Hay personas que se creen con derecho a
decidir lo que está bien, lo que está mal, lo que es grave y lo que
es intrascendente. En cierto momento las catalogué como
presocráticas, o sea, que vivían como si Sócrates no hubiera
existido nunca.
Un filósofo de los de verdad me explicó
quienes son los presocráticos. Parece que esté todo inventado en
filosofía, sin embargo, cada día surgen nuevos filósofos que
tratan de aclararnos las cosas, excepto los oscuros, que procuran que
no los entienda nadie.
La religión compite por el mismo espacio
que la filosofía, pero lo hace con ventaja, puesto que dispone de
medios coercitivos y punitivos. Unos clérigos han condenado por
blasfemo a recibir 800 latigazos al poeta Ashraf Fayad. Pero no son
tan insensibles como pueda parecer. Se han dado cuenta de que se le
puede cansar el brazo al señor que ha de dar los latigazos, por cuyo
motivo han establecido que el castigo se dé en 16 tandas de 50. Es
de suponer que este señor dispondrá de un masajista tras cada tanda
y de un grupo de huríes que harán de animadoras, y quien sabe si de
algo más, que le animarán a que no decaiga su ímpetu en ningún
momento.
Pero las cosas a veces no suceden de modo
totalmente satisfactorio y un grupo de literatos, entre los que están
los filósofos Tomás
Valladolid Bueno y Carlos Martínez Gorriarán, los poetas
Antonio Gamoneda y Jaime Siles, y otros 57 más, en un acto que puede
calificarse como de corporativismo, se han puesto de parte del poeta
y han escrito el libro 'Palabras
para Ashraf'. No comprenden que la voluntad de Alá se ha
manifestado a través del veredicto de los jueces y se han unido al
blasfemo. Pero ellos, no contentos con haber escrito el libro, lo han
comprado.
Cuestión distinta es que el libro logre
la difusión adecuada. Los designios de Alá se cumplen a través de
los caminos más insospechados.