martes, 19 de febrero de 2008

Satélites

En octubre del año pasado se cumplieron cincuenta años del lanzamiento al espacio del Sputnik 1. Este episodio significó el inicio de las telecomunicaciones vía satélite, de la observación del clima a nivel global y de la astronomía con base en el espacio, al igual que de los viajes tripulados. Pero también abrió las vías de otras posibilidades no tan benignas.
El mes pasado se dio a conocer que un satélite espía estadounidense que se encuentra fuera de control caerá a La Tierra a principios de marzo. Existe la posibilidad de que algunos fragmentos no se desintegren a su entrada a la atmósfera.
Y, precisamente el 11 de enero del año pasado, de acuerdo con fuentes estadounidenses, China realizó una prueba de un arma anti-satélites, habiendo destruido el Feng Yun 1C, un satélite meteorológico obsoleto lanzado por el gobierno chino en 1999. A pesar de que el portavoz del ministerio de exteriores chino declarara que China se opone a la competencia militar en el espacio, los objetivos de la prueba no han sido aclarados. La destrucción de este satélite dio lugar a la existencia de más de 100 000 piezas de desechos en la órbita baja terrestre, la mayor parte de los cuales permanecerá durante décadas, significando un riesgo para otros satélites.
Este hecho hizo que algunos pensaran que era momento de replantearse el tratado sobre el espacio ultraterrestre, de 1966, que plantea que el espacio debe ser accesible a la exploración y uso con fines pacíficos por parte de la comunidad internacional.
Este 14 de febrero, oficiales del Pentágono, la Casa Blanca y la NASA anunciaron un plan de derribar su satélite espía utilizando un misil desde un barco en el momento en que se encuentre a 240 kilómetros de alto. El plan ha sido descrito como una represalia cínica en respuesta a la prueba de China. Científicos y expertos en control de armas temen que la operación cree escombros dañinos y que debilite los esfuerzos internacionales por prohibir la carrera armamentista en el espacio.
El satélite, que pertenece a la Oficina de Reconocimiento Nacional en Virginia, se quedó fuera de control después de su lanzamiento en diciembre del 2006.
Segun James Jeffrey, asistende del presidente y segundo consejero sobre seguridad nacional, el derribo es necesario para prevenir la dispersión de unos 450 kilogramos de hidrazina, combustible peligroso de lanzamiento. Si el combustible sobrevide a la reentrada, podría dispersarse sobre un área de 20 000 metros cuadrados, aunque "la posibilidad de que el satélite caiga en un área poblada es pequeña", dice. "Sin embargo, si el satélite cae en un área poblada, existe la posibilidad de muertos o heridos". El pentágono niega que el derribo es para proteger tecnología clasificada.
Pero los científicos cuestionan la decisión. Jonathan McDowell, astrónomo del Harvard-Smithsonian Center para la astrofísica en Cambridge, Massachussets, piensa que “ellos están haciendo esto para decirle a los chinos que podemos volar un satélite también, esto le da a los Estados Unidos una cobertura para hacer una prueba”.
La detonación probablemente tendrá lugar en las siguientes semanas, aunque no antes de retorno del transbordador Atlantis, que se espera que regrese de la Estación Espacial Internacional el 20 de febrero.
El satélite errante está a una órbita mucho más baja que la del chino, y por lo tanto los desechos tendrían una vida más corta y menos probabilidad de cruzarse en el camino de otra nave espacial. Pero también es 2,5 veces mayor que el chino, así que creará más desechos.
El anuncio llega sólo dos días después de que Rusia propusiera un tratado, respaldado por China, de prohibir la utilización de armas en el espacio.
Fuentes:

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