Digamos que yo represento al capitalismo,
no por el dinero que no tengo, sino por mi conducta.
Se presenta en Valencia un amigo de
Madrid al que se le puede considerar sabio, dados sus conocimientos
en varias disciplinas. Ha sido jurado en algún concurso de tortilla
de patatas y desea volver a comer la del Alhambra, pero está
cerrado. Le había propuesto, puesto que se aloja en Ruzafa, la del
bar Biosca, pero también hemos tenido mala suerte en esto, porque
tampoco estaba abierto. Encontramos otro bar en la zona, no muy
lejos, y he entrado a preguntar si tienen tortilla de patatas y ante
la respuesta afirmativa pido que me la enseñen, ya que no disponen
de expositor. Quizá este sea un gesto capitalista, porque no
entienden mi petición, pero ceden, la sacan de la cocina y me la
enseñan. Decido que debe de ser comestible y aviso a mis amigos para
que se sienten en una mesa de la calle. Aviso al que debe de ser el
dueño de que estamos en tal sitio. El dueño es alto y delgado y
tiene algo de tripa. Enseguida viene una rubia, muy delgada, hay otra
también en el servicio del bar, y nos toma el pedido y vuelve
rápidamente con las bebidas (esta gente es muy lista, cede cuando le
conviene -al enseñarme la tortilla en este caso- y luego enseguida
sirve las bebidas, para que no nos vayamos. A partir de ahí toca
hacer cola, como en Venezuela. Pasa el tiempo, pasa el tiempo, pasa
el tiempo, más de media hora, y de nuestra mesa parte un comando
amable hacia la camarera, y al cabo de un buen rato comprendemos que
el comando no ha conseguido sus propósitos, de modo que a la
siguiente vez el comando es capitalista, o sea, yo, como hemos
convenido. Me dicen que ya nos van a traer los pinchos de tortilla.
Pasa más tiempo y no. Vuelve el comando capitalista, o sea, yo a
reclamar. Me responden que hay que tener paciencia, que están
sirviendo comidas, que hay gente delante de nosotros, todo eso con el
peculiar tonillo sindicalista, de camarada… Al siguiente intento,
ya pido la cuenta, pago las bebidas y nos largamos con la música a
otra parte. El capitalismo no tiene contemplaciones.
1 comentario:
Un capitalista de lo mas sensato. Aconsejo la tortilla de un pequeño bar que hay al lado de la plaza de la virgen. Muy aconsejable
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