El 18 de Junio fue lanzado el Orbitador de Reconocimiento Lunar de la NASA (LRO), con el objetivo de finalizar un debate muy largo sobre la existencia de agua en la Luna. Los científicos han estado discutiendo durante casi medio siglo sobre la idea de que pedazos de hielo se ocultan en la oscuridad helada de los cráteres que siempre están a la sombra en los polos lunares.
La evidencia más fuerte sobre la existencia de agua data de hace una década, cuando Faith Vilas, directora del Telescopio de Múltiples Espejos en Arizona, se obsesionó con la Luna. Examinando datos archivados de la misión Galileo a Júpiter, observó algo raro en las fotos tomadas a la Luna. Cuando filtró las fotografías a cierta longitud de onda infrarroja, surgió de repente una señal reveladora de un pequeño punto cerca del polo sur de la Luna. La señal, al menos en los asteroides, se asocia con los filosilicatos, minerales que necesitan dos cosas para formarse: calor y agua. ¿Era esta una pista apuntando al agua congelada que muchos piensan que se oculta dentro de los cráteres polares de la Luna?
Ella así lo pensó, y envió un artículo a la Conferencia de Ciencia Lunar y Planetaria de 1999. Pero durante años no pudo ver la idea publicada. “La rechazaban”, dice.
Ahora ella está siendo reivindicada. Lo resultados a ser publicados pronto mostrarán espectros detallados confirmando que, en efecto, las regiones polares de la luna están llenas de minerales alterados por el agua.
Eso no es todo. Los primeros resultados del LRO, están ofreciendo un amplio espectro de señales acuosas. El número de científicos lunares que confían en que el largo debate ha finalizado aumenta. La Luna, efectivamente, tiene agua en muchos sitios: no sólo encerrada en minerales, sino esparcida en la superficie irregular, y, potencialmente, en bloques o láminas de hielo en lo profundo.
“Estamos a punto de un renacimiento en nuestras ideas sobre los polos de la Luna, incluyendo el cómo el hielo llegó allí”, dice Anthony Colaprete, investigador principal del Satélite de Observación y Detección de Cráteres Lunares (LCROSS), que el 9 de octubre caerá dentro de un cráter polar con la intención de rascar el hielo para que muchas miradas telescópicas lo vean. “Nuestras ideas simplistas eran sólo eso: simplistas”.
La nueva evidencia tiene a los científicos rascándose sus cabezas, no sólo para explicar el origen y los movimientos del agua, sino también cómo una señal tentadora vista por primera vez hace una década pudo haber sido excluida durante tanto tiempo. “Nadie se lo tomó realmente en serio” (el trabajo de Vila), dice un científico lunar con conocimiento de los nuevos estudios, que serán publicados en Science.
Los resultados iniciales del LRO, publicados el mes pasado, confirman lo que se sospechaba desde hace tiempo sobre una manera de que el hielo se mantenga atrapado en la Luna durante billones de años.
Un instrumento de mapeo térmico mostró que las regiones que siempre están a la sombra dentro de los cráteres polares profundos tienen una temperatura de 35 grados Kelvin (-238 grados Celsius). El científico del proyecto Richard Vondrak dice que estos son los puntos más fríos del Sistema Solar, incluso más fríos que la superficie de Pluto.
Pero la sorpresa viene de un instrumento diferente del LRO, el cual cuenta los neutrones que se mueven lentamente como una forma de medir la abundancia de hidrógeno en aproximadamente el metro más cercano a la superficie. Con frecuencia este hidrógeno es interpretado como una representación de agua congelada, aunque también puede ser hidrógeno molecular o hidrógeno atrapado en otras moléculas. Como en la misión anterior de Prospección Lunar, el instrumento LRO había encontrado un exceso significativo de hidrógeno en los polos. Pero con mayor resolución, se está viendo una variabilidad sorprendente dentro de las regiones polares. Algunos de los cráteres parecen ricos en hidrógeno. Otros no. Más extraño aún, algunas áreas fuera de los muros de los cráteres, que se piensa que son muy calientes para que el agua persista, muestran un exceso de hidrógeno. Vondrak dice que esto muestra que el agua pudo haber llegado mucho más recientemente, o que puede persistir si se entierra al impactar contra el suelo lunar.
El instrumento radar el LRO, que investiga la existencia de trozos o bloques de hielo, en vez de la señal más difusa del detector de neutrones, está mostrando una variabilidad similar, dice Stewart Nozette, investigador principal del instrumento radar. En el polo sur, está viendo señales fuertes parecidas a las del hielo en los suelos de unos pocos cráteres profundos. Pero desafortunadamente, dice, no hay una señal fuerte de Cabeus A, el cráter que la NASA anunció el 9 de septiembre como el sitio de caída del LCROSS.
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