María Paz Díaz Pérez: "Hay que tener en cuenta que la sociedad no tolera bien las diferencias, sean del tipo que sean"
06.06.08 12:42. Archivado en Educación
Vicente Torres (PD)-. María Paz Díaz Pérez nació en Valladolid el 18 de noviembre de 1967. Estudió en un colegio privado y a los 21 años dejó la licenciatura de derecho. Estuvo hasta los 24 años trabajando hasta que se casó. Acabó retomando sus estudios y acabó la carrera. Trabajó de pasante en un despacho de abogados y llegó a poner su propio despacho que compaginaba con otros empleos. Decidió dejar de trabajar cuando se quedó embarazada de su hija. Actualmente trabaja como Técnico de formación para una empresa pública y tiene el blog El Color del Cristal.
-¿Cuándo supiste que eres superdotada?
Demasiado tarde, con 34 años, aunque desde niña supe que era diferente. Me resultaba evidente que era capaz de aprender más rápido que los demás, mi capacidad para expresarme y resolver cualquier problema era superior y mi imaginación volaba realmente más allá de lo normal.
Todos esos indicadores me hacían pensar que era diferente, pero no necesariamente que fuera mucho más inteligente. Ni en mi familia, ni en el colegio, ni siquiera en la sociedad se valoraban esas características como determinantes de una inteligencia superior.
Cuando me quedé embarazada y llegó mi hija, comencé a ver en ella comportamientos que no eran los que cabía esperar para una niña de su edad. Investigué tratando de saber qué podía esperar de su evolución y así llegué a darme cuenta de que tanto ella como yo cumplíamos el perfil que poseen los superdotados. Realicé el test de Mensa, una asociación de superdotados y confirmé lo que ya esperaba.
-Tengo entendido que tu infancia transcurrió en un lugar muy céntrico de Madrid. ¿Cómo eras entonces?
Me gusta pensar que entonces era como soy ahora, he tratado de evolucionar hacia la inocencia de aquellos días. Crecí buscando respuestas que ya tenía y ahora sólo disfruto del conocimiento. Resultó muy dificil crecer ignorando cual era la barrera que aparentemente me separaba de los demás, y ahora que lo sé, sólo siento que necesito descansar de tanta búsqueda y tratar de ser feliz.
-Tras estudiar derecho, pasaste a trabajar en un despacho de abogados. Abandonaste el trabajo para cuidar a tu hija, que acababa de nacer. ¿Te costó mucho dar este paso?
Fué la decisión más fácil que he tomado y de la que menos me he arrepentido. Creo que la sociedad no valora la importancia de cuidar de los niños cuando más lo necesitan, de estar con ellos cuando empiezan a aprender qué es el cariño y el amor, qué pueden esperar del mundo que les rodea. Soy consciente de que tuve el privilegio de poder cuidar de mi hija y lo aproveché, pero creo que todo el mundo debería poder tener ese privilegio.
-Eres una mujer muy romántica y sensible, capaz de pasar el rato en tu jardín mirando a las ardillas o escuchando el canto de los pájaros, aunque al mismo tiempo eres capaz de tomar decisiones sin vacilar. ¿Qué cosas te duelen más en la vida? ¿Qué decisión te ha costado más de tomar?
Me duele la maldad, es lo único que realmente me ofende. Todo lo demás es comprensible y justificable. Comprendo la vida en toda su amplitud, comprendo a las personas y asumo cualquier inconveniente, nadie es perfecto, pero lo que no apruebo es que las personas no traten de ser mejores consigo mismas y con los demás.
Creo que he dirigido mi vida influida por ese convencimiento, y en cualquier decisión que he tomado siempre he valorado el bien que se pudiera llegar a conseguir. La sensibilidad ayuda a tomar mejores decisiones, cuando te abres a lo que te rodea posees más información y puedes decidir más acertadamente.
-¿Qué diferencias ves entre los superdotados y quienes no lo son?
Creo que en general los superdotados tienen más curiosidad por aprender cosas nuevas, son intelectualmente más inquietos, más observadores, y poseen un sentido de la lógica y la justicia más acusado. Son precisamente estas características las que hacen que se sientan injustamente valorados, lo perciben de una forma más nítida.
-¿Crees que los superdotados pueden aportar algo a la sociedad?
Como individuos y como colectivo podrían aportar mucho a la sociedad, si la sociedad supiera cómo entenderles, porque de hecho existe una absoluta falta de comunicación.
-¿Por qué crees que los superdotados tienen tan escasa tendencia a asociarse?
Porque no han sido educados desde niños a asociarse. Al contrario que los demás niños que pueden experimentar y crecer con otros niños, los superdotados no pueden hacerlo, no tienen compañeros de juegos, crecen en soledad. Las personas no somos necesariamente seres sociales, pertenecer a un grupo es bueno si te ayuda a mejorar, te aporta algo y puedes aportar algo al grupo, de lo contrario, no tiene sentido.
Los superdotados no podemos socializarnos de forma completa porque la relación intelectual con los demás es prácticamente inexistente, y eso acaba por alejarnos también emocionalmente. No puedes compartir el sentimiento de soledad e incomunicación intelectual con quien nunca lo ha sentido.
¿Harías algo para modificar esta circunstancia?
Por supuesto que si, desgraciadamente no tengo las herramientas para hacerlo, que son fundamentalmente políticas y legislativas. No basta con que exista una Ley, hay que poner los medios y los recursos para hacer que se cumpla. Hay que tener muy claro el objetivo que se quiere conseguir y que este objetivo supondrá un beneficio para los superdotados y para la sociedad. En mi opinión, la legislación actual no supone ningún beneficio para los superdotados como colectivo y por tanto, tampoco lo supondrá para la sociedad.
Los superdotados deberían poder crecer y desarrollarse dentro de su normalidad, que no es la de los demás, no se puede tratar de igual forma a los que son distintos.
-¿Crees que los niños superdotados están siendo bien atendidos en nuestro país?
Definitivamente no. La inteligencia en nuestra cultura es un motivo más para envidiar. Desde niños sabemos que es una característica que conviene ocultar frente a quien no la posee, que no está reconocida como tal y de la que no obtendremos ningún beneficio. Hay que tener en cuenta que la sociedad no tolera bien las diferencias, sean del tipo que sean.
No se están tomando medidas eficaces, no existen programas orientados específicamente a la identificación de los superdotados, ni a su orientación, ni a la relación con sus iguales, que sería fundamental para que pudieran crecer con normalidad.
Se trata de solucionar con parches a un sistema educativo que en esencia resulta perjudicial para los superdotados. Tampoco resulta conveniente desde un punto de vista emocional adelantar uno o varios cursos a un niño superdotado y obligarlo a relacionarse emocionalmente con personas adultas. Un niño superdotado sigue siendo emocionalmente un niño y debe ser tratado como tal.
Aunque se están dando pasos para tratar de solucionar la problemática de los superdotados, no se están dando en la dirección correcta, existe buena intención, pero también existe una absoluta falta de información.
06.06.08 12:42. Archivado en Educación
Vicente Torres (PD)-. María Paz Díaz Pérez nació en Valladolid el 18 de noviembre de 1967. Estudió en un colegio privado y a los 21 años dejó la licenciatura de derecho. Estuvo hasta los 24 años trabajando hasta que se casó. Acabó retomando sus estudios y acabó la carrera. Trabajó de pasante en un despacho de abogados y llegó a poner su propio despacho que compaginaba con otros empleos. Decidió dejar de trabajar cuando se quedó embarazada de su hija. Actualmente trabaja como Técnico de formación para una empresa pública y tiene el blog El Color del Cristal.
-¿Cuándo supiste que eres superdotada?
Demasiado tarde, con 34 años, aunque desde niña supe que era diferente. Me resultaba evidente que era capaz de aprender más rápido que los demás, mi capacidad para expresarme y resolver cualquier problema era superior y mi imaginación volaba realmente más allá de lo normal.
Todos esos indicadores me hacían pensar que era diferente, pero no necesariamente que fuera mucho más inteligente. Ni en mi familia, ni en el colegio, ni siquiera en la sociedad se valoraban esas características como determinantes de una inteligencia superior.
Cuando me quedé embarazada y llegó mi hija, comencé a ver en ella comportamientos que no eran los que cabía esperar para una niña de su edad. Investigué tratando de saber qué podía esperar de su evolución y así llegué a darme cuenta de que tanto ella como yo cumplíamos el perfil que poseen los superdotados. Realicé el test de Mensa, una asociación de superdotados y confirmé lo que ya esperaba.
-Tengo entendido que tu infancia transcurrió en un lugar muy céntrico de Madrid. ¿Cómo eras entonces?
Me gusta pensar que entonces era como soy ahora, he tratado de evolucionar hacia la inocencia de aquellos días. Crecí buscando respuestas que ya tenía y ahora sólo disfruto del conocimiento. Resultó muy dificil crecer ignorando cual era la barrera que aparentemente me separaba de los demás, y ahora que lo sé, sólo siento que necesito descansar de tanta búsqueda y tratar de ser feliz.
-Tras estudiar derecho, pasaste a trabajar en un despacho de abogados. Abandonaste el trabajo para cuidar a tu hija, que acababa de nacer. ¿Te costó mucho dar este paso?
Fué la decisión más fácil que he tomado y de la que menos me he arrepentido. Creo que la sociedad no valora la importancia de cuidar de los niños cuando más lo necesitan, de estar con ellos cuando empiezan a aprender qué es el cariño y el amor, qué pueden esperar del mundo que les rodea. Soy consciente de que tuve el privilegio de poder cuidar de mi hija y lo aproveché, pero creo que todo el mundo debería poder tener ese privilegio.
-Eres una mujer muy romántica y sensible, capaz de pasar el rato en tu jardín mirando a las ardillas o escuchando el canto de los pájaros, aunque al mismo tiempo eres capaz de tomar decisiones sin vacilar. ¿Qué cosas te duelen más en la vida? ¿Qué decisión te ha costado más de tomar?
Me duele la maldad, es lo único que realmente me ofende. Todo lo demás es comprensible y justificable. Comprendo la vida en toda su amplitud, comprendo a las personas y asumo cualquier inconveniente, nadie es perfecto, pero lo que no apruebo es que las personas no traten de ser mejores consigo mismas y con los demás.
Creo que he dirigido mi vida influida por ese convencimiento, y en cualquier decisión que he tomado siempre he valorado el bien que se pudiera llegar a conseguir. La sensibilidad ayuda a tomar mejores decisiones, cuando te abres a lo que te rodea posees más información y puedes decidir más acertadamente.
-¿Qué diferencias ves entre los superdotados y quienes no lo son?
Creo que en general los superdotados tienen más curiosidad por aprender cosas nuevas, son intelectualmente más inquietos, más observadores, y poseen un sentido de la lógica y la justicia más acusado. Son precisamente estas características las que hacen que se sientan injustamente valorados, lo perciben de una forma más nítida.
-¿Crees que los superdotados pueden aportar algo a la sociedad?
Como individuos y como colectivo podrían aportar mucho a la sociedad, si la sociedad supiera cómo entenderles, porque de hecho existe una absoluta falta de comunicación.
-¿Por qué crees que los superdotados tienen tan escasa tendencia a asociarse?
Porque no han sido educados desde niños a asociarse. Al contrario que los demás niños que pueden experimentar y crecer con otros niños, los superdotados no pueden hacerlo, no tienen compañeros de juegos, crecen en soledad. Las personas no somos necesariamente seres sociales, pertenecer a un grupo es bueno si te ayuda a mejorar, te aporta algo y puedes aportar algo al grupo, de lo contrario, no tiene sentido.
Los superdotados no podemos socializarnos de forma completa porque la relación intelectual con los demás es prácticamente inexistente, y eso acaba por alejarnos también emocionalmente. No puedes compartir el sentimiento de soledad e incomunicación intelectual con quien nunca lo ha sentido.
¿Harías algo para modificar esta circunstancia?
Por supuesto que si, desgraciadamente no tengo las herramientas para hacerlo, que son fundamentalmente políticas y legislativas. No basta con que exista una Ley, hay que poner los medios y los recursos para hacer que se cumpla. Hay que tener muy claro el objetivo que se quiere conseguir y que este objetivo supondrá un beneficio para los superdotados y para la sociedad. En mi opinión, la legislación actual no supone ningún beneficio para los superdotados como colectivo y por tanto, tampoco lo supondrá para la sociedad.
Los superdotados deberían poder crecer y desarrollarse dentro de su normalidad, que no es la de los demás, no se puede tratar de igual forma a los que son distintos.
-¿Crees que los niños superdotados están siendo bien atendidos en nuestro país?
Definitivamente no. La inteligencia en nuestra cultura es un motivo más para envidiar. Desde niños sabemos que es una característica que conviene ocultar frente a quien no la posee, que no está reconocida como tal y de la que no obtendremos ningún beneficio. Hay que tener en cuenta que la sociedad no tolera bien las diferencias, sean del tipo que sean.
No se están tomando medidas eficaces, no existen programas orientados específicamente a la identificación de los superdotados, ni a su orientación, ni a la relación con sus iguales, que sería fundamental para que pudieran crecer con normalidad.
Se trata de solucionar con parches a un sistema educativo que en esencia resulta perjudicial para los superdotados. Tampoco resulta conveniente desde un punto de vista emocional adelantar uno o varios cursos a un niño superdotado y obligarlo a relacionarse emocionalmente con personas adultas. Un niño superdotado sigue siendo emocionalmente un niño y debe ser tratado como tal.
Aunque se están dando pasos para tratar de solucionar la problemática de los superdotados, no se están dando en la dirección correcta, existe buena intención, pero también existe una absoluta falta de información.
1 comentario:
Ojalá llegue un día en que la diferencia, del tipo que sea, positiva o negativa no sea un castigo... No por su propia naturaleza sinó porque la naturaleza humana en sociedad no la tolera bien.
Espero que algún día haya una voluntad y unos mecanismos eficaces de corregir este problema de actitud o al menos propiciar entornos de desarrollo adecuados en que una ventaja no se convierta en inconveniente.
Esa diferencia entre desarrollo emocional y desarrollo intelectual lo hace dificil pero no imposible. Pienso también que si no se encuentra un camino de desarrollo de ambas partes de la naturaleza de una persona el individuo sufre emocionalmente tanto como disfruta intelectualmente...
La persona necesita madurar ambas facetas para ser una persona equilibrada y feliz. Un camino dificil, pero no imposible.
Un cordial saludo para entrevistador y entrevistada y mis mejores deseos para ambos. Particularmente mis mejores deseos en la tarea de educar a quien sabe similar, quizás con la empatía hacia el semejante, combinada con el amor de madre se consiga ese pequeño milagro.
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