Hemos llegado a un punto en el que quien
no esté a favor del aborto sin restricciones ni límites puede ser
considerado como torpe o como un carcamal. Lo que era un mal menor ya
se reclama como derecho.
La humanidad no le puede reprochar a la
naturaleza que sean las mujeres las que den a luz. A la naturaleza no
se le puede reprochar ninguna cosa. La obligación de la humanidad es
disponer las cosas para que ocurran del modo más justo posible.
Hay personas que se consideran muy sanas
y visitan los mejores paisajes, andan en busca de panorámicas
grandiosas, de aire puro y vivificador, pero el prójimo les interesa
poco, sólo les sirve para reforzar su ego y para confirmar su
pertenencia a la tribu. No se dan cuenta de que los mejores paisajes,
las visiones más conmovedoras están en el alma humana. Es a través
del conocimiento del Otro como se reafirma la pertenencia a la
humanidad, como se descubre el alma propia.
Hay personas que van mucho a misa, y
rezan con devoción, que cuando se enteran de que se ha perjudicado
arbitrariamente a un pobre diablo alegan que el daño causado no es
mucho. Ignoran que ese pobre diablo podía contener en sí, como
Pessoa, todos los sueños del mundo.
Un ser acabado de concebir es un proyecto
de vida, una voluntad dispuesta a abrirse camino, un mar de sueños.
No tiene ninguna culpa. Quien se precie a sí mismo no puede dejar de
respetar a esta nueva vida que trata de abrirse camino. Quien no lo
haga, por muchas etiquetas -socialista, cristiano, etc.- que se
cuelgue demuestra que no respeta a los demás, no le importan, vive
inmerso en su egoísmo.
La humanidad no es perfecta. A veces, las
señoras se quedan embarazadas sin desearlo previamente y aunque
estuvieran dispuestas a traer al mundo a la criatura, no tienen
posibilidades de poder criarla. Los padres tampoco la pueden ayudar o
hacerse cargo. Es cuando hay que aceptar el mal menor.
https://joelheraklion.wordpress.com/2010/12/25/acerca-de-la-esencia-vital/
ResponderEliminar"la diatriba sobre la pretendida distinción “científica” entre cigoto, embrión y feto, no es más que un argumento puramente ideológico, artificioso, casi artero, para poder construir sobre ella teorías sociopolíticas al uso que resulta innecesario nombrar. Por ello afirmo sin reservas y constituye la síntesis de este compendio que el discurso sobre cuándo comienza la vida de un individuo es un debate tautológico, irrelevante, innecesario e incluso obsceno. Es auténtico fundamentalismo democrático creer en una idea, tan solo porque haya alcanzado un determinado número de votos en las urnas."
"La humanidad no es perfecta. A veces, las señoras se quedan embarazadas sin desearlo previamente y aunque estuvieran dispuestas a traer al mundo a la criatura, no tienen posibilidades de poder criarla. Los padres tampoco la pueden ayudar o hacerse cargo. Es cuando hay que aceptar el mal menor."
ResponderEliminarVicente, en el parrafo siguiente, hay cierta demagogia en eso de "no tiene posiblidades de poder criarla". Explícame, con hechos concretos, cuando, en España, se ha dado el caso en que una criatura recien nacida fallece porque no ha habido posibilidades de ser criada. No es ese el caso de un mal menor. Otra cosa: no creo que nadie que se etiquete cristiano vaya proclamando por ahí que está a favor del aborto. Podrá hacerlo a escondidas, o a nivel personal, pero nunca desde esa opción religiosa. Un socialista puede que lo haga, ya que el socialismo deja libertad en este aspecto, aunque últimamente de declara ferviente defensor del derecho de que una madre pueda asesinar a su hijo.
El resto del artículo me ha parecido coherente.
Un saludo.
El nacimiento de una nueva criatura es un bien absoluto. Matarlo no puede ser, por tanto, sino un mal absoluto. Yo creo, Vicente, que no existe esa dicotomía de elegir entre un mal mayor y uno menor y que tal discusión es una tapadera. Y pienso que la religión tiene mucho que ver y mucho que decir en este tema. ¡Cómo no va a tener que ver!
ResponderEliminarNo es casualidad que la Iglesia católica se haya convertido en el último baluarte que queda contra la ofensiva proabortista. Gentes buenas e inteligentes, amigos nuestros, personas reflexivas, una tras otra van convenciéndose de que se trata de un mal menor y es aceptable en según qué casos. La permisividad con el aborto define trágicamente, cruelmente el tiempo que vivimos.
Aún así, hay que confiar. Un fuerte abrazo,
Tampoco llegaría a tanto, amigo Nompossumus. Si el nacimiento de un niño es el bien absoluto, cualquier planificación familiar sería el mal absoluto, puesto que impide el nacimiento de niños.
ResponderEliminarComparto que una nueva vida humana es un bien de primera magnitud. Un milagro. Por lo tanto acabar con ella debe ser un último recurso en casos muy extremos. Sólo será un mal menor (en sentido comparativo) en relación a males aún peores. Desgraciadamente estamos muy lejos de todo eso, y en nuestra sociedad se prefiere el mal del aborto (gravísimo, de primer nivel, mayor como superlativo y comparativo) en lugar de otros males que tal vez podrían solucionarse o mitigarse sin llegar a esos extremos.
Un abrazo.
Hay personas que pregonan su religiosidad y su devoción, pero que luego miran por encima del hombro, cuando no con abierta antipatía, al prójimo. Si no son capaces de respetar al prójimo que conocen, ¿cómo pueden hacer creer que respetan al que está por nacer, quizá a 500 kms?
ResponderEliminarNo hace tanto tiempo de eso, las señoras ricas iban a abortar a Londres, mientras que las pobres arriesgaban la vida para abortar. La vida que les esperaba, a ellas y a las criaturas que esperaban, era peor que la muerte. Así es nuestra sociedad.
La Iglesia puede orientar a sus fieles, pero no debe inmiscuirse en la labor del Estado, que es quien debe velar por los ciudadanos. El Estado debe actuar, dentro de las posibilidades reales, del modo más justo posible.
La vida humana se convirtió en sagrada por medio de la religión. La religión nos hizo humanos. Fue Cristo quien anunció la buena nueva de que cada vida era sagrada y se inmoló para poner delante de nuestros ojos que la muerte de una persona a manos de otras no era querida por Dios. Necesitó llegar al sacrificio de sí mismo para enviar ese mensaje auténticamente nuevo: no matéis al chivo expiatorio para resolver vuestros conflictos, por muy bien que hasta ahora os haya funcionado, porque cada vida humana es preciosa para Dios. A partir de ahora, arregláoslas sin asesinatos, no matéis al prójimo por mucho que os convenga y superad el círculo vicioso de la violencia destructora. Muero por vuestro pecado original, el que está en vuestra raíz, que no es otro que la violencia que emana del rencor que os inspira demasiado a menudo el próximo a vosotros.
ResponderEliminarEra una idea que ya se estaba gestando durante los siglos anteriores a Cristo en India y en la amplia zona de intersección entre el Imperio Persa, Grecia e Israel. La Biblia recoge en varios ejemplos de sacrificios frustrados por Dios esa sabiduría en formación que termina por condensarse de una manera nueva y luminosa en la Buena Nueva que trae Cristo. Dieciocho siglos después, uno arriba o abajo, llegó la Declaración Universal de Derechos del Hombre.
¿Cómo no va a ser religioso el asunto de la vida y la muerte de un ser humano? Si no lo es, ¿cuál lo será?
Amigo Chigorin, la planificación familiar se compone de un conjunto de decisiones previas a la existencia de un nuevo ser cuya muerte ataca a la humanidad entera y, si se es creyente, a Dios mismo. No concibo casos muy extremos que excusen la muerte de un inocente. Volvemos a la tapadera: hay nacimientos de niños inconvenientes lo mismo que hay ancianos inconvenientes cuya muerte sería para los que seguimos aquí de lo más conveniente.
El aborto, al igual que el infanticidio (sobre todo femenino), ha existido siempre. La lacra actual es su creciente permisividad social.
Gracias, Vicente, por permitirnos discutir a gusto en esta tu casa.
Un fuerte abrazo,
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
ResponderEliminarTERCERA PARTE
LA VIDA EN CRISTO
SEGUNDA SECCIÓN
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
CAPÍTULO SEGUNDO
«AMARÁS A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO»
ARTÍCULO 5
EL QUINTO MANDAMIENTO
2267 La enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte , si esta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas.
Antes de la venida de Cristo ya existía la bondad y algunos ejemplares humanos de aquellos tiempos lo demuestran y también había talento de sobra para comprender que la vida es sagrada.
ResponderEliminarPor otro lado, el ámbito de la religión es el espiritual y lo que tienen que hacer los religiosos es convencer a todos para que se comporten de acuerdo con sus creencias. Que ayuden a quien necesite ayuda y que sean comprensivos con quien cometa un error.
Quien ha de legislar y lo ha de hacer en beneficio de todos y ha de basarse en criterios éticos y realistas es el Estado.
La vida es sagrada. Si alguna razón de existir tienen los poderes públicos debería ser para garantizar la vida digna, la justicia, la salud y cultura, el orden y la convivencia.
ResponderEliminarLo demás después.
Feliz Año 2018 para todos, especialmente para Vicente.