Me refiero a uno de los innumerables
mendigos que tenemos. Esta sociedad, repleta de buenistas y de gentes
de buen corazón, concienciadas y llenas de buenos sentimientos,
empuja hacia el precipicio y luego da limosna a quienes caen.
Cachondeos
aparte, intentaré individualizar al señor al que me refiero. Vive,
es un decir, en una gran ciudad española. Duerme
sobre un banco, llueva o nieve. Podría cobijarse
en una boca del metro o en un albergue, pero no lo hace. La
interpretación que cabe es que puesto que se siente rechazado por la
sociedad, no quiere aprovechar nada de ella. Los
servicios sociales de la ciudad saben de su existencia y llevan
tiempo tratando de ganarse su confianza, sin éxito.
Hace
sus necesidades dentro de una caja, que luego deposita en un
contenedor. Aquí se puede interpretar que no quiere que la sociedad
le pueda reprochar nada.
Alguien,
aprovechando el tiempo que pasa rebuscando en los contenedores (se
lleva bien con los contenedores porque lo que contienen ha sido
rechazado por la sociedad, como él), depositó ropa y calzado en
‘su’ banco. Apenas
aprovechó algo y el resto lo desechó. Evidentemente, no quiere
estar en deuda con la sociedad, puesto que lo ha condenado a estar
muerto en vida.
El
siguiente intento consistió en dejarle comida y aquí sucumbió a la
tentación. No es que tuviera que ir, rebajándose, a la Casa de
Caridad para que le dieran comida. Se la encontró en ‘su’ banco.
‘Y se la comió sin que nadie lo viera’ . ¿Cómo podía saber
quién se la dejó si se la había comido o echado a un contenedor?
Pues sí, lo estaba espiando, pero eso él no lo puede saber.
Y
ahora pregunto yo a todos esos que rechazan al prójimo, que lo
juzgan, lo condenan y lo ejecutan, porque les sale gratis, porque
creen en la impunidad, a esos que ‘eligen’ a sus amistades,
rechazando a los demás, claro, a quienes difaman, porque le han
visto la paja en el ojo, a quienes traicionan o vuelven la espalda, a
quienes se desentienden…,
si
alguna vez han pensado en las consecuencias de sus actos, y si les
importaría que resultaran funestos para alguien.