
Soporta bien esta posición más modesta. La escultura, con su sencillez, huera de virtuosismos escultóricos que desviarían la atención hacia otros asuntos, evoca directamente a su modelo. La luna brilla en las noches, la hora de los susurros, los cuchicheos y las confidencias. Cuando las palabras de amor surgen con más facilidad y en la gente se despiertan tantas esperanzas como estrellas hay en el cielo y surgen las ansias de llegar a la luna. O los sueños.
La luna sirve de testigo a los enamorados, a cuya luz se miran y se dicen cosas bellas y se juran amor eterno. Es la inspiración de los poetas y el asombro de los niños que quieren adivinar cómo se sostiene. Es la que nos ayuda a creer en un mundo mágico, la que aviva la ilusión. Es la guía que indica a los campesinos el momento oportuno para sembrar.
Luna de hierro sobre un prisma, logra con la sencillez de sus trazos, con su dibujo tierno, hacer que quienes la contemplan piensen sin esfuerzo en todas las cosas bellas que a lo largo de sus vidas les ha inspirado el original. La asimetría la singulariza, con el fin de aproximarla al espectador.
Luna sobre prisma, de Miquel Navarro
Pinchando en la imagen se hace más grande
Texto de Vicente Torres
1 comentario:
El post contagia muchas sensaciones y trasmite con seguridad mucha belleza. Él es un artista en la escultura y tú en las letras. Tienes razón cuando evocas la razón de ser de la luna para el común de la gente, así como lo que representa la luna para él.
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