sábado, 24 de agosto de 2013

Va de capullos

Hoy va de capullos. Pero no de esos que luego se convierten en flor. No. La flor está ahí para que se den cuenta de lo que se pierden por quedarse a mitad camino. La rosa es bella en todas sus partes, y huele bien.
Los capullos, en cambio, apestan. Apestan. Sus escritos pueden ser larguísimos, como si fuera necesario machacar al lector con una larga serie de argumentos todos parecidos y encaminados al mismo fin; como si el lector tuviera que ser masoquista. Estos textos pueden estar escritos de acuerdo con las más exigentes normas ortográficas, y su sintaxis puede ser perfecta. En lo que se refiere a la forma, pueden dibujar arabescos que recuerden la belleza. Y no obstante estos textos cansan, aburren, matan de tedio. Y esto es así porque todo lo que trasluce de ellos es odio, resentimiento, envidia, afán de venganza. Estos largos textos son como largas diarreas, imparables diarreas. ¿Qué habrán comido quienes las evacúan? ¿Jamón de Jabugo, gambas al ajillo, langostino, caviar, coliflor con bechamel?
Alimentos caros, probablemente. Platos guisados por los mejores cocineros. Lo que importa, sin embargo, es la digestión. Ahí, en el proceso digestivo, algo ha salido mal. Y la diarrea ha venido después.
No se trataba de desear la muerte de Chávez, ni tampoco ahora la de Castro. Lo que se desea es que los pueblos venezolano y cubano puedan vivir en libertad y sin odio.
No se les deseaba ni se les desea el mal a Chávez ni a Castro, sino el bien a sus presos políticos, a los venezolanos y cubanos que viven oprimidos.
Los hay que con el puchero asegurado desean la muerte a otras personas, pero no sólo la muerte, sino la muerte atroz. Como si ganaran algo con ello, los muy capullos. Y los hay que se alegran si una persona sufre un accidente. Se alegran y lo dicen, para que todo el mundo sepa que son unos capullos.

lunes, 12 de agosto de 2013

Lo vulgar

Mi interlocutora se desenvuelve mejor en inglés a pesar de que es española y nació y fue criada en España. Y ahora que lo pienso me doy cuenta de que no le preguntado por qué se fue a Inglaterra. El asunto es que ella me dijo: lo que me ha pasado con esas personas se veía venir, porque es gente vulgar, y la palabra vulgar la pronunció con entonación inglesa, alargando la a y pronunciándola de modo muy abierto, como queriéndola recalcar.
No es que mi interlocutora proceda de una familia adinerada, ni mucho menos. No van por ahí los tiros. Emigró a Inglaterra para ganarse la vida, pero es de las que no fallan.
La gente vulgar de pronto se ve inmersa en una causa justa y parece que se le haya hecho la luz. Quienes se hubieran muerto de hambre encuentran un modo de ganarse la vida más que suficientemente, y esconden su talante traidor y egoísta, vulgar a fin de cuentas, tras el ademán serio y el gesto adusto; también los hay que le toman gusto al hecho de salir en la televisión, sobre todo en la televisión, y otros medios, y la causa, justa, acaba importándoles menos que la posibilidad de estar en primer plano. En el candelabro, que diría aquélla.
La causa les ha servido también para dejar de considerarse vulgares. Han visto que hay otra gente a la que consideran peor que ellos. Ni siquiera se han planteado la idea de que deberían demostrar que son mejores. Tampoco se han parado a pensar si el hecho de que tengan razón en una cosa significa que todo lo demás lo han hecho bien. Su propuesta ha consistido en continuar todo igual que antes, aprovechando en su beneficio los vientos favorables. Los malos son los malos, parecen decir, y no se paran a pensar que quizá ellos estén comportándose de modo igual de censurable.
Mi interlocutora ha actuado con generosidad y desprendimiento. También me consta que no todas las personas que defienden la causa son vulgares.

jueves, 1 de agosto de 2013

La jugada papal

No tengo datos fiables, ni tampoco sé de dónde sacarlos. Por eso digo que supongo, sólo lo supongo, que la mayor bolsa de fieles de la Iglesia Católica está en la llamada América Latina. Sería interesante averiguar la evolución de este dato en los últimos tiempos.
Supongo también que la aparición de los Huevones (HUgo-EVO-NEStor) hizo descender considerablemente el número de creyentes en el ámbito en que son escuchados. Y el anterior papa, Benedicto XVI debió sentirse impotente ante el reto de frenar la sangría. Contra el populismo hay que andar con pies de plomo. Quizá Juan Pablo II, que era un líder de multitudes, sí que pudo ser un enemigo de cuidado para esos. El estilo de Ratzinger, más dado a la intelectualidad, resulta ineficaz en estos casos. Su delicada salud propia de su edad avanzada pudo ser un pretexto para dar paso a otro tipo de papa. Todo parece indicar que el nuevo, Francisco, es del estilo de Perón.
Se trataría en este caso de combatir al populismo con sus mismas armas. El Vaticano ha conseguido, por lo pronto, preocupar a Cristina Fernández, la viuda de Néstor Kirchner, que desde el primer momento ha intentado por todos los medios de desacreditar a su compatriota, tarea en la que sigue.
Se decía al principio que Bergoglio tendría que desactivar a la Curia, o que ésta lo miraría con preocupación, y hasta que los modos con los que se desenvolvía chocarían en aquel ambiente. Sin embargo, puede ocurrir al contrario, o sea, que todo esté pactado ya y que la Curia observe con esperanza todas estas novedades.
Falta ver si los Huevones o sus sucesores y acompañantes logran contrarrestar el efecto Bergoglio, o si éste logra emular a Wojtyla, que derribó el muro de Berlín.
Lo cierto es que Bergoglio parece mucho más inteligente y culto que Rafael Correa, Nicolás Maduro, Cristina Fernández y Evo Morales. Pero no sólo ha luchar con esos, sino también con las tendencias actuales.