Título: Casa
Autor: Enrique Prochazka
Editorial: 451 Editores
120 páginas
14,50 euros
Decía Miguel Delibes que un libro remite a otro y éste a otros más y así sucesivamente. No es exactamente lo que ocurre con este libro de Enrique Prochazka, aunque también. Lo que provoca Casa en el lector es mucha curiosidad, deseo de saber. Es un libro lleno de referencias eruditas, de claves que hay que desentrañar, de sugerentes recomendaciones. Como esta de Richard Buckminster Fuller: “Si de veras quieren saber no sólo qué es sino que significa un domo geodésico, vayan a Labrador”.
El argumento es singular, creo yo. El protagonista, llamado Hal, se da un golpe en la cabeza con el resultado de que olvida los quince últimos años de su vida. Reside en una casa diseñada por él mismo, y su particular estructura le intriga. Piensa que si logra averiguar los secretos de su construcción podrá recomponer el pasado que le falta.
Las referencias comienzan pronto. El protagonista, como ya se ha dicho, responde al nombre de Hal, y el mayordomo, que aparece ya en las primeras páginas, al de Clarke, con lo que resulta inevitable pensar en el paralelismo con 2001: una odisea en el espacio.
Entre las múltiples referencias, o indicios dejados caer, que remiten al lector a otras obras cinematográficas o literarias, cabe destacar el de un extraño manuscrito que hay en la casa, que tiene el título de Mista'peo; está relacionado con el Albismo, una especie de movimiento o credo al que están adscritos Hal y su difunta esposa Anna.
Toda la novela se mueve en esos terrenos confusos, en los que los laberintos de la casa, las luces que en determinados momentos caen de forma concreta y precisa en algún punto de ella, dan pie también para que de algún modo se traten los asuntos incestuosos o masturbatorios, o sobre el mostruo que suele vivir en el centro de todo laberinto.
Junto a Hal, viven en la casa su hijo Ally, su hija Lynn, el citado mayordomo Clarke y un cochero.
Vicente Torres