martes, 23 de mayo de 2017

Lo que me separa de Pérez-Reverte

Hay un reportaje titulado ‘Somos los últimos pistoleros’ en el que Pérez-Reverte dice: «Sí, pero desconfío de la condición humana.». Esta es la principal diferencia que tengo con él.
Aunque parece una actitud más literaria que vital, porque luego su comportamiento la desmiente (lo que insinúan los otros protagonistas en el mismo reportaje): está en twitter para no perder el pulso de la calle, le encanta el mar, es un trabajador incansable, está al corriente de la actualidad...La contradicción forma parte de la condición humana. Si desconfiara tanto como dice, comenzaría por dudar de sí mismo, y da la impresión de que al menos hasta cierto punto mantiene la confianza.
Habrá visto muchas vilezas en las guerras, claro, aunque no hace falta ir a la guerra para saber que hay gente vil. Yo mismo le puedo presentar a unos cuantos capaces de ponerle los pelos de punta al mismo Satanás, pero es que el mal siempre es muy aparatoso, necesita hacerse ver para triunfar. Pero también en las guerras, y fuera de ellas, hay personas heroicas, abnegadas, llenas de bondad, cuyos actos a menudo no tienen premio ni reconocimiento alguno. Suelen pasar desapercibidos, ignorados o menospreciados, pero ahí están, haciendo posible que la humanidad perdure. Estas personas dan menos juego en la literatura, pero son las que permiten mirar la vida con optimismo.
Fuera del asunto principal, en ese mismo reportaje se habla de la palabra favorita. De entre las que me gustan, propondría conticinio, de difícil aplicación en la actualidad. Remite a la noche, tan sugerente y poética, y a silencio, el más bello de los sonidos, que permite a la mente volar hacia donde quiera, sin que nada la perturbe o dirija sus pensamientos. Conticinio es la hora de la noche en que todo está en silencio, quizá una hora que en otro tiempo fuera cotidiana, pero que en la actualidad, en ciertas zonas del planeta, pueda considerarse como utópica, e incluso mágica.