libros más edificantes, escritos por los autores más virtuosos, y quizá hayan aprendido de memoria capítulos enteros de esos libros, o sean capaces de citar, sin consultar en ninguna parte, las frases más brillantes. Y puede ocurrir que todo sea retórica y deseos de lucimiento mostrando erudición. Lo que no harán será imitar a esos autores.