viernes, 25 de noviembre de 2022

La inmortalidad

 

Vivir es un acto de la voluntad. Pensar es ser. Tras meditarlo, se decide que valores o principios van a guiar la vida del interesado. No se trata de asumir los que ordenan otros, porque en este caso no se llega a ser. Sólo se consigue de forma individual. Intentar alcanzar el ser mediante la integración en un grupo humano, grande o pequeño es una decisión inútil, porque lo que se logra es estar. Se consigue ser de forma individual y luego ya se puede ingresar en un grupo. A ayudar o a pedir limosna.

Dos amigos, Urquiola de Palacio y Antonio Portero, con los que tengo una inmensa deuda de gratitud, han dicho que expongo mis pensamientos sin filtro alguno. Claro, sólo faltaría que después de haber soportado tanta crueldad a lo largo de tantos años, sin haberla merecido, ni buscado y habiendo tratado de evitarla por todos los medios tuviera que medir mis palabras. Pero el problema no es que yo diga que es blanco lo que me parece blanco, porque si lo dijera de modo dogmático, como hacen todos esos que pretenden imponer marcos mentales a toda conversación, se podría contemporizar conmigo. El problema se produce cuando además de decir que algo es blanco expongo los argumentos por los que creo que es blanco. El conflicto tiene lugar porque en todo grupo humano, profesional, político, intelectual, financiero…, hay subgrupos, tendencias, sensibilidades…, y ese color blanco pueda contravenir los designios de alguno o algunos y no se puedan refutar los argumentos.

Discurrir libremente sin someterse a nada o a nadie es peligroso. O no. Es lo que me ha permitido sobrevivir a tanta iniquidad. Encontrar las ideas justas, las únicas que conducen a ese fin, fue el modo de hacerme invulnerable. Puedo decir que soy inmortal. Moriré sí, y más pronto que tarde quizá, pero las ideas que me han acompañado perdurarán hasta el fin de los tiempos

lunes, 14 de noviembre de 2022

La traición de La Casa del Libro

 

Con fecha 28 de septiembre, a las 21’01, La Casa del Libro de Alcalá 96 accedió a que la presentación de mi novela ‘La del alba’ tuviera lugar en esa tienda, y a continuación me dio un listado de fechas disponibles.

Los presentadores viajan mucho por el mundo por motivos profesionales. Me hicieron el favor de reservar en sus agendas el 3 de noviembre, fecha elegida de común acuerdo entre los tres. El 1 de octubre, a las 15’29, La Casa del Libro de Alcalá 96 dio su conformidad a esa fecha, y se fijó la hora del evento en las 19.

Compré los billetes de ida y vuelta en tren y difundí el cartel anunciador del evento por todas partes. El 4 de octubre, a las 13’47, La Casa del Libro de Alcalá 96 me dijo que el cartel anunciador era genial.

Con fecha 8 de octubre, sábado, a las 9’39, me anuncian que me han cancelado el evento. Les mandé varios correos explicándoles la catástrofe, puesto que mis amigos habían dejado ese día en blanco por mí, y que yo iba a perder el dinero del viaje y que había avisado a mucha gente y lo había anunciado en redes. No tuve respuesta a ningún correo electrónico. Pensé que la barbaridad la había perpetrado algún jefecillo caprichoso y quise localizar a alguien de la empresa con más sentido de la responsabilidad que la deshiciera. Encontré a un representante de la librería en Linkedin y puse algo, como pude, porque las posibilidades de hacerlo no eran muchas, en su sitio. Pero cuando intenté encontrarlo de nuevo ya no pude. Tal vez me bloqueó, no sé. En otras redes sociales, cuando alguien te bloquea se ve. No ocurre así en esta. Hice la pregunta en la ayuda de Linkedin, por si se podía informar de que he sido bloqueado, pero la respuesta se enmarca en lo conocido como salirse por la tangente.

Tuve la suerte de encontrar otra librería para ese mismo día 3 de noviembre, pero después de una ardua búsqueda contra reloj. Creo que pregunté a más de quince librerías.

Para terminar, diré que el valor de una persona es el mismo que da a su palabra.

No hace mucho tiempo, se cerraban negocios de mucho dinero mediante un apretón de manos. Ese trato se cumplía a rajatabla, pasara lo que pasara (una tormenta podía destruir una cosecha o un cambio de tiempo hacer que fuera mucho mejor de lo esperado, esto en lo que se refiere a los tratos del campo, que no eran los únicos en los que se procedía así).

martes, 8 de noviembre de 2022

Discurso de Urquiola de Palacio

 Presentación de “La del alba” – Vicente Torres


Urquiola de Palacio – 3 /11/2022


La novela que hoy presentamos cuenta la historia de un pueblo. Pero más allá de ello, creo que lo que caracteriza este relato es su aspecto autobiográfico.


En mi presentación no voy a contarles directamente la historia que encontramos en el libro, si no como llegué yo a esta novela.


Tuve la oportunidad de leer en los primeros días de este año el texto titulado “EL GEN SUPERVIVIENTE”. Era un texto recibido de Vicente Torres, de quien yo hasta la fecha solo sabía que era un Periodista, Articulista y Crítico Literario -según desvela su perfil de LinkedIn-. El texto era la parte autobiográfica de la novela para la que en aquellas fechas buscaba editor…



La compartió conmigo el 10 de enero, diciéndome que con ella aprendería mucho sobre la condición humana, cosa que -me decía- “viene bien a los juristas”. El correo de guarda que acompañaba al texto traslucía un profundo dilema existencial desde su título: “Nadie”. Me decía que, de leerlo, sabría porque le había “resultado imposible ser algo más que nadie”.


El correo me encogió el corazón, y quise leer la obra para ver por mis propios ojos qué había herido de tal forma a una persona que en su trato me resultaba afable y de la que por sus artículos había podido ver que tiene gran sensibilidad en el análisis que hace -diría que en ocasiones con crudeza- de la realidad que nos rodea…

  

Aquel texto es la base esencial de la Novela que hoy presentamos. 


Lo leí del tirón (contesté a Vicente 2 días después). 


Encoge el corazón leerlo, y mi primer pensamiento fue que no podía ni tan siquiera imaginar lo duro que tuvo que ser vivirlo. Diciendo esto pudiera parecer que desaconsejo leerlo; pero, bien al contrario, creo que su contenido y mensaje son una lección de vida. Como auguraba el propio Vicente, hace aprender sobre la condición humana y a todos nos conviene. 


Dice Vicente que su vida “es otra época, otra historia”; y sin embargo ¡es tan actual!!


Además de su familia de origen, Vicente tuvo hijos (un hijo y una hija)… y un nieto al que llevaba a los museos y al Miguelete; y a las Torres de Serranos… Sin embargo, la experiencia vital de una familia es compleja y no asegura por sí misma el logro de la felicidad; o que, de lograrla, esta sea duradera.

Cuenta Vicente que Fernando Iwasaki en cierta ocasión le recordó que «Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera». 


Vicente, en este sentido, aparece en su obra como el actor de su tragedia, y como toda tragedia, de acuerdo a la definición aristotélica contenido en la “Poética”, tiende a mover al espectador tanto a la compasión, como al temor, obrando en el espectador “la purificación (catarsis) propia de estos estados emotivos”.


Entre las tragedias, existe un tipo especifico que se denomina “de sublimación” en la que su personaje se muestra como un héroe al lograr desafiar, con la fuerza de sus virtudes, todas las adversidades que le ocurren. 


Éste es el caso de Vicente. La admiración del lector proviene del reconocimiento a la fuerza de existir de Vicente, un concepto que modernamente se denomina resiliencia, aunque por su uso y abuso ha perdido algo de significado.


Mientras leía aquel primer texto, me permití ir marcando las pocas erratas que encontré e hice alguna sugerencia; y Vicente, generoso como es, tomo en consideración varias cuestiones -como tuve ocasión de comprobar en las versiones que siguieron, hasta la definitiva-. Fruto de su generosidad ha sido sin duda el que me invitara a participar hoy en esta presentación; cosa que quiero agradecerle.




En el epílogo de su obra, explica Vicente que Fernando Iwasaki, leyó el relato que se titulaba “El gen superviviente” -relato real, reflejo de su memoria-, y tras su lectura le sugirió la conveniencia de incluirlo en una novela, que es lo que hizo en “La del Alba” dividiéndolo en tres partes. Algún pasaje de aquel relato ha sido omitido, cosa que puede hacer que quien lea la novela no encuentre alguna de mis referencias reflejada en ella…





Vicente eligió seguir los pasos de su tía Virtudes y optó por ser una buena persona -esta es la “sublimación” que conmueve al lector, la capacidad, virtud o arte que entraña esta decisión vital-






En palabras de la Psicóloga Valeria Sabater,Una buena persona suele tener una pizca de inocencia. Sus miradas son mágicas y sus sonrisas honestas, pero sus corazones, en ocasiones, esconden secretas derrotas. Heridas calladas por haber esperado demasiado de quien nunca le dio nada y lágrimas tragadas por quien jugó a placer con su alma noble, inmensa, pero inocente.”



Vicente es una buena persona. Ha sido capaz de mantener la ilusión y de ser un soñador. Esto le ha podido proporcionar -así lo espero- un espacio de paz en una vida tan dura… Sin duda esa capacidad de soñar ha reforzado su “gen superviviente”, del cual tenemos noticia a través de “La del Alba”.


¡Gracias Vicente!


…y a todos Ustedes, gracias por acompañarnos hoy.