Sorprendentemente, esta señora,
antisistema convicta y confesa, presume de ser un cargo electo. Como
si reclamara algún privilegio, como si hiciera constar que pertenece
a una casta.
Eso es lo que dan de sí las mentes
limitadas, propiedad de personas llenas de egoísmo y frustración.
Una persona equilibrada y responsable
sabría que ser un cargo electo equivale a tener responsabilidad
sobre una serie de cuestiones y a estar obligada a tener un
comportamiento digno de ese cargo.
¿Cómo se le podría explicar a esta
señora lo que es un comportamiento digno? A la vista de la afición
que tiene a olerse los sobacos y a estar en contra de la ley y de
incitar a otros a que incumplan la ley parece una tarea ya no propia
de Sísifo, con eso de subir una y otra vez la roca, sino que más
bien da que pensar en una utopía. Lo de civilizar a Ana Gabriel
parece un empeño imposible de cumplir. Si hubiera sido uno de los
doce trabajos de Hércules, el héroe habría dimitido antes de
empezar. Si la metieran en la jaula de los monos de un zoo, los
primates escaparían todos o harían lo posible por escapar, o se
volverían locos del terror. ¡Cielo Santo!
Ana Gabriel sólo puede estar entre los
suyos, que están en el mundo para contradecir la Teoría de la
Evolución. ¿Cómo que los monos evolucionaron al bajar del árbol?
¿No sería al revés?
Alguna de las señoras que escriben en la
prensa ha optado por defenderla, pero no alude para ello a sus
disparates, sino a su condición de mujer. Otro elemento podemita que
se disfraza de equidistante la defiende criticando que haya censura
cuando sólo se ha evitado que haga publicidad de un acto ilegal.
En España abundan los pájaros de cuenta
que se pasan las leyes por el arco del triunfo en nombre de la
libertad de expresión y la democracia.