Por Francisco Javier Guardiola
"El pensar es una forma de resistencia contra la manipulación y el control"
(Hannah Arendt)
Hemos leído y escuchado en la letra y en la voz de formados políticos, de historiadores y periodistas, en los diarios, en la radio, en las mesas familiares, en las charlas con amigos, los conceptos “izquierda y derecha”, una infinidad de veces. Finalmente, hemos terminado colocando en uno o en otro lugar, a la centro-izquierda y a la centro-derecha, a la izquierda revolucionaria, a la derecha republicana, al eurocomunismo, al socialismo del siglo XXI, al neofascismo, al neo liberalismo, a la socialdemocracia, al liberalismo social y por fin, al comunismo y al fascismo a secas.
Borges en su cuento “El idioma analítico de John Witkins”, nos dice: “…no hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural…” Apelo a su autoridad solo para decir que todo lo antes dicho, queda bajo esta regla de las clasificaciones binarias, insuficientes e imprecisas. No tengo dudas, tiene que haber otra manera de hablar en política. Las alocuciones izquierda y derecha nos llevan a la Revolución Francesa, cuando en agosto de 1789, en la Asamblea Constituyente, quienes querían abolir la monarquía se sentaron a la izquierda del que presidía la asamblea, y quienes querían mantenerla, se sentaron a la derecha. Luego de estos episodios ocurridos tan solo hace doscientos cuarenta y cinco años, se hizo algo común hablar de izquierda para identificar una posición reformista, revolucionaria o progresista, y de derecha para identificar una posición conservadora, reaccionaria o contrarrevolucionaria. Tal vez sea hora de barajar y dar de nuevo en esto de las ideas y su reflejo en el lenguaje. Más aún si pensamos que la historia política de la humanidad, tiene miles de años y no doscientos cuarenta y cinco, que fue cuando se produjo aquello de la Asamblea Constituyente en Francia. ¿O acaso Pericles hace dos mil quinientos años no hacía política? Nadie por entonces hablaba de izquierdas ni de derechas.
Si digo que estoy de acuerdo con que el Estado se ocupe de la salud y de la educación públicas, y que sea el responsable exclusivo de la fuerza y la Justicia, pero al mismo tiempo digo que me complacen las reglas del libre mercado… ¿En qué categoría entraré? Veamos otros ejemplos. Si creo en la libertad individual, en la propiedad privada, en la libre expresión, en la declaración universal de los derechos del hombre, en que no debe existir censura previa a la prensa y que la misma debe ser independiente del poder del Estado, pero también digo que el Estado puede y a veces debe participar en la propiedad de algunos medios de producción estratégicos, o que debe ser un regulador y planificador de la economía y pondero el contenido del artículo 14 bis de la Constitución Nacional establecido en la reforma de 1957 (la participación obrera en las ganancias de las empresas, entre otros derechos laborales), hecha en un gobierno de facto… ¿Seré de izquierdas o seré de derechas? Si creo que debe existir libertad de consciencia… ¿A qué sector geométrico de las ideas pertenezco? ¿Y si digo que no deben promoverse las ideas religiosas desde el Estado bajo ningún pretexto? ¿Seré de izquierdas o seré de derechas? Un ejemplo claro de esta última dicotomía que menciono se vio en la primera presidencia de Julio A. Roca al promulgar las leyes de Matrimonio Civil y 1420 de Educación común, laica, gratuita y obligatoria, que trajeron como consecuencia la ruptura de relaciones con el Vaticano. Roca, liberal por estar a la vanguardia de las ideas acerca de cómo organizar la sociedad y el Estado y al mismo tiempo conservador por mantener un orden económico y político establecido… ¿Era de izquierdas o de derechas? Esta idea borgiana de que cualquier clasificación que se haga será arbitraria y conjetural, toma forma en este relato. Y encima aparecen nuevos paradigmas y conceptos: el feminismo, las políticas de género, la diversidad sexual, que en los últimos quince o veinte años se han instalado como temas de primera plana en el mundo; también se habla de los grupos incels y de la manosfera (célibes involuntarios y sitios web que enfatizan la masculinidad) como una reacción al feminismo. Se empiezan a considerar sujetos de derecho a los ríos, a los bosques naturales y a los animales, lo que parece ser algo interesante y claramente progresista. ¿Dónde pondremos a estos sectores en la geometría política? Muchos me responderán rápidamente: en la izquierda van las políticas de género y el respeto por la diversidad sexual y a la derecha los incels, la manosfera y toda manifestación de las llamadas machistas o patriarcales. Pero resulta que Stalin, Castro y el Che Guevara, líderes indiscutidos de la izquierda mundial eran homofóbicos y llegaron con su fobia, a encarcelar a cientos de personas por no tener una sexualidad binaria. ¿Y si recordamos que las primeras leyes de protección de animales fueron hechas por Hitler, que además consideraba que la producción económica de una nación era un resorte del estado totalitario y colectivista? ¿Pondremos al genocida más grande de la historia entre los grupos cercanos al progresismo y al proteccionismo de la biosfera y de los ecosistemas, lo pondremos al lado de Greta Thunberg? ¿Y dónde pondremos a John Kennedy, que derrotó en las urnas a la llamada derecha conservadora estadounidense, pero a poco de andar puso misiles nucleares en Italia y en Turquía y estuvo a cinco minutos de hacer explotar el planeta en la crisis de los misiles de Cuba? China comunista, sí, la de Mao Tse-Tung, hoy es un ejemplo claro de un capitalismo a gran escala, que explota y somete a parte de Africa del mismo modo que lo hace Europa. ¿Es China una nación de izquierdas o de derechas? ¿En qué lugar geométrico ubicaremos al actual Estado de Israel y sus represalias al acto terrorista del 7 de octubre? ¿Los grupos autodefinidos como marxistas radicales en el mundo y en Argentina que defienden la soberanía de las naciones árabes que continúan apedreando a las mujeres infieles, son de izquierdas o de derechas?
Pero volvamos a los ejemplos vernáculos. Nadie puede dudar de la filiación ideológica de Perón: fascista de la primera hora, admirador de Mussolini, protector de refugiados nazis e íntimo amigo de Francisco Franco; y por otro lado, líder de la justicia social en la Argentina, y al cabo de unos años, patrocinador de los grupos insurgentes que luchaban por una patria socialista. Eugenio Aramburu, el militar jefe de la Revolución Libertadora que derrocó a Perón en 1955 y asesinado por Montoneros, se inclinaba por una democracia de tinte social, al uso de los países escandinavos. Y como para abundar en paradojas y contradicciones, el criminal de guerra Emilio Eduardo Massera, en 1983 creó un partido al que llamó “Partido para la Democracia Social”, como si el tipo fuera Olof Palme. ¿En qué lugar de la geometría ideológica pondremos a estos personajes de la historia nacional?
No quiero huir de la realidad actual. Milei se declara liberal y libertario, como si se tratara de lo mismo. Conviene aclarar estos términos: los “libertarios” en su denominación de origen, fueron los anarquistas del siglo XIX -Kropotkin y Bakunin- que aborrecían la autoridad en general y en especial la del Estado, pero creían en una sociedad colectivista en la producción de bienes y no librada a la competencia propia del liberalismo. Y por otro lado, el liberalismo político, económico y filosófico de John Stuart Mill, abogaba por la igualdad de género, sostenía ideas nuevas en religión, ciencia y filosofía, y no rendía ningún culto a las fuerzas del cielo, por considerar tal idea simplemente descabellada. ¿Estos pensadores eran de izquierdas o eran de derechas? Albert Camus estuvo afiliado al Partido Comunista, pero se fue del mismo cuando denunció los crímenes de Stalin y proclamó la libertad individual como ningún otro intelectual liberal lo supo hacer en su tiempo. ¿El autor de “El hombre rebelde” era de izquierdas o de derechas?
Hace unos días falleció el premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. Su derrotero ideológico a lo largo de su vida pasó desde el apoyo a la Cuba de Fidel hasta ser un defensor del liberalismo; entre otras ideas, sostuvo hasta su último aliento, su adhesión a la libre interrupción del embarazo (aborto) como un acto de autonomía que la mujer posee sobre su cuerpo y como una medida social para impedir males mayores, como las muertes de mujeres en espacios clandestinos. ¿Era de izquierdas o de derechas el gran escritor peruano? Y de paso, pregunto... ¿Si soy ateo, soy de izquierdas o de derechas?
El ser humano necesita igualar lo que no es igual para consensuar normas de convivencia. El concepto “árbol” se universaliza separando las características individuales que poseen millones de árboles que existen y existieron, para decretar su igualdad en un concepto abstracto que conocemos simplemente como “el árbol”, como si ese “árbol” fuera un existente universal. Se trata de metáforas, diría Nietzsche, de mentiras necesarias para convivir. Lo mismo pasa con las ideas políticas y con cada cosmovisión cultural que tenemos.
Tal vez sea la hora de abandonar esta terminología reducida a izquierdas y derechas, tal vez sea momento de ser más precisos, más detallistas, menos comunes y dejar de encasillar y rotular a las posiciones ideológicas. Cuando alguien se me presente y me diga con orgullo “yo soy de derechas” o “yo soy de izquierdas”, sabré que todo lo que me diga después serán solo supersticiones superficiales. Tal vez debamos cuidarnos de las certezas pronunciadas por los mesías o profetas de ayer y de hoy. Tal vez haya que dejar de aceptar los catecismos políticos de santo y seña y tal vez solo se trate de empezar a confundirse para después empezar a tener un pensamiento crítico e individual y no ser temerosos de disentir incluso con aquellos que se nos parecen.