Hay personas que tienen una fuerte
afición a proclamar su fe religiosa, pero luego no se sienten
obligadas por dicha revelación, no sienten la necesidad de
demostrarlo con los hechos, sino que más bien parece que sirven de
ella como patente de corso para emplear la maza, el hacha o la espada
que siempre deben de llevar en la mano.
Su religiosidad se circunscribe a acudir
al templo, quizá mostrando mucho fervor y seguramente a rezar
algunas oraciones a horas fijas o en momentos concretos.
Hay quien siempre que puede dice «soy
creyente» y a continuación se dedica a dar puñaladas, siempre a
traición, siempre de forma injusta e inesperada para la víctima. No
es probable que a Dios le guste ser utilizado como cómplice en tales
actividades, pero eso no parece importarle a quien lo hace, que
además sabe como encontrar compinches cada vez, bien entre otros
‘creyentes’, bien entre ateos o agnósticos, porque entre estos
los hay que tienen un código ético y quienes no tienen más código
que el interés inmediato, o la conveniencia interesada.
No hay nada más propio del cristianismo
que el ansia de justicia, y esto no se puede decir de otras
religiones, como el islam o los testigos de Jehová, y si no tienen
esa condición no deberían ser consideradas religiones, porque no
sirven para hacer mejores a las personas, sino que aquellos miembros
suyos que se hacen mejores lo consiguen al margen de estas creencias,
no a causa de ellas.
El ansia de justicia incluye en sí mismo
la piedad, porque sin ella no puede haber justicia, y el amor a sí
mismo y al prójimo, porque es el odio el que lleva a la injusticia y
al deseo de hacer el mal, es el odio el que impulsa a despreciar
prójimo.
Si quienes proclaman su fe, optaran por
decir que su ideal es la justicia, se sentirían más obligados y,
por tanto, serían mejores personas.
Un artículo muy interesante detalla con precisión la esencia de las personas , es difícil no caer en la tentación de juzgar y la injusticia es muy subjetiva, si se le puede poner algún pero quizás el título, el contenido es cruel pero real.
ResponderEliminarUn saludo.
Andalindes.
Excelente artículo. En vez de religiones deberían existir mejores seres humanos.
ResponderEliminarMercedes Claudio Ortiz