«Hay quien pregona su ‘fe’, pero luego actúa como si Dios no existiera, cuidando solo de sus intereses mundanos. Hay quien hace gala de no creer en Dios y una vez que lo ha matado ya le da lo mismo siete que diecisiete, puesto que no prevé que tenga que rendir cuentas a nadie. Hay quien avisa de que es ateo, pero procura seguir los dictados de su conciencia, como si ésta hubiera ocupado el vacío que ocupaba Dios».
«No vislumbré el menor asomo de bondad en su mirada y ni un atisbo siquiera de interés por el prójimo, sino tan solo por su capricho y su conveniencia. La sonrisa burlona que decoraba su rostro ocultaba al mismo tiempo la negrura de su alma».
«Calificar a alguien como mediocre, por motivos sectarios además, de modo traicionero y en una ocasión en que no procede indica que la mediocridad está en quien lo hace, porque la falta de elegancia y gusto por las emboscadas son propios de quienes tienen esa condición».
«El sectarismo y la obsecuencia pueden servir de ayuda para vivir mejor, pero son propios de gente mediocre».
«Si existe, Dios es la Razón. Desoír o desechar argumentos porque no convienen es ofender a Dios. En el capricho y la conveniencia, está el diablo».
«Son muchos los que niegan a Dios, pero creen en el diablo. Para ellos, el diablo siempre es quien se les opone».
«Hay quien exprime su capacidad innata para escribir de forma bella y alcanzar cotas sublimes, llenas de sensibilidad y hasta religiosidad, pero en realidad el prójimo, el lector de sus libros, no le importa más que como público que aplaude. Lejos está de sentir algún tipo de interés o curiosidad por las almas ajenas».
«Hay quien se las da de asequible y presume de ateo, pero en realidad solo acepta aduladores que le hagan creer que es Dios».
«Hay mamones que alardean de religiosidad y sin duda esperan conseguir con esta actitud que Dios les privilegie».