- Siempre que alguien me ha dicho que es creyente, lo cual ni me va ni me viene, luego, más pronto que tarde, ha puesto de manifiesto su intención de hacer sangre.
- Ni me va ni me viene la adscripción de alguien a lo que sea porque lo único que me importa es su comportamiento.
- Quien se declara creyente y luego - Siempre que alguien me ha dicho que es creyente, lo cual ni me va ni me viene, luego, más pronto que tarde, ha puesto de manifiesto su intención de hacer sangre.
- Ni me va ni me viene la adscripción de alguien a lo que sea porque lo único que me importa es su comportamiento.
- Quien se declara creyente y luego pretende hacer daño piensa que Dios es idiota.
- Penetrar en el cerebro de estos creyentes debe de ser lo mismo que hacerlo en el de esos que se dicen demócratas y son sectarios.
- O en el de esos idiotas elitistas que se creen de una casta superior (no se han percatado de la vergüenza que pasarían si alguien que consideran inferior les sacara las castañas del fuego en un caso de apuro).
- Si existe Dios, está en el corazón de todas las gentes, incluso en el de alguien tan malvado como Otegui. Lo que pasa es que estos bellacos no lo ven.
- Todo lo que se le puede desear a gente como Otegui, al margen de lo que determinen las leyes, es que recapacite, comprenda su atrocidad y se imponga la tarea de reparar el daño hecho.
- Para comprender lo ridículo que es el narcisismo, basta con fijarse en Pedro Sánchez.
- Sin embargo, abundan. Los narcisistas se tienen por infalibles. Los hay que de cada cien casos pueden acertar noventa y ocho o noventa y nueve. Pero no se dan cuenta de sus errores y piensan que han acertado los cien. Luego dicen que Dios no existe. Les bastaría con mirarse al espejo para verlo.
- Los que aceptan a los aduladores, aceptan la trampa. Que sean tramposos no les impide querer ‘arreglar’ el mundo. Ni repartir credenciales de esto o lo otro.
- La verdad no interesa a casi nadie. Y a los que menos, generalmente, a los que se declaran creyentes.pretende hacer daño piensa que Dios es idiota.
- Penetrar en el cerebro de estos creyentes debe de ser lo mismo que hacerlo en el de esos que se dicen demócratas y son sectarios.
- O en el de esos idiotas elitistas que se creen de una casta superior (no se han percatado de la vergüenza que pasarían si alguien que consideran inferior les sacara las castañas del fuego en un caso de apuro).
- Si existe Dios, está en el corazón de todas las gentes, incluso en el de alguien tan malvado como Otegui. Lo que pasa es que estos bellacos no lo ven.
- Todo lo que se le puede desear a gente como Otegui, al margen de lo que determinen las leyes, es que recapacite, comprenda su atrocidad y se imponga la tarea de reparar el daño hecho.
- Para comprender lo ridículo que es el narcisismo, basta con fijarse en Pedro Sánchez.
- Sin embargo, abundan. Los narcisistas se tienen por infalibles. Los hay que de cada cien casos pueden acertar noventa y ocho o noventa y nueve. Pero no se dan cuenta de sus errores y piensan que han acertado los cien. Luego dicen que Dios no existe. Les bastaría con mirarse al espejo para verlo.
- Los que aceptan a los aduladores, aceptan la trampa. Que sean tramposos no les impide querer ‘arreglar’ el mundo. Ni repartir credenciales de esto o lo otro.
- La verdad no interesa a casi nadie. Y a los que menos, generalmente, a los que se declaran creyentes.