miércoles, 17 de junio de 2015

De héroes y villanos

Hay una campaña de la Hermandad de Donantes de Sangre en la que el lema es “Detrás de cada donante es un héroe”. He dado sangre cien veces y no he visto heroísmo en ninguna de las donaciones. Ni detrás, ni delante. No sé por qué motivo la palabra altruista no está bien considerada. Lo que hace falta para dar sangre es tiempo.
El altruismo se da en las personas que han alcanzado la madurez y que procuran no hacer daño a nadie y favorecer a quienes puedan, sabiendo que la mayor parte de las veces no se les va a agradecer. Hay quien dice 'me han tenido que poner tres bolsas de sangre', y lo dice como si la sangre hubiera caído del cielo. Tengo escrito que el agradecimiento es propio de los espíritus selectos.
Lo del villano es otra cosa. Don Quijote lo dice así: “bien se parece, Sancho, que eres villano y de aquellos que dicen: «¡Viva quien vence!». Para Goethe es un ignorante en la oscuridad que sólo vive al día.
Un villano es alguien que hace villanías, claro, y las hace porque no tiene un código de valores; las hace o deja de hacerlas en función del qué dirán. Cuando calcula que sus actos van a quedar impunes los lleva a cabo, porque le gusta perjudicar al prójimo. A un villano no le importa su opinión de sí mismo, porque no la tiene. Le condiciona la opinión de los demás y a tal efecto procura crearse un cartel, o personaje, con el que actúa en los círculos que le interesa.
El héroe es otra cosa. Nadie lo es por decisión propia. No sale uno de casa y dice: Voy a hacer un acto heroico. Es alguien que se encuentra ante una situación inesperada y decide responder adecuadamente, para lo cual necesita grandes dosis de valor. No todos son capaces, por eso a quienes sí lo son se les llama héroes.

domingo, 14 de junio de 2015

Nosce te ipsum

Hay quien se ha rendido ante la vida y se deja llevar. En el horizonte, el fracaso. Si en lugar de eso fuera en busca de sí mismo, y tratara de explicarse lo que le sucede y de qué modo lo puede solucionar otro gallo le cantaría.
Al igual que muchos, también tengo a quien me odia, o a quienes me odian. Viene a ser un odio basado en prejuicios. Puede decirse que el odio está antes y los prejuicios después. Es decir, el odio surge de forma irracional e inexplicable y da lugar a la fabricación de los prejuicios que le sirven de justificación.
Hay quien basa su vida en cuatro nociones básicas y aferra a ellas como si fueran dogmas de fe. Si saliera de esos muros mentales sería como si se perdiera en el desierto y no sabría hacia dónde ir. Una persona es mucho más que cuatro nociones básicas. El problema llega cuando se han tomado muchas decisiones basadas en esos prejuicios y cualquier investigación puede resultar dolorosa o insoportable.
Algunos necesitan alimentar continuamente su vanidad como método para esconderse de sí mismos.
Los hay que necesitan estar menospreciando continuamente al prójimo para sentir que están vivos. Cualquier detalle o incluso defecto físico que aprecien les sirve para el caso.
Hay quien necesita ver todo lo que ocurre. Quisiera penetrar las paredes con la mirada, escuchar lo que se dice en la distancia. Olvida, o no tiene en cuenta, que esos poderes se los reservó un hipotético Dios para sí mismo.
Acaparar dinero o poder es otra forma de huir de sí mismo. Olvidan quienes actúan así que se convierten en esclavos del dinero o del poder.
Los ejemplos que se pueden poner son muchos. La cita tiene muchos siglos de existencia, tantos que procede del Templo de Apolo de Delfos. Figura en bastantes frontispicios. Ha sido reproducida en innumerables escritos.