domingo, 27 de octubre de 2013

Los malos que nos incordian

Está de moda hablar de personas tóxicas, pero en lo que a mí respecta prefiero examinar caso a caso, salvo si la enemistad del indicado hacia mi persona es obvia. Por lo general, es difícil averiguar si en la otra persona hay maldad, o su comportamiento se debe a cualquier otro motivo. También hay que tener en cuenta a esa masa que busca motivos para despreciar a alguien, lo cual le sirve para reafirmarse. Creo que tiene alguna similitud con los fariseos.
Hay quien ayer era amigo mío y hoy es lo contrario. Se debe a que primero tuvo una visión de mí y luego otra. Ya se ve que pongo un ejemplo cercano. La capacidad perceptiva de las personas es mudable, sobre todo cuando se tiene al prójimo como un medio y no como un fin en sí mismo.
En mi opinión, es posible entenderse hasta con psicópatas o paranoicos, sobre todo si se sabe que lo son y se conocen los métodos para no salir perjudicado. Cuestión distinta es, como he dicho antes, si ya la han tomado con uno, en cuyo caso hay que tomar medidas.
Los hay que han leído Los malos del cuento, y están conformes con lo que dice, y aprovechando la cuestión se les habla de las “hazañas” de un grupo de personas, que, objetivamente, pueden calificarse de fechorías. Pero si se da el caso de que los autores de las fechorías sean amigos de nuestros interlocutores, entra en funcionamiento otra de las facetas humanas, que es la creatividad interpretativa. A las tales fechorías se les quita importancia, se inscriben dentro de la normalidad cotidiana, e incluso de lo inevitable. Se banaliza el mal. Y hasta a Hanna Arendt si se metiera por en medio. Es posible en estos casos que la víctima resulte culpable, en la opinión de estos, o más que boba.
En definitiva, las llamadas personas tóxicas, quizá no lo sean con todos.

sábado, 19 de octubre de 2013

La nación, tal y como yo la veo

Las naciones han ido surgiendo de forma inevitable a causa de las necesidades coyunturales. En su origen fueron tribus, que se fueron engrandeciendo. Dicho en términos generales y por abreviar. El principio de todo es el carácter gregario del ser humano.
Las naciones llegaron a su realidad actual a través de los procesos propios de cada tiempo. Hay que considerar también que la configuración geográfica y las condiciones climáticas de cada sitio influyen en la forma de vida y el carácter de quienes viven en él. Pero esas condiciones son propias de los lugares y aunque afecten a las personas son ajenas a ellas. Las personas se adaptan a un sitio o a otro, pero eso no debería incidir en su personalidad.
No obstante, los gobiernos de las naciones, a veces en pro de interés general y otras en el propio han fomentado el sentimiento de pertenencia a una nación. Cuando se trata de defender unos ideales justos, puede ser un afán recomendable. Si de lo que se trata es de estar en contra de la esclavitud, o de la igualdad de la mujer, pongamos por caso, está bien decir: en esta nación no caben estas barbaridades. Pero cuando se trata de fomentar los instintos egoístas está muy feo.
En cualquier caso, la humanidad ha llegado al punto en el que el concepto nación es un obstáculo para el desarrollo. Ya vivimos en la aldea global. El dinero no tiene fronteras y las multinacionales se instalan en donde más les conviene. Los gobiernos no pueden imponer su ley, porque a la mínima el dinero huye. Pero para poder quitar una frontera los modos de vida a ambos lados de la misma han de ser parecidos. Los salarios han de ser similares, los valores deben ser homologables, etc. Cuando existe la posibilidad de quitar una frontera sin que el hecho no resulte traumático ni peligroso para nadie, debe quitarse.
Pero hay algo que frena este proceso natural. El acto de quitar fronteras es propio de la madurez. Y la madurez no es general en nuestro mundo. Abundan los que embarcados en el concepto de la patria, encuentran justificación en él para sus vidas particulares.

sábado, 12 de octubre de 2013

Escribir para el siglo próximo

Eso de escribir para el siglo próximo está bien como metáfora, pero no tiene nada que ver con la realidad. Hay escritores que han visto reconocida su obra después de muertos, pero también los hay que habiendo tenido relativo éxito en vida sus obras, a pesar de que eran buenas, fueron olvidadas tras su muerte.
Esto del éxito también es muy relativo. A Gabriel Miró sólo lo leen quienes quieren mejorar su estilo, lo que significa que puede darse el caso de que lo lean sin interés, fijándose sólo en la forma.
Hay autores cuyos libros se venden por decenas de miles que pudiendo escribir mejor, hacen concesiones a la chabacanería para vender más.
El hecho de que un autor venda mucho y sea reconocido puede deberse a muchos factores, incluido el que lo merezca.
Pero las masas de hoy no son mejores que las de los tiempos de Sócrates, que, dicho sea de paso, sigue siendo mejor que la mayoría de nosotros. La experiencia demuestra que en el caso de que sea así hacen falta milenios para que ocurra.
La idea de que toda obra buena acaba triunfando se basa en que ha ocurrido muchas veces, pero no hay ninguna certeza de que haya ocurrido todas las veces. Sí que hay certeza de que no todos los actos buenos que llevan a cabo los seres humanos son reconocidos y premiados, puesto que lo que ocurre es que a menudo son castigados.
El ansia de justicia es innato en el género humano, pero luego la gente se desentiende, si no le atañe a uno directamente. Incluso los que más entienden de la ética y mejor la explican son capaces de comportarse injustamente con personas que no les interesan mucho. El egoísmo, tan presente en nuestro mundo, es una de las formas de la injusticia.
Escribir con la intención de que un día u otro se reconozcan los méritos de lo escrito es un error. Cervantes lo explicó en cinco palabras: Más vale merecer que alcanzar.

miércoles, 2 de octubre de 2013

El IVAM dedica una sala a Miquel Navarro

El pasado 17 de septiembre, el Instituto Valenciano de Arte Moderno, dedicó de modo permanente una sala al escultor valenciano Miquel Navarro.

Años atrás, el escultor, mundialmente reconocido, había donado más de 500 de sus obras al museo, parte de las cuales se han utilizado para la exposición inaugural y permanecerán en la sala durante algún tiempo. Está previsto que las quinientas sean mostradas al público en diferentes fases.
La obra de Miquel Navarro está presente en varios de los más prestigiosos museos de España y del mundo.
El autor, que comenzó su trayectoria en el campo de la pintura, logró la fama en el de la escultura al exponer en el Guggenheim de Nueva York. Miquel Navarro es un poeta de la escultura, un hombre que se intriga y se conmueve por el fluir de las cosas, que quizá esté regido por alguna ley de la naturaleza. El artista indaga en la relación entre el hombre de hoy y el del pasado, entre la arquitectura actual y la antigua, y ambas en su relación con el cuerpo humano, al que dan cobijo.
Aduce Miquel que su obra admite más interpretaciones que las de índole sexual, que son las que más abundan. La sexualidad está presente en la vida y tiene un contenido determinante en la vida de las personas, cosa que él, estudioso del ser humano, no puede pasar por alto.
Sus grandes estructuras metálicas pueden verse como símbolos fálicos, pero también se pueden identificar con el gusto humano por lo elevado, por lo meritorio, o con la persona aislada que resiste erguida los embates de los elementos.
Miquel Navarro es un artista muy interesante y conviene ir estudiando su obra poco a poco, aprovechando que va a estar en el museo de forma permanente. ¿De dónde surge tanta creatividad? Según él, suele proceder del deseo.
El Instituto Valenciano de Arte Moderno está dirigido de forma acertada por Consuelo Císcar, que cuenta con el apoyo, entre otros, de la erudita y sensible Encarna Jiménez Losantos.
Foto: Explanada del museo con tres esculturas de Miquel Navarro: Mirada urbana, Cabeza geométrica y Luna sobre prisma.