Cualquiera
que esté al día del periodismo valenciano ha de conocer a Vicente
Torres. Crítico literario en Las
Provincias y en
Periodista Digital,
donde comenta desde su blog noticias de actualidad. También coautor
de 1978. El año en
que España cambió de piel
y autor de Valencia,
su Mercado Central y otras debilidades
y la novela Yo estoy
loco. Ha participado
en el libro de relatos Tus
colores son los míos,
en el libro de arte Enrique
Senís-Oliver y en
el libro colectivo Palabras
para Ashraf. Se
pueden leer artículos suyos en el blog Vientos
de las dos orillas y
en Informa Valencia.
Conviene destacar que tiene ya a punto El
Parotet y otros asuntos
en el que se atreve con la crítica de obras de arte. Con esta
trayectoria, como decía al principio, es difícil no haberse topado
alguna vez con los escritos de este autor valenciano.
En
el Diario de un
escritor naíf,
Vicente Torres se ha lanzado a una aventura que él mismo subtitula
como “experiencias, lecturas y meditaciones”, es decir un libro
cercano al ensayo, pero centrado más en el sujeto que en el objeto,
destinado a bucear en la esfera del autor más que en el mundo que lo
rodea. Es, además, un ensayo heredero del espíritu ilustrado, con
un punto volteriano, casi gamberro a veces, con voluntad de meter el
dedo en la llaga al lector. En este sentido, el escritor naíf se
transforma a veces en un escritor cubista que rescata las formas
esenciales de su discurso más profundo. Es necesario explicar al
lector que Vicente Torres es un periodista que no esconde sus
afinidades intelectuales con políticos como Rosa Díez o filósofos
como Fernando Savater, algo que, en estos días en los que todos
apuestan a caballo ganador, es como abrazarse al director de la
orquesta del Titanic. Esa posición ideológica tan marcada en sus
escritos, lejos de constituir un defecto, se erige en la mayor virtud
de este libro que requiere un punto de apoyo sólido en la
argumentación. No es que todas las reflexiones sean de índole
política, pero un escritor ilustrado no puede sustraerse a la
implicación política
en el sentido etimológico de esa palabra, como miembro de una
ciudadanía comprometida con la democracia y con la defensa de las
libertades y los principios fundamentales de la convivencia. No es de
extrañar, pues, que nuestro autor reclame desde sus textos la
coherencia en la lucha contra el terrorismo o que defienda la
separación real de poderes como garantía de una democracia real.
Atrincherado en esa posición, en el territorio hostil de ideologías
populistas y bipartidismos anclados en la alternancia cómoda en el
poder, Vicente Torres defiende la palabra leal y honesta de esa
minoría de políticos que no se dejan someter a la corriente del
pensamiento basado en la demagogia y en las promesas complacientes.
Pero
no todo es política en este diario-ensayo: se habla de libros, de
religión, de arte, de historias de la ciudad, de personas ilustres y
anónimas… En ese recorrido por la vida, el escritor muestra su
lado más ingenuo, más naíf, con una mirada amable y profundamente
humana. Esos pasajes llenos de cultura y de una erudición contenida
que no se exhibe, sino que se intuye entre líneas, el lector
encuentra el reposo que le permite abordar la siguiente lanzada
argumentativa, que se le presentará de improviso una o dos páginas
más adelante. Incluso quienes nos hallamos en una posición
ideológica distinta y distante del autor agradecemos que Vicente
Torres cuestione las premisas de un discurso político que las
televisiones han convertido en verborrea banal, llena de tópicos, y
que lo haga desde la retórica clásica, desde una argumentación
firme que no busca hacer amigos sino ser honesta con sus propios
principios.
Este
Diario de un escritor
naíf es sin duda el
mejor modo de acercarse al universo personal de este autor
imprescindible en el panorama periodístico valenciano. Quienes
conocemos sus artículos descubrimos en este diario algunas claves
que dan sentido a sus fobias y sus filias. También nos acerca a su
vasta experiencia vital, a su intensa vida cultural. Vicente Torres,
ilustrado volteriano en territorio hostil, escritor naíf atravesado
por las angulosas formas del cubismo, defensor de causas perdidas en
un mundo de arribistas, músico alzado en la proa del Titanic del
periodismo. No se lo pierdan.
Toni Solano. Abril 2017