martes, 30 de agosto de 2011

La muerte, nuestro destino final

Filosofar es y sólo es aprender a morir. Karl Theodor Jaspers.
Cierta columnista española, con renombre en la profesión, y ya de una edad que le podría permitir formar parte de uno de esos consejos de sabios o consejos de ancianos, si no fuera porque ya no se usan, puesto que en nuestros días hasta el nombre de anciano se considera ofensivo, escribió en su columna: no se me puede negar que he sabido sacarle partido a esto.
Quedaba claro, por el tono de artículo, que con “esto” se refería a la vida, y más concretamente que ha conseguido honores, dinero y fama. Pero tendrá convenir ella son multitud los que la han sobrepasado en esos logros. Y que son infinitamente más los que ni siquiera han tenido opción a jugar esa partida en la que se obtienen esos premios.
Y debe considerar también que al final de todo espera la muerte, quizá sonriente o acaso no, pero sí segura de que no se le va a escapar nadie. Ni los que tienen honores, ni los que no han podido jugar la partida en la que se obtienen. Y que en ese momento final puede uno caer en la cuenta de que, embebido en las disputas mundanas, se le ha olvidado algo, sin que sepa precisar exactamente qué es. ¿Qué puede uno llevarse al otro mundo? Lo que es evidente es muchos de los que ya han hecho el viaje son recordados por sus víctimas, y por nadie más que ellas. ¿Dolerá esto en el otro mundo?
Cuando nacemos ya sabemos que vamos a morir y luego nos pasamos toda la vida tratando de olvidar esta realidad. ¿Cuál es, pues, la finalidad de la vida?, cabría preguntar.
Cuando Sócrates fue condenado a muerte, les preguntó a sus jueces: ¿Cómo sabéis que la muerte es algo malo? ¿Es que ha regresado alguien y lo ha contado? ¿Es que creéis que vosotros os vais a escapar de ella?

3 comentarios:

Joana dijo...

Tan lúcido, conmovedor, brillante y sencillo, como un puñetazo que se encaja en la mandíbula. Excelente artículo. Grande Sócrates.

Anónimo dijo...

Sí, todos nos vamos a morir, ya sea de niños, jóvenes, adultos o ancianos, en cualquier momento, en aquel menos esperado. Esto sin distinción de raza, género o nivel social. Todos pasaremos por ella. Si vivimos bien en este mundo, tal vez, luego de la muerte continuemos viviendo bien en otra circunstancia.
AnaTeresa

Juan Gnav dijo...

La finalidad de la vida es vivirla hasta la muerte, hay personas que procupandose más allá de su muerte también viven para ella, queriendo ser recordados por sus méritos e intentando dejar un legado, digo ésto porque es la forma opuesta de pensar a qué me llevare conmigo a la tumba, y éso implica que entramos enl punto de cómo vivir la vida, estarás de acuerdo conmigo que aunque dependa de muchos factores, sea un ambiente rico o un ambiente pobre, seguímos dejando rastros de nuestro paso, la trascendecia dependerá de cuántos se vean afectados, y si quieres, en dónde se dé esa trascendencia, aunque suene a peliculero en el film Troya, Aquíles, arguye que para que tu nombre quede, han de haber gestas en tu vida, por mi parte no estoy de acuerdo que filosofar sea aprender a morir, porque la muerte es algo que siendo una realidad explícita, la ha situado el hombre en el mundo de las creencias, yo no olvido que he de morir, pero tengo más en cuenta que he de vivir, pero más allá de todo ésto la creencia de la muerte hace de ella una realidad social, algo por lo que todos hemos de pasar, cuándo lo cierto es que la muerte llegará de una forma singular, por tanto para que hacer nada en función de ella. Por éso creo que muchos vivimos omitiendo el pensar en ella...