La tecnología del razonamiento
Pilar Márquez
Mérida, Yucatán 13 de julio de 2008
Hoy en día es difícil imaginar a un astrónomo sin un telescopio o a un científico sin un laboratorio equipado con una serie de instrumentos de la más avanzada tecnología. Tal vez el humano de hoy confía más en la tecnología que en sus propias capacidades naturales. Sin embargo, civilizaciones tan antiguas como la egipcia, la maya o los griegos, hicieron extraordinarios descubrimientos sobre nuestro Universo, sin tanta parafernalia tecnológica y con una exactitud sorprendente.
Este es el caso de Don José G. Márquez y Mendoza, nacido la ciudad de Mérida, Yucatán, México, en 1908, abogado de profesión, quien ha dedicado los 10 últimos años de su vida a investigar, sin más instrumento que la razón, el origen del Universo y los fenómenos cósmicos que han intervenido en su magnífica conformación.
El resultado de sus investigaciones es el libro Teoría Cosmogónica, Las energías cósmicas en la creación del Universo, en el que más allá de la exhaustiva revisión de las teorías cosmogónicas hasta hoy vigentes, tales como el Big Bang o las creacionistas planteadas por filósofos como Kant, el autor aporta nuevos datos e hipótesis sobre otros temas astronómicos, manifestaciones físico-químicas y diversos temas de interés científico, abordados desde una perspectiva que pone de relieve una vez más el rigor del pensamiento lógico en las disciplinas de la ciencia.
Con un amplio índice temático, estas nuevas teorías apuntan en primera instancia el descubrimiento, la descripción y clasificación de diversas fuerzas que, además de la Gravedad, actúan en el Universo. Las nuevas tesis y perspectivas de análisis que el autor propone a lo largo del libro, comprenden temas tan variados como el origen del Sistema Solar, los agujeros negros, los cuasares, las estrellas neutrónicas, el origen de la vida, la extinción de los dinosaurios, la geología de los cenotes, la vida en otros planetas, el calentamiento global, etc..
Estas nuevas teorías –afirma el autor en su libro publicado en febrero de 2007- son esencialmente diferentes a las que se encuentran en los tratados de astronomía, física y química. Son interpretaciones obtenidas por razonamientos alejados totalmente de principios dogmáticos. No se exponen como verdades absolutas, sólo espero que den pie a nuevas investigaciones que ayuden a un conocimiento más preciso de las leyes que rigen el Cosmos.
Y Don José G. Márquez no tuvo que esperar mucho. El 4 de junio pasado, la NASA anunció que nuestra galaxia es de forma “barrada”, es decir, de dos brazos, tal como el investigador explica detalladamente en la página 67 de su libro. La noticia publicada el 5 de junio en el Diario de Yucatán dice: “Gracias a las imágenes obtenidas por el telescopio espacial Spitzer, se conoció la verdadera estructura de la Vía Láctea. El equipo de científicos estadounidenses obtuvo 800 mil instantáneas del Spitzer, capaz de traspasar el polvo, para obtener información detallada del denso y alargado bulbo de estrellas que la vía láctea posee en su centro. Las imágenes revelaron que la galaxia tiene dos brazos principales de estrellas en forma espiral y no cuatro como durante décadas se había pensado.”
Como es de esperarse, esta noticia llenó de júbilo al investigador, quien con cien años cumplidos el pasado día 8 de julio, prepara la edición de su segundo libro en el que trata más ampliamente algunos de los temas de su primer volumen y presenta nuevas teorías sobre otras energías cósmicas que ha descubierto y estaban pendientes de examinar, tales como la Energía Vital, las llamadas “energías oscuras”, las fuerzas que determinan la igualdad de las masas en los planetas que se hallan en los extremos del Sistema Solar y las que fijan las velocidades orbitales de los planetas, entre otras.
Hoy en día es difícil imaginar a un astrónomo sin un telescopio o a un científico sin un laboratorio equipado con una serie de instrumentos de la más avanzada tecnología. Tal vez el humano de hoy confía más en la tecnología que en sus propias capacidades naturales. Sin embargo, civilizaciones tan antiguas como la egipcia, la maya o los griegos, hicieron extraordinarios descubrimientos sobre nuestro Universo, sin tanta parafernalia tecnológica y con una exactitud sorprendente.
Este es el caso de Don José G. Márquez y Mendoza, nacido la ciudad de Mérida, Yucatán, México, en 1908, abogado de profesión, quien ha dedicado los 10 últimos años de su vida a investigar, sin más instrumento que la razón, el origen del Universo y los fenómenos cósmicos que han intervenido en su magnífica conformación.
El resultado de sus investigaciones es el libro Teoría Cosmogónica, Las energías cósmicas en la creación del Universo, en el que más allá de la exhaustiva revisión de las teorías cosmogónicas hasta hoy vigentes, tales como el Big Bang o las creacionistas planteadas por filósofos como Kant, el autor aporta nuevos datos e hipótesis sobre otros temas astronómicos, manifestaciones físico-químicas y diversos temas de interés científico, abordados desde una perspectiva que pone de relieve una vez más el rigor del pensamiento lógico en las disciplinas de la ciencia.
Con un amplio índice temático, estas nuevas teorías apuntan en primera instancia el descubrimiento, la descripción y clasificación de diversas fuerzas que, además de la Gravedad, actúan en el Universo. Las nuevas tesis y perspectivas de análisis que el autor propone a lo largo del libro, comprenden temas tan variados como el origen del Sistema Solar, los agujeros negros, los cuasares, las estrellas neutrónicas, el origen de la vida, la extinción de los dinosaurios, la geología de los cenotes, la vida en otros planetas, el calentamiento global, etc..
Estas nuevas teorías –afirma el autor en su libro publicado en febrero de 2007- son esencialmente diferentes a las que se encuentran en los tratados de astronomía, física y química. Son interpretaciones obtenidas por razonamientos alejados totalmente de principios dogmáticos. No se exponen como verdades absolutas, sólo espero que den pie a nuevas investigaciones que ayuden a un conocimiento más preciso de las leyes que rigen el Cosmos.
Y Don José G. Márquez no tuvo que esperar mucho. El 4 de junio pasado, la NASA anunció que nuestra galaxia es de forma “barrada”, es decir, de dos brazos, tal como el investigador explica detalladamente en la página 67 de su libro. La noticia publicada el 5 de junio en el Diario de Yucatán dice: “Gracias a las imágenes obtenidas por el telescopio espacial Spitzer, se conoció la verdadera estructura de la Vía Láctea. El equipo de científicos estadounidenses obtuvo 800 mil instantáneas del Spitzer, capaz de traspasar el polvo, para obtener información detallada del denso y alargado bulbo de estrellas que la vía láctea posee en su centro. Las imágenes revelaron que la galaxia tiene dos brazos principales de estrellas en forma espiral y no cuatro como durante décadas se había pensado.”
Como es de esperarse, esta noticia llenó de júbilo al investigador, quien con cien años cumplidos el pasado día 8 de julio, prepara la edición de su segundo libro en el que trata más ampliamente algunos de los temas de su primer volumen y presenta nuevas teorías sobre otras energías cósmicas que ha descubierto y estaban pendientes de examinar, tales como la Energía Vital, las llamadas “energías oscuras”, las fuerzas que determinan la igualdad de las masas en los planetas que se hallan en los extremos del Sistema Solar y las que fijan las velocidades orbitales de los planetas, entre otras.
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