La
Gallera, ya lo dice el nombre, es un edificio que fue concebido para
que tuvieran lugar en su interior las peleas de gallos, tan populares
en su tiempo.
Este
espacio, que evoca el drama y la sangre, ha sido invadido por Rebeca
Plana y ha elegido para la ocasión un martes y 13, y son 13 las
obras que expone. La suerte está echada. No habrá apuestas en el
lugar, como era la costumbre de antaño, pero la pasión con que se
hacían está toda en el recinto, como se puede suponer, en los
cuadros.
Rebeca
es una artista visceral, que pinta con trazos gruesos y decididos, y
lo expone todo. He aquí unos colchones a modo de cuadros, que
inducen a pensar en lo más íntimo de la artista, en lo que su
pasión crece de forma exponencial. A una artista lanzada en busca
del arte no hay nada que la detenga y si al relato le conviene sacar
a relucir sus orgasmos lo hace.
Se
suceden los colores vivos, rojos como la sangre, amarillos, blancos,
azules. El plumaje de los gallos, alborotado, violentado, inunda la
sala en los dos espacios ocupados, el inferior y la galería que
debió de ser un observatorio privilegiado para contemplar las
peleas.
Los
gallos que iban a la lucha a la muerte con altivez y vendían caras sus
vidas han vuelto al lugar de forma subliminal; también han traído
su carga erótica en esas formas que parecen estallidos multicolores,
que incitan de forma indisimulada a sumarse a la fiesta de la vida.
Nada reivindica mejor la vida que la muerte. El anuncio de una muerte
trágica desata la tormenta perfecta, la despedida triunfal del mundo
de los vivos.
Arquitectura
y pintura, en este caso, dan lugar a una simbiosis perfecta cuyo
objetivo es impactar en el ánimo del espectador y sumegirle en este
ambiente apasionado en el que tampoco falta el sentido del humor.
Para
el comisario hay dos cuadros, de tonalidades más oscuras, que
sintetizan a todos los demás, lo cual se aprecia claramente si se
considera a la exposición como un todo. Si se observan los cuadros
individualmente quizá sean otros los que llamen la atención.
La
fotografía es de María Contel.
Vicente
Torres
No hay comentarios:
Publicar un comentario