sábado, 26 de septiembre de 2020

Vivir sin Dios

 

«Hay quien pregona su ‘fe’, pero luego actúa como si Dios no existiera, cuidando solo de sus intereses mundanos. Hay quien hace gala de no creer en Dios y una vez que lo ha matado ya le da lo mismo siete que diecisiete, puesto que no prevé que tenga que rendir cuentas a nadie. Hay quien avisa de que es ateo, pero procura seguir los dictados de su conciencia, como si ésta hubiera ocupado el vacío que ocupaba Dios».

«No vislumbré el menor asomo de bondad en su mirada y ni un atisbo siquiera de interés por el prójimo, sino tan solo por su capricho y su conveniencia. La sonrisa burlona que decoraba su rostro ocultaba al mismo tiempo la negrura de su alma».

«Calificar a alguien como mediocre, por motivos sectarios además, de modo traicionero y en una ocasión en que no procede indica que la mediocridad está en quien lo hace, porque la falta de elegancia y gusto por las emboscadas son propios de quienes tienen esa condición».

«El sectarismo y la obsecuencia pueden servir de ayuda para vivir mejor, pero son propios de gente mediocre».

«Si existe, Dios es la Razón. Desoír o desechar argumentos porque no convienen es ofender a Dios. En el capricho y la conveniencia, está el diablo».

«Son muchos los que niegan a Dios, pero creen en el diablo. Para ellos, el diablo siempre es quien se les opone».

«Hay quien exprime su capacidad innata para escribir de forma bella y alcanzar cotas sublimes, llenas de sensibilidad y hasta religiosidad, pero en realidad el prójimo, el lector de sus libros, no le importa más que como público que aplaude. Lejos está de sentir algún tipo de interés o curiosidad por las almas ajenas».

«Hay quien se las da de asequible y presume de ateo, pero en realidad solo acepta aduladores que le hagan creer que es Dios».

«Hay mamones que alardean de religiosidad y sin duda esperan conseguir con esta actitud que Dios les privilegie».


martes, 15 de septiembre de 2020

Perlas comentadas

 

Noel Clarasó: «El reparto más equitativo es el de la inteligencia. Todo el mundo está conforme con la que tiene». Hay personas de las que cabe dudar que tengan masa encefálica en el cráneo, socias de Mensa incluso, que insisten en demostrarme que tienen más inteligencia que yo, como si en caso de ser cierto esto fuera relevante. Lo interesante sería que intentaran ser mejores personas.


Cervantes:«Suele ofender más un mosquito de lo que puede favorecer un águila». Hay mucha gente que aspira a ser mosquito.


Oscar Wilde: «Todos conocen el precio de las cosas, pero pocos su valor». Sin una etiqueta colgante muchos se pierden y entonces ocurre lo que dijo Antonio Machado: «Todo necio confunde valor y precio».


Anónimo: «Más vale ser despreciado que despreciable». De hecho, es la gente despreciable la más proclive a despreciar y menospreciar.


Ibsen: «El hombre más poderoso del mundo es el que está más solo». Pero cualquiera que tenga costumbre de hacer examen de conciencia, para lo cual hay que tener conciencia, sabe que está solo, que la responsabilidad de sus actos es sólo suya.


San Mateo: «Por sus obras los conoceréis». Esta cita bíblica, tan clara y rotunda, sin embargo, no es tenida en cuenta por muchos, que prefieren cerrar los ojos y creer lo que piensan que les conviene.


Lord Acton: «El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente». Pues no cabe duda de que abundan los que tienen vocación de corruptos.


Anónimo: «Tiene autoridad quien hace lo que debe y poder quien hace lo que quiere». Cuando el capricho perjudica a otra persona o se hace con esa intención, es un acto corrupto y malvado.


Sancho Panza: «¡Santiago, y cierra España!’. ¿Está por ventura España abierta y de modo que es menester cerrarla, o qué ceremonia es esta?»

Don Quijote: «Simplicísimo eres, Sancho». Sin comentarios.



Santiago Ramón y Cajal: «Poco vales si tu muerte no es deseada por muchas personas». Digno colofón a esta serie de perlas.







jueves, 10 de septiembre de 2020

El arte de descubrir a un necio

 

Todo necio, y toda necia, siente la necesidad imperiosa de participar en alguna conjura contra alguien, cuando no de ser el impulsor de la misma.

Una buena persona, no que se crea así, que eso es fácil, sino que intente serlo, lo cual requiere esfuerzo, jamás participaría en una actividad de esas, ni siquiera contra el peor de sus enemigos, porque le repugna ese tipo de comportamiento.

Un necio no tiene por costumbre rectificar y si alguna vez parece que lo hace no es porque se arrepienta de haber obrado mal, sino que lo más probable es que lo haga por motivos estratégicos, porque piensa que hay un sol que calienta más que el de antes.

A ningún necio le preocupa la posibilidad de haber actuado de forma injusta en alguna ocasión, sino que la posibilidad de que eso le haya podido doler a su víctima es muy probable que le alegre.

Un necio piensa, al menospreciar a su víctima de forma reiterada, o circunstancial, que la está humillando, sin comprender que lo que en realidad hace es confirmar su necedad.

Un necio no se guía por principios o códigos morales, sino por la conveniencia de cada momento. Cultiva y acrecienta su capacidad de cálculo en este sentido.

Un necio siempre es un mamón, alguien que no tiene consistencia por sí mismo y que piensa que ser inteligente consiste en saber hacer la pelota mejor que los demás. Considera lo que logra de este modo como muy meritorio, como si hubiera escrito el Quijote.

Un necio puede alardear de su fe, de cualquier religión, e incluso ser un clérigo y haber alcanzado altas magistraturas en su credo, pero, sin duda, piensa que Dios es idiota y lo puede engañar.

Un necio siempre reduce al prójimo a su propio tamaño y demuestra ser incapaz no ya de profundizar en la cordialidad, sino de comportarse según las más elementales normas que demanda la cortesía. Deja en mal lugar a quienes han debido educarle y a sí mismo, por no ser capaz de solucionar esta carencia suya.

Un necio es incapaz de sentir ternura.