Recientemente leí el libro de Laura Fuentes Belgrave, Cementerio de cucarachas (EUCR, 2006), por recomendación de una amiga. El título no era alentador, pues de inmediato me trajo a la mente a ese insecto desagradable que te obliga a arrugar la cara y a aparentar su inexistencia. Pero ahí están, a pesar de que tratemos de esconderlas de nuestra vista, sea empujándolas en un agujero en el patio (como se sugiere en uno de los cuentos o relatos) o sencillamente aplastándolas con el zapato (si tenemos el estómago para ello) y lanzando los desechos en el basurero.
Laura nos sorprende con sus relatos, pues nos lanza de un lado al otro, poniéndonos enfrente de personajes que tratamos como si fueran cucarachas; o mostrándonos otros con los que nos identificamos y que a su vez son vistos por los demás con la mirada de asco que nos descubrimos a nosotros mismos, al ver pasar una cucaracha.
El libro es pequeño, se puede leer de un solo tirón, pero sus relatos son desgarradores y nos presentan, sin anestesia, la dura realidad de la vida; sin las "cien mentiras" de Sabina como consuelo. Pero a diferencia de las historias de horror que se basan en personajes fantásticos, en los relatos de Laura Fuentes los límites entre la ficción y la realidad son tenues; y se nos desborda en el rostro la violencia cotidiana, la corrupción judicial y nuestra propia imposibilidad de satisfacer nuestros deseos.
Un libro que no podemos dejar de leer, no solo para tratar de acercarnos a la joven literatura costarricense, tan amplia como diversa; sino también para no olvidar todas esas veces en las que hemos visto cucarachas o en las que hemos sido vistos como tales.
Laura nos sorprende con sus relatos, pues nos lanza de un lado al otro, poniéndonos enfrente de personajes que tratamos como si fueran cucarachas; o mostrándonos otros con los que nos identificamos y que a su vez son vistos por los demás con la mirada de asco que nos descubrimos a nosotros mismos, al ver pasar una cucaracha.
El libro es pequeño, se puede leer de un solo tirón, pero sus relatos son desgarradores y nos presentan, sin anestesia, la dura realidad de la vida; sin las "cien mentiras" de Sabina como consuelo. Pero a diferencia de las historias de horror que se basan en personajes fantásticos, en los relatos de Laura Fuentes los límites entre la ficción y la realidad son tenues; y se nos desborda en el rostro la violencia cotidiana, la corrupción judicial y nuestra propia imposibilidad de satisfacer nuestros deseos.
Un libro que no podemos dejar de leer, no solo para tratar de acercarnos a la joven literatura costarricense, tan amplia como diversa; sino también para no olvidar todas esas veces en las que hemos visto cucarachas o en las que hemos sido vistos como tales.
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