sábado, 20 de octubre de 2018

La mente criminal

A lo largo de nuestra existencia es frecuente que nos encontremos con personas cuya única finalidad es la de hacer daño. No hay modo de conseguir un acuerdo transaccional aceptable por ambas partes, puesto que se comportan como si fueran círculos herméticamente cerrados. No hay modo de introducir una idea buena en ellos.
Solo cabe esperar que algún día se rompa ese círculo y que los puntos por donde se ha roto se separen más y más. Pero si se piensa en Otegui se comprende enseguida que en muchos casos, quizá en la mayoría, eso es imposible. Abrir, o romper, el círculo tiene como consecuencia que se tenga que reconocer el daño hecho hasta el momento, y ese proceso tiene que ser muy doloroso. De ahí que esa gente prefiera enmascarar la realidad, engañarse a sí misma, encerrarse en un círculo protector que, de forma inveterada, empuja a hacer más maldades.
La persona en la que se da dicha circunstancia puede estar alimentando su narcisismo, fabricando un personaje que le sirva de camuflaje para actuar ante los demás, aprendiendo a simular serenidad y sosiego, etc.
No todos los que tienen la mente criminal cometen delitos, pero ninguno deja de hacer el mal cuando le es posible. Naturalmente que se procuran coartadas destinadas principalmente al autoengaño, aunque pueden ser utilizadas ante terceros, siempre que sean proclives a aceptarlas. Los canallas, dicho en lenguaje crudo, se reconocen unos a otros y muchas veces se unen. No se fían, y no es necesario explicar esto, de las buenas personas, que constituyen el blanco preferente de sus diatribas o traiciones. No hay nadie perfecto y siempre se puede encontrar algo criticable en cualquier persona.
Suponer cualquier tipo de gesto noble, desinteresado, altruista, generoso, bienintencionado, en estas personas es improcedente, porque no se va a dar. Para estas personas, ese gesto tan ligado al cristianismo, pero no exclusivo de él, como es el perdón, resulta doloroso. Entiéndaseme, no se trata de que perdonen, sino de que sean perdonadas.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada tan ieerto, vicente. Los ejemplos se multiplican apenas piensa uno un poquito, empezando por la chusma podemita y terminando por gente ruin por naturaleza como el camarada Sánchez, ese plagiador de las obras ajenas y ambicioso sin escrúpulos. Adelante, y no cejes en el empeño de denunciar a la gentuza.

Mª Jesús Díaz, mamá de Chusi dijo...

Supongo que es humanamente comprensible que las personas cuya conciencia está repleta de malas acciones sufran de ceguera selectiva...
En fin, sería "perdonable" si no fuera porque al hallar razones para justificarse, lo que hacen es hacer más hueco en la conciencia y seguir así haciendo el mal.

Unknown dijo...

Curiosa situación en la que nos encontramos hoy en día, estamos rodeados.

eugenio dijo...

Un buen análisis, Vicente.
Gracias

Irene dijo...

Pues sí, bastante cierto. Hay condiciones humanas donde no sabes si la excusa es el motivo político, como en otros una aberración de otro tipo para ser despiadados. Gracias Vicente

M. José Martín Velasco dijo...

Lo malo es que hay muchos Oteguis

Anónimo dijo...

En estos tiempos tan complicados y con tanto ajetreo, se evidencian con claridad algunos tipos de personas con esos rasgos de maldad y más si se creen líderes de algunos grupos de amistades, de vecinos o de autoridades locales. Las consecuencias de esa mentalidad no favorecen la convivencia armoniosa ni saludable, no quieren entender otras alternativas de ver la situación problemática. Como siempre buen artículo, Vicente.

AnaTeresa