“La historia del Hombre es solo la historia
de unos cuantos crímenes” (Voltaire)
El hombre es hijo de su pasado mas no su
esclavo
y es
padre de su porvenir
Viktor
Frankl (creador de la logoterapia)
No es ninguna novedad decir que el
Coronel Juan Domingo Perón, junto a los Generales Pedro Pablo Ramírez y Edelmiro
Farrel, cuando llevaron adelante la Revolución de 1943 que derrocó al gobierno constitucional de Ramón
S.Castillo, daban inicio a un nuevo
capítulo en la Historia de los contenidos políticos de la Argentina. Se trataba
nada más y nada menos que del advenimiento del nacional-socialismo en
territorio criollo. La extensa documentación y bibliografía política que acredita
y justifica esta aseveración, resulta hasta redundante con solo observar la
estética de los gestos y del discurso político que tanto Evita como el mismo
Perón pronunciaron a lo largo de su hegemonía.
Sabido
es que 1939 y 1942 Juan Perón acude a los discursos de Mussolini como agregado
militar en Italia, en donde queda fascinado con la popularidad y el uso del
mensaje directo hacia enormes multitudes que hacía el Duce. Sabido es también
que en 1943 la señora Eva Duarte tomó contacto directo con la cúpula jerárquica
del gobierno alemán, dirigido en plena Segunda Guerra Mundial por Adolfo
Hitler, autor del más grande genocidio que conoce la historia de la humanidad.
La comunicación permanente y el afecto sin disimulos hacia el dictador de
España, el General Francisco Franco, llegando a 1950, ya era expreso y contundente.
Finalizada la guerra, comienza una
trama histórica conocida como “La ruta de las ratas”, que no fue otra
cosa que la acción internacional tendiente a salvar de la justicia a cientos de
criminales de guerra nazis, y por supuesto, con una consecuente
contraprestación en oro y divisas que enriquecerían a quienes colaboraran con
la misión. Así fue que en Argentina, se establecieron, con el beneplácito del Presidente Perón, un
número considerable de militares alemanes, entre ellos -y entre tantos más- los
jefes nazis Erich Priebke, Reinhard Koops, Carl
Vaernet, Adolf Eichmann, y Josef
Mengele, conocidos por haber sido los creadores, inspiradores y
ejecutores del masivo exterminio de judíos. Eva Duarte fue su salvoconducto
luego de la puesta en marcha de la maquinaria para salvar nazis desde la
neutral Suiza y desde la España fascista. Es en su viaje a España de 1947
precisamente cuando se reúne para diagramar la tarea, con el coronel nazi Otto
Skorzeny, refugiado en el gobierno de Franco.
La
suerte estaba dada: La República Argentina inauguraba una nueva etapa de su
historia y abandonaba la considerada “vieja, ramplona y oligárquica” república liberal
para convertirse en una especie de resurrección nacional-socialista al uso
criollo en la tierra del General San Nartín, de Belgrano, de Moreno y de
Sarmiento.
Los
sindicatos unidos bajo la mano del carismático líder, fueron el brazo fuerte de este fascismo vernáculo, y
dieron el espaldarazo al flamante sistema devenido ya en régimen. Inmediatamente llegaron los textos obligatorios
para la escuela primaria en los que se enseñaba a leer las primeras letras y a
decir “Evita me ama”, el adoctrinamiento de la juventud al estilo de los “flechas”
de Falange Española, la cercanía con los sectores más poderosos de la Iglesia
–de la que luego se distanciaría-, el
uso de la palabra “compañero” tan coloquial y amigable como su similar “camarada”
que usaron los alemanes y los falangistas españoles, los símbolos patrios se
mezclaron con símbolos partidarios, la canción de sus seguidores en ritmo de
marcha militar, la estatización de los medios de producción, la ingerencia del
Estado en todos los ámbitos de la vida de los ciudadanos, la demonización del
adversario hasta su persecución y encarcelamiento, la restricción de la
libertad de prensa, el control de los medios de comunicación, las
gigantografías, los estandartes, los actos multitudinarios en Plaza de Mayo y toda una estética del poder hacía suponer,
que se inauguraba una dictadura fascista en Argentina. Hoy, a más de sesenta
años de aquellos días, la matriz ha quedado intacta.
Sin
embargo, debe destacarse y debo reconocer, que será justamente el aditamento
criollo, la manera de dulcificar la violencia y el fanatismo innatos del que
estuvieron hechos aquellos movimientos de masa originados en Alemania, Italia y
España. Tanto fue así, que el gesto descompuesto de los líderes de aquellas
naciones, fue desapareciendo de la impronta peronista gracias a la figura
maternal de Eva, a la sonrisa del líder, a la doctrina social de la iglesia, nutriente
parcial del nuevo modelo, y al acercamiento a posiciones vinculadas al tercer
mundo, al que Perón prefirió llamar tercera
posición; pero fue sobre todo, gracias a la natural vigencia de un estado
de convivencia multirracial y multicultural dada en la Argentina desde fines
del siglo diecinueve. Esa suavidad
criolla y la elasticidad del Movimiento -hasta el punto de aceptar en la misma
casa doctrinal al Che Guevara y a María julia Alsogaray- han sido la clave de la permanencia del
justicialismo, que se distancia de la dureza original fascista, digamos que se
humaniza, por no haber ejecutado matanzas de adversarios. Pero el molde ya
había sido creado, y no se ha ido aún.
José
Antonio Primo de Rivera, en el punto 26 de Falange Española, parafraseando y
tergiversando a Séneca, expresa que “la
vida es milicia”. ¿No fue acaso este resabio, recogido por Montoneros en el
70 y por los soldados de Cristina en la actualidad? La transcripción autóctona
del precepto, hoy, como en 1945 sería: “La
vida es militancia”
En el
título de este artículo de opinión se hace referencia al término “Kapos”. Se
trata de un apócope de la construcción de origen alemán Kameraden
Polizei, que señalaba
a aquellos judíos colaboracionistas, que para salvar sus propias vidas o
hacerlas mejor, arribaban a estamentos dirigenciales de menor importancia dentro
de la jerarquía nazi o en los campos de exterminio, ejerciendo una función
especialmente delatora y de policía sobre y contra sus paisanos. Este tipo de ser
humano queda perfectamente descripto en el libro de Viktor Frankl “El hombre en busca de sentido”. El
Régimen peronista de entonces y de hoy, mantiene estas características paradojales
también: es la Argentina de Perón en 1949 la que abre la primera Embajada
Isrelí del mundo, José Gelbard fue ministro de Perón, Carlos Corach y Alberto Cohan
ocuparon sitiales de preferencia en el gobierno justicialista de Carlos
Menem, hoy Axel Kicillof dirige la nueva
y nacionalizada YPF y hasta hace muy poco el mediático y discutido Sergio
Schoklender manejaba los fondos de la ultrakirchnerista agrupación Madres de
Plaza de Mayo, solo por citar unos pocos casos. ¿Cómo resolvieron sus
contradicciones, qué pensaron todos estos kapos
gauchos cuando en sus casas oyeron hablar del entramado y bochornoso
episodio histórico de “La ruta de las
Ratas? El ser humano es un despliegue infinito de Paradojas.
Francisco Javier Guardiola