En
‘2016. Año bisiesto’ puse esta frase: «La
sabiduría es como un objeto precioso puesto en un escaparate que
todos alaban al pasar y casi nadie compra».
La
había puesto antes en este mismo blog y puede que sea mía, puesto
que nunca la he visto escrita en otro sitio.
El
caso es que muchos se identificaron con ella, lo cual indica que son
muchos los que se creen sabios. Tengo
la impresión de que al menos uno de ellos me considera lerdo, y este
detalle trae a colación el narcisismo. Supongo
que un narcisista solo capta aquello que alimenta su ego, aunque
también puede prestar atención a quienes le pueden favorecer
materialmente.
Todo
el mundo se cree sabio, pero la sabiduría es incompatible con el
narcisismo, con el infantilismo, con la servidumbre voluntaria.
«Con
el amigo, siempre; tenga o no tenga razón», es
un dicho que todo el mundo repudia, cuando se le inquiere, pero
que de
modo inveterado
se cumple prácticamente en todos los casos, lo
que da un cuadro de parcialidad, despotismo o injusticia. Actúan de
este modo, entre otros, profesores de ciencias exactas, de filosofía,
de teatro, o de cualquier rama del derecho. Lo
señalo para hacer constar que no se trata de personas sin
instrucción, sino que por lo general utilizan sus titulaciones con
prepotencia. Albarda
sobre albarda, se llama la figura, según creo recordar.
La
siguiente deducción es que estas personas necesitan ser alabadas,
lisonjeadas, ensalzadas …, y a lo mejor no les molestaría que se
les rezara. Todo
lo que sirva para halagar sus egos lo reciben con gusto.
Lo
que ya no les gusta tanto es que se les proponga que ingresen en la
adultez, que tomen en serio lo que hacen, a los demás, que salgan de
ese mundo onírico en el que viven, para
actuar de modo consecuente.