Se ha referido Eduardo Punset, ese lujo que tenemos en España, a la posibilidad de que en el futuro nos alimentemos mediante la fotosíntesis. Merece la pena meditar sobre el asunto. En tal supuesto, costaría más convencer a la gente para que fuera a trabajar, dado que bastaría con tomar el sol para satisfacer las necesidades alimenticias. Desaparecida el hambre de nuestro mundo, no habría inmigración y poco a poco las fronteras dejarían de tener sentido. El dinero perdería su valor y al no ser envidiados los ricos, éstos perderían su poder. La adulación dejaría de tener sentido, puesto que pocas ventajas se podrían obtener con ella.
A la gente le apetecería poco ir a trabajar, pero seguiría necesitando casas para vivir, ropa para vestirse, etc. También seguiría teniendo curiosidad para investigar y enfermedades que curar. Habría que idear un sistema de recompensas para las actividades que se llevasen a cabo en beneficio de la humanidad. En principio, habría que apelar al sentido de la responsabilidad de todos, cosa que en nuestros días puede parecer ingenua o inverosímil, pero que en este otro estado de cosas sería mucho más factible e incluso necesario. Quizá hubiera un baremo y quienes más hubieran hecho en beneficio de la humanidad obtendrían más consideración de los demás. ¿Proseguiría la humanidad su aventura espacial? Cabe esperar que sí. Por supuesto que hay que temer que desaparecidos unos vicios, otros tomarían su lugar. Pero no se sabe cuáles.
Cabe suponer que los robos desaparecerían por completo, ya que teniendo la comida asegurada ir a la cárcel sería una estupidez. Los asesinatos tampoco serían entendidos en un mundo sin guerras y sin robos y con la posibilidad de irse a vivir a la parte del mundo que uno quisiera. Sin olvidar tampoco lo más importante, y es que en cada población habría una plaza pública, como el Ágora de Atenas, en la que la gente debatiría sobre las mismas cuestiones que aquellos antiguos griegos, tan sabios.
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