En
un artículo titulado The country that wouldn't grow
up, que Rebelión publicó traducido al español poco tiempo
después con el título El país que no quería crecer, Tony
Judt se refiere al Estado de Israel en unos términos que, en mi
opinión son un tanto inexactos.
Conviene
empezar por el título. La alusión a que no quería crecer hay que
entenderla en el sentido de que prefiere seguir siendo infantil. Pero
es que son las personas, algunas, las que alcanzan la madurez. No hay
más que ir al fútbol para comprender que muchos individuos serán
infantiles de por vida. Por supuesto que todos los países del mundo
son infantiles. Cuando las personas se convierten en masa y actúan
de este modo desaparece todo aquello que caracteriza la madurez. De
ahí que la doctrina nacionalista sea tan nociva. El nacionalismo
fomenta el comportamiento inmaduro de sus seguidores.
Afirma
también el autor del artículo citado que hubo un tiempo en que el
Estado de Israel no fue odiado por todos. En caso de ser cierta esta
afirmación, lo sería durante un corto periodo de tiempo. El pueblo
judío ha sido odiado a lo largo de los tiempos y este odio desembocó
en el Holocausto. Es un pueblo singular. Cualquier otro pueblo, el
español, el inglés, tiene una base territorial. Los pueblos suelen
estar constituidos por una gran mezcla de razas. El pueblo judío, en
cambio, se caracteriza por tener una cultura única y está disperso por
multitud de lugares. Juzgar si es bueno o malo que el pueblo judío
se haya empeñado en conservar su cultura es atrevido. No se pueden
tener todos los datos que serían necesarios para hacerlo y se sabe
que el empeño lo viene pagando caro. No es una opción que salga
gratis. Junto con el odio de que viene siendo objeto a lo largo de la
historia hay que poner en la balanza sus contribuciones a la
humanidad.
La
tercera cuestión que hay que tener en cuenta es que fueron las
primeras potencias de la época, con el visto bueno de la ONU, las
que proporcionaron el país al pueblo judío. Les dieron unas tierras
y les dijeron: apañaos como podáis. Esto no lo dijeron, pero como
si lo hubieran dicho. Deberían haber sido los soldados de la ONU los
que desde el principio vigilaran las fronteras de Israel, las que
defendieran al pueblo judío de todos los ataques.
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