Durante casi dos meses he estado arrastrando una deuda pendiente; la que contraje con Vicente de subir a "Vientos" el texto de la presentación que hice de su libro "2016 año bisiesto" en Madrid. Por fin encuentro la ocasión y los medios, así que espero que Vicente pueda colgar de nuevo la escopeta encima de la chimenea.
Hay ligeras diferencias con cómo fue la presentación de viva voz; uno no puede simplemente leer como un papagayo y al leerlo siempre suena diferente que al escribirlo, y algo se cambia, pero en esencia aquí está:
Buenas
tardes a todos.
Hoy
vamos a presentar el último libro publicado por Vicente Torres, que
es este señor que se sienta aquí a mi lado y cuya foto sale en la
contraportada. Cabe la posibilidad de que ustedes hayan venido aquí
interesados en el libro, en el autor o en su obra, así que todo esto
les sobra porque ya se lo saben.
Pero
si han venido casualmente a refugiarse a esta sala porque el clima
fuera les ha empujado, o porque (llevo un rato sin salir) fuera hay
una invasión alienígena o similar, debo decirles que Vicente es
valenciano, periodista y escritor, autor de varios libros y
colaborador habitual de Periodista Digital.
Yo
soy Pablo de Enrique, amigo suyo desde hace varios años, y se ve que
los amigos se le van acabando porque en estos momentos estoy yo, y no
otra persona, presentando este libro. No tengo experiencia literaria
más que como inveterado lector, ni méritos personales dignos de
ponerse en un currículum, no soy político, ni escritor, ni tengo un
blog de éxito, aunque Vicente hace muchos años que me conoce y
estoy seguro de que ha sido una decisión meditada y no desesperada.
Aunque cabe la posibilidad de que después de hoy ya no se atreva a
que nadie le presente libro alguno.
El
caso es que el libro que queremos presentar hoy, "2016 año bisiesto",
es un libro peculiar. No es una novela ni
un ensayo sobre un tema concreto, sino una colección de pensamientos
ordenados como un diario con 366 entradas, las correspondientes a los
días de un año bisiesto, como fue 2016.
Estas
entradas (y se lo he preguntado) no se corresponden con actos
concretos de esos días. Vamos, que si en una entrada alguien lleva
bufanda no es porque ese día hiciera frío, sino porque las bufandas
tapan bocas y cualquier día del año es bueno para que uno se calle,
o le animen a callarse. Salvo el 29 de
febrero que estoy casi convencido de que es la causa inicial de que
este libro exista. Poder felicitar el cumpleaños de Pedro Sánchez a
lo grande. :-P
Las
entradas tampoco se limitan a 2016, dado que citan hechos también
muy anteriores. El año y los días sólo son un marco literario.
No
es un formato nuevo en la obra de Vicente; el “Diario de un
escritor naif” tiene una estructura similar, aunque como él mismo
dice en la contraportada de esta obra, “2016” es menos anécdota
y más pensamiento. Otros libros suyos son recopilación de
artículos, como “Valencia, su mercado central y otras
debilidades”.
En
esta obra se apoya ocasionalmente en textos de algunos amigos y
conocidos, y en citas de prensa y pequeños fragmentos literarios que
facilitan a Vicente acomodar en el libro
los diferentes temas que va introduciendo para nosotros. Tampoco
es la primera vez que participa en colaboraciones, como con “Palabras
para Ashraf”.
Uno
de esos textos es mío. Me ha tocado el
24 de noviembre, fecha en la que tras mirar un poco en las
hemerotecas llego a la conclusión de que no pasó nada, pero es
el día en que toda la prensa se hace eco de la muerte de Rita
Barberá, el día anterior. Es difícil tener más competencia. Otras
colaboraciones son, por el ejemplo, el 28 de marzo de Jesús Landart,
amigo común sobre la hipóstasis. O el 10 de abril, de
Javier Aguado sobre
los jarrones chinos. Javier Guardiola,
notario mendozino con raíces
valencianas habla el 7 de junio sobre
la militancia, usando a Séneca como punto de partida.
Otros amigos como Toni
Solano o Carlos Blanco asoman también más de un día.
Las
entradas de este diario no son, como estamos diciendo, casuales. Son
completamente intencionadas.
Algunas,
como estas aportaciones de amigos que mencionamos, no tienen nexo en
común. Pero para eso ya se encargó Vicente de seleccionar sus
entradas y sus recuerdos. Y no tarda uno nada en darse cuenta de que
este libro tiene tema, o temas. No es un recuento de lo sucedido, no
es un diario, sino que es una presentación de las cuestiones que
siempre le han interesado, metidos en entrepán, que es como más
fácil se da a comer la sustancia. Pequeños trozos de unas pocas
líneas de ideas compactas, rodeadas de alguna anécdota ligera para
que sean más sencillas de tomar con la mano y morder.
Para
su castigo, citaré el 21 de junio, donde Vicente dice que “cada
palabra que se dice limita la libertad de movimientos en el futuro”.
Buenos grilletes te pones, Vicente.
Los
temas del libro se resumen con facilidad. Valencia, la educación y
la inteligencia, la deslealtad, el desprecio y ETA. O el bien y el
mal, lo que ustedes prefieran, aunque este último resumen es banal,
porque ¿acaso es posible escribir sobre otra cosa?
Política
también, por supuesto, pero eso es repetirme.
Algunas
entradas de diario no dicen nada, pero obligan a buscar. ¿Quién es
el Conde de Aresti, mencionado el 15 de marzo, y qué listón es ese?
Otras
son consejos. El 24 de enero, por ejemplo. 11 de febrero. “La
sabiduría...”
Unas
cuantas entradas describen lugares y personas que existieron alguna
vez pero ya no, porque casi todas las descripciones son en el pasado.
Nostalgia, supongo. Las personas son muy a menudo anónimas, pero los
paisajes son siempre valencianos, así que voy a suponer que las
personas también.
Algunas
entradas valencianas tocan el catalanismo, inevitable. Y Joan Fuster,
que se lleva una buena ración de toques.
Y
no deja de ser interesante orgullo valenciano recordar, el cinco de
mayo, que Valencia tuvo durante tres siglos y medio el mayor
prostíbulo de Europa. Y al día siguiente la triste discriminación
que sufrían en su acceso los que no eran cristianos. Se ve que a los
moros y judíos hacía falta salvarles del pecado. Supongo que para
compensar también habla del café de España, también de Valencia,
como café más lujoso de Europa. Algo había que hacer por las
tardes.
También
hay bastantes días en que se recuerda a las víctimas de ETA. Me da
la impresión de que son algunas de los más sentidos de Vicente. La
mención al conde de Aresti del 15 de marzo o la cadena del 4 al 6 de
junio, por ejemplo, pero no se puede pasar muchas páginas sin
encontrarlas.
Pero
la gran mayoría se centran en el dolor de la injusticia, la
deslealtad, la traición o el desprecio a los demás. Es el tema más
frecuente de las entradas del libro, incluso de las que quieren decir
otra cosa, Valencia, la educación o ETA.
2
de marzo o el 3 de agosto, el bien y el mal, 13 de junio, el
desprecio. Hay unas cuantas sobre lo que hacen algunos que se sienten
mejores que los demás, y que pueden permitirse imponerse por su
posición de poder. Un cardenal, el 29 de octubre (no parece, por
cierto, que la iglesia sea santo de su devoción). El 20 de octubre,
el 12 o el 13 de agosto.
A
veces tenemos pequeños ciclos, como cuando del 8 al 10 de marzo se
habla de Cela y Dominguín. Curiosa unión. O de Cervantes (que
aparece varias veces a lo largo de la obra) los días 29 y 30 de
marzo. Y un pequeño ciclo femenino del 5 al 8 de abril. O
digresiones un poco más largas como el extracto de entrevista del 14
de abril.
La
cadena de 27, 28, 29 y 30 de abril comienza con las palabras que ya
se han hecho tan famosas de Jordi Pujol de “el hombre andaluz no es
un hombre coherente, es un hombre anárquico”. Desde luego la
política no falta en estas páginas, sobre todo porque si el hilo
conductor del libro es la deslealtad y el desprecio, difícilmente
podría evitarse.
Buena
parte de este libro es amargo. No podría ser de otra manera. Los
pensamientos de muchos de los días de este año bisiesto los
protagonizan personas que traicionan y decepcionan, que derrochan
cualidades que podrían utilizar para algo mejor. Eso cuando no son
directamente dañinos y malvados. Psicópatas en un mundo orwelliano.
Menos mal que de vez en cuando se entremezcla la anécdota suave y el
recuerdo, pero no se si no es peor porque así facilitan el trago de
lo que en realidad no es aceptable.
Reto a Vicente a que su
próxima obra sea, en compensación, una comedia.
Terminaré
esta presentación con una entrada de autoayuda, que también hay.
Los consejos del 28 de junio son prácticos. Recomiendo al público
la práctica del uno y el tres. Yo voy a practicar el sexto, y me
callo ya mismo.
Muchas
gracias.