Las fotos, y sobre todo en estos tiempos en que la técnica nos permite comunicarnos con gentes que viven a miles de kilómetros de distancia, sirven en un principio para que el interlocutor tenga alguna idea de con quién está hablando. Pero proporcionan más información de la que se podía imaginar.
Felipe VI da idea de ser muy educado, respetuoso, cordial… Inspira confianza. Cada uno tiene la educación que ha sido capaz de asimilar o procurarse por su cuenta y en este caso cabe decir que el resultado final ha sido óptimo.
En contraste, están esos rufianes que, literalmente, se desparraman en sus sillones en el Congreso adoptando una actitud que pretende ser de chulería, pero que se queda en incompetencia. Con sus críticas al Rey demuestran que son incapaces de captar la distancia que hay entre unos y otros. Hay personas cuya fotografía delata su clasismo y su elitismo y las hay que cojeando de este mismo pie presentan una foto en la que pretenden pasar como seres santurrones. Las hay que sonríen, pero su sonrisa no es franca, sino que encubre una prepotencia y una agresividad, que no por contenidas dejan de ser inquietantes. Los hay que tienen cara de beata constreñida que denota un peligro relativo. Y hay quien en su imagen se muestra dispuesto a batirse en duelo dialéctico con quien sea, pero en otra deja traslucir un rencor en la mirada que es síntoma de males profundos. Y hay quien se presenta doliente y despistado en torno al origen de sus males.
Alguna vicepresidenta del gobierno se sirve de la piel de vaqueta en lugar de los afeites tradicionales, mientras que su señorito opta directamente por el cemento armado. Hay quien aparece con un engreimiento fuera de lugar, y quien presume de una seguridad en sí mismo que no tendría si sus circunstancias fueran otras. No faltan esas personas a las que se les ve una calculadora por cerebro.
Ni esos oteguis en los que se adivina, a partes iguales, la sed de sangre y el miedo, o esos coletudos que tienen prisa por llegar al infierno.
Las fotos revelan más de lo que se piensa.