Al contrario de lo que ocurre con otros,
a Gustavo Bueno conviene tenerle en cuenta y meditar sobre lo que
dice. Si Zapatero lo hubiera hecho, nos habríamos ahorrado muchas
incomodidades. Al no hacerle caso, el entonces presidente hizo bueno
el diagnóstico del filósofo.
Concedió una entrevista al diario Abc,
bastante larga y habla de muchas cosas. Lleva por título «En España
tenemos el cerebro hecho polvo». Al final de la entrevista le
preguntan por la envidia su respuesta es que ha visto más
imbecilidad que envidia.
Dejando aparte la posibilidad de que haya
querido menospreciar a sus detractores, la envidia existe y muchas
veces causa grandes perjuicios. Otra cosa es que quienes se dejan
llevar por la envidia sean estúpidos y lo son porque se degradan por
no saber controlar sus pasiones.
Quienes actúan así suelen minimizar sus
actos, como si fueran cosas sin importancia. En el caso extremo de
hayan llevado a al suicidio a alguna de sus víctimas suelen alegar
que es culpa suya, porque ya estaba mal anteriormente. Han actuado
del mismo modo con otros y no ha pasado nada.
Otra cuestión a tener en cuenta es que
lo que más envidia genera es la bondad. Muchos pueden pensar que es
la inteligencia, cosa que no es cierta porque está muy bien
repartida en el mundo. Todos están conformes con la que tienen. La
bondad, en cambio, sí plantea problemas. Contra lo que muchos se
empeñan en creer, tener bondad no consiste en estar bobo, sino en
ser capaz de hacer cosas que requieren mucho esfuerzo y que redundan
en beneficio de los demás y también de quien las lleva a cabo,
porque fortalecen su espíritu, le dan confianza en sus fuerzas. Todo
ser humano necesita creerse bueno, salvo quizá los psicópatas, que
funcionan de otra manera. Cuando alguien tropieza con una persona
verdaderamente buena es como si se situara ante un espejo, que le
devuelve una imagen que no le gusta. Los hay que se vengan.