sábado, 20 de julio de 2013

Apuntes profanos sobre la crueldad

Si hubiera escrito crueldad humana habría sido redundante. Sólo la especie humana, que yo sepa, es cruel. Sin embargo, no creo que la crueldad sea una característica humana, sino que, más bien, la considero una degeneración.
Y a pesar de que es una cosa que no surge de modo natural del corazón humano, sino que es consecuencia del sistema de vida, abunda por doquier. Muchas veces de forma inconsciente, como es el caso de los chistes, muchos de los cuales se ceban en alguna carencia o deformidad física, o en la orientación sexual, etc. Esos chistes están ahí, algunos de ellos han sido contados por humoristas de postín, como Gila, y a veces hay que reírse, aunque no se tengan ganas, para no desentonar.
El hecho de que la crueldad prolifere de forma inconsciente da idea de la que hay de modo consciente. No son pocos los que gozan dejando caer metafóricas gotitas de ácido sobre las personas que odian. Se puede presumir que si no dejan caer gotas de ácido de verdad es porque está prohibido y hay policía para perseguir estas cosas.
También tengo la particular impresión, aunque admito de antemano que puedo estar muy equivocado, que hay un poco más de crueldad de origen femenino que de origen masculino, pero no es porque las mujeres sean peores que los hombres, sino porque desde siempre han vivido sometidas a los hombres; durante mucho tiempo su mejor y casi único destino ha sido el matrimonio, por lo que se han visto obligadas a competir entre sí para conseguir el amor del hombre deseado.
Por otro lado, la crueldad de los hombres, cuando se produce, puede ser brutal, mientras que el abanico de crueldades femeninas es muy amplio.
Pero, sobre todo, lo que conviene no olvidar es que la crueldad embrutece a quien la usa. La gente cruel ha dejado atrás la ética, la moral y el buen gusto.
Donde hay crueldad no hay empatía, palabra tan de moda en la actualidad.
Tampoco hay fortaleza, puesto que no se saben controlar los impulsos.

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