Hay un reportaje titulado ‘Somos los
últimos pistoleros’ en el que Pérez-Reverte dice: «Sí, pero
desconfío de la condición humana.». Esta es la principal
diferencia que tengo con él.
Aunque parece una actitud más literaria
que vital, porque luego su comportamiento la desmiente (lo que
insinúan los otros protagonistas en el mismo reportaje): está en
twitter para no perder el pulso de la calle, le encanta el mar, es un
trabajador incansable, está al corriente de la actualidad...La
contradicción forma parte de la condición humana. Si desconfiara
tanto como dice, comenzaría por dudar de sí mismo, y da la
impresión de que al menos hasta cierto punto mantiene la confianza.
Habrá visto muchas vilezas en las
guerras, claro, aunque no hace falta ir a la guerra para saber que
hay gente vil. Yo mismo le puedo presentar a unos cuantos capaces de
ponerle los pelos de punta al mismo Satanás, pero es que el mal siempre es
muy aparatoso, necesita hacerse ver para triunfar. Pero también en
las guerras, y fuera de ellas, hay personas heroicas, abnegadas,
llenas de bondad, cuyos actos a menudo no tienen premio ni
reconocimiento alguno. Suelen pasar desapercibidos, ignorados o
menospreciados, pero ahí están, haciendo posible que la humanidad
perdure. Estas personas dan menos juego en la literatura, pero son
las que permiten mirar la vida con optimismo.
Fuera del asunto principal, en ese mismo
reportaje se habla de la palabra favorita. De entre las que me
gustan, propondría conticinio, de difícil aplicación en la
actualidad. Remite a la noche, tan sugerente y poética, y a
silencio, el más bello de los sonidos, que permite a la mente volar
hacia donde quiera, sin que nada la perturbe o dirija sus
pensamientos. Conticinio es la hora de la noche en que todo está en
silencio, quizá una hora que en otro tiempo fuera cotidiana, pero
que en la actualidad, en ciertas zonas del planeta, pueda
considerarse como utópica, e incluso mágica.