Quiso una gitana leer la palma de mi mano para adivinarme el futuro, pero a lo mejor no está bien decir que era una gitana, aunque fuera una gitana, lo sé porque todo en ella indicaba que era una gitana, digamos que reivindicaba su condición de gitana, aunque también alguien puede interpretar que pienso que sólo las gitanas adivinan el futuro de las personas y no es así, porque también conocí a una costarricense que vivía de eso e igualmente quiso descifrar mi futuro, pero a lo mejor no era de Costa Rica, sino de Nicaragua, pero tampoco pienso que sólo sean las gitanas y las centroamericanas las que tienen estas habilidades, ni que tampoco sean siempre señoras quienes lo hagan. Podría ser un caballero de Jaraco o de Denia, quien se dedicara a este arte, pero me doy cuenta que me he creado otro problema, porque he puesto Jaraco en español y tampoco he puesto el palito en Denia, a pesar de que estoy escribiendo en español, pero no se soporta. Ellos, los guardianes de las esencias, los vigilantes de lo políticamente correcto, pueden escribir Ssaragosssa, Cadiss o Tauledo y no pasa nada, porque son ellos los que controlan el tinglado, los que se cabrean cuando alguien escribe Torrente o Fuente la Higuera, porque cuando ellos dicen Mursia nadie se queja, a lo mejor se ríe, pero nadie lo ve. Decir La Coruña es peligroso, y Ademuz, lo mismo.
Estas cosas antes no pasaban. Hablo de 1920 o de 1832, cuando estábamos mucho más atrasados, vivíamos a nuestro aire, sin esos problemas que genera el conocimiento exacto de las cosas. Si no ponemos el palito en la e de Denia, es como si Denia no estuviera en el mismo sitio, como si estuviera suspendida en el aire… Qué cosas se nos escapaban en el pasado. Hasta hubo un tiempo en que pensábamos que la tierra es plana.
El caso es que todo esto tenía que ver con mi futuro, con la adivinación de mi futuro. Pero si no lo conociera yo...