sábado, 1 de febrero de 2014

Cosas minúsculas

Cuando Carlos I de España y V de Alemania sufría le próstata, le introducían chinches en el meato, porque el cosquilleo que le producían al caminar por la uretra le producía un relajamiento que le permitía orinar. Este proocedimiento ingenioso fue inventado por Dioscórides y todavía perduró bastante tiempo más. No fue el único remedio que se empleó con el emperador, sus médicos también recurrían a la cal viva.
Fácil es comprender que en determinados momentos los diminutos chinches eran más importantes para él que cualquier embajador o ministro.
En la actualidad, ciertos avances médicos hacen el papel de las chinches; la gente vanidosa debe comprender que sigue dependiendo de cosas minúsculas.
Los judios que eran llevados en grupo por las calles a los centros de exterminio imploraban con la mirada un gesto amable a las multitudes que, situadas en los márgenes, los contemplaban. Recibirlo, les hubiera confortado, camino de la muerte que les esperaba. Sin embargo, recibían odio y desprecio. Si alguno se sentía conmovido por lo trágico de su situación, trataba de disimularlo, para evitar las consecuencias que podría acarrear dicho pequeño gesto.
Un joven que había sido condenado a pasar un tiempo en la cárcel, al recibir la visita de uno de sus profesores le agarró con fuerza el brazo y le dijo: ¡Por favor, no me falle! Cumplida la pena y alcanzada la libertad, emprendió una carrera exitosa y ya no volvió a delinquir. A veces basta con que alguien tenga un brazo tendido en el que apoyarse, o crea que lo tiene, para que se anime y haga el esfuerzo que exige la vida.
Serrat es un pájaro de cuenta, como él mismo reconoce y demostró Arcadi Espada, con la ayuda del gran Ramón Arcusa. En el blog de El Quicio de la Mancebía se puede leer el texto, y algo más. Pero si viene aquí es porque en una de sus canciones, Balada de otoño, va la siguiente frase: «por una sonrisa doy todo lo que soy».

1 comentario:

Merche Sartal dijo...

Desconocía lo del método de las chinches.Que cosas! Lo que cuentas sobre los judios me ha emocionado mucho porque de niña leí un libro sobre el holocausto nazi, que estaba ilustrado con esas sobrecogedoras y dolorosísimas imágenes que todos conocemos, y eso marcó un antes y un después en mi inocencia infantil. Y recuerdo esos rostros implorando esos 'gestos' a los que te refieres. En fin. Nada nuevo sobre la extrema maldad y crueldad humanas. Muchas gracias, Vicente, por hacernos reflexionar sobre lo fácil que puede resultar hacer que cada dia sea un poco mejor para los que nos rodean, con una simple sonrisa o gesto amable. Con frecuencia olvidamos estas pequeñas cosas al dejarnos engullir por la vorágine, por las prisas, y por esa especie de insatisfaccion que se palpa en la sociedad. Una sonrisa para ti, mi buen amigo.