martes, 15 de enero de 2013

El Monstruo

Todo aquel que ordena que se acose moralmente a alguien es un monstruo. Conozco varios de esos. No voy a decir sus nombres. Se querellarían conmigo si lo hiciera. Pero saben que lo sé, aunque no creo que les importe mucho esto. Lo que realmente les importa es la impunidad y mientras la tengan garantizada el resto les da igual.
El desenlace lógico de un episodio de acoso moral practicado con todas las de la ley es el suicidio del acosado. Que suceda raramente se debe a que el instinto de supervivencia de la víctima también desempeña su papel. El acoso moral consiste en negarle a alguien su dignidad como persona reduciéndole a la condición de apestado. Quien ordena que se actúe de esta manera es, moralmente, un asesino.
Quienes cumplen las órdenes también unos monstruitos. Sin ellos, el monstruo principal no podría llevar a cabo sus desmanes. Los monstruitos, que son tan asesinos como quien les manda, también se pertrechan moralmente y saben que si obedecen órdenes no les puede pasar nada. Los monstruitos se autojustifican, sin percatarse de que nada puede justificar lo que hacen, ni de que con su conducta se descalifican moralmente e ingresan en la cofradía de los despreciables. Más vale ser despreciado, como la víctima, que despreciable como ellos.
También los hay que pudiendo parar un episodio, o más, de acoso moral no lo hacen, porque prefieren conservar la amistad del monstruo de turno que comportarse como personas de bien.
Las víctimas de acoso moral siempre acaban con secuelas, más o menos importantes. Ese es un daño que los causantes deberían cargar en sus conciencias, si las tuvieran.
Los monstruos se regodean de su poder. Los hay que utilizan como acosadores a personas que anteriormente fueron víctimas. Para estos últimos, si acceden, esto es como subir de estatus. De ser no queridos por el monstruo han pasado a ser soldaditos del monstruo, cosa que ven como un avance y no como una degradación.
Una característica del acoso moral es que hablar de él, como en este caso por ejemplo, sólo sirve para que los acosadores perfeccionen su técnica. El acoso moral se va extendiendo a todos los ámbitos de la vida, escolar, inmobiliario, virtual, etc. Es un veneno para la sociedad y perjudica a todos.

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