Vivimos
en un mundo en el que no resulta raro ver a gente mezquina, taimada,
engañosa, o tan dominada por el odio que quisiera ver destruido al
objeto de este odio, sea persona, animal o cosa. De pronto hay
una exposición de Willy Ramos y es como si con su obra quisiera
decirle a toda esta gente de segunda fila que hay un camino mejor que
el del afán de destrucción. El mensaje de este pintor colombiano
afincado en Valencia es de optimismo y generosidad. El comisario de
la exposición en el Centro del Carmen, Eduardo Alcalde, convendrá
con esta apreciación mía.
Esa
generosa invitación al optimismo de que hace gala el pintor no se
dirige a personas concretas, como es el caso de la gente mezquina,
que los hace según a quién. La generosidad del pintor, como la de
los donantes de sangre, es para el universo. Cualquiera que se
acerque a contemplar la exposición, o se tropiece con alguno de
ellos en otro lugar recibe una ración de amor a la vida.
Los
títulos de sus cuadros son significativos. Reproduzco algunos de
ellos: Jardín azulado, Pienso en ti, Verde para estar juntos, Flores
amorosas, Jardín para Carmen, Río de Flores, Jardín pintado para
ti, Amor escondido (que es el que reproduzco).
La
exposición se titula 'La memoria del color'. Su pintura viene a
mostrar la alegría del pueblo colombiano que en este punto viene a
coincidir con la de la Valencia en que vive. Todo el colorido de las
Fallas hermanado con la alegre belleza colombiana. La gran sala del
Centro del Carmen que acoge hasta el próximo 28 de septiembre las 45
obras del artista, entre las que hay óleos, dibujos y esculturas, es
una fuente de vitalidad para sus visitantes.
Willy
consigue que los colores más fuertes y más agresivos en otros
contextos, hablen dulcemente situados en sus jardines, o dando forma
a las flores, que no están en sus cuadros para que admiremos su
belleza, sino para mostrarle al espectador que la vida es bella y que
merece ser vivida por encima de todo.
Con
los hierros y con las maderas también sabe crear un mundo amable y
sugerente, de mujeres bellas y sueños hermosos.
Vicente
Torres