Chabuca Irrepetible
Chabuca Granda, 1974
Al igual que Óscar Avilés, quien acompañara a Chabuca desde temprano, Castro Nalli dice no tener referencias al respecto. Avilés, es más, afirma que el criollismo actual “no existe”, al menos no con el sabor y el acento con que él lo bebió desde niño.
“No le puedo decir eso”, responde, “porque no los encuentro... No le voy a decir que (la música criolla) ha decaído o se ha levantado, esa pregunta me abstengo de responderla”.
De los históricos, en todo caso, solo destaca a dos: Chabuca y Pinglo Alva. De este, dice que el suyo fue un canto a la naturaleza y a lo actual de su tiempo, a la obrerita, al canillita, al barrio, a la cosa sentida, al amor plebeyo; mientras que Chabuca se desmarcó del padre para desarrollar un canto al Perú, “a la costa peruana, a las tradiciones, a lo notable”. Y fue “Lima de veras” la primera.
Ahora, cuando ya no se le puede ver agitar el pañuelo en una marinera garbosa, son otros los que cantan por ella. Quizá sea el brasilero Caetano Veloso uno de los intérpretes extranjeros que con más sentimiento han entonado La Flor de la Canela. Y partiendo desde Lima, Juan Diego Flórez ha sabido colmar de jazmines.
Chabuca con Victoria Angulo, canela con picarón.
En Buenos Aires, a donde tuvo que mudarse para mantener un espectáculo que duró dos años.
Precisamente, “La Flor de la Canela” acaba de ser elegida por la Apdayc (Asociación Peruana de Autores y Compositores) como la mejor canción criolla.
Sobre ese resultado, Alicia Maguiña responde desde la ducha y al otro lado del teléfono. Cree que no solo de Chabuca está hecho el criollismo peruano, y que es muy difícil hacer ese tipo de elecciones cuando quienes integran el jurado no siempre conocen el gran repertorio criollo: “La historia de la música criolla no la hace un solo compositor”, explica, “hay otros anteriores a Chabuca que aportaron mucho, y con ella y los que la siguieron se ha hecho la historia de la música criolla peruana”. El criollismo, sin duda, puede ser también un tema espinoso.
Hace hincapié, sin embargo, en que aunque se les ha considerado rivales, ella no envidia a nadie, y destaca de Chabuca que tuviera “una entrega diferente, un ver lo popular desde otro ángulo, y un buen uso del idioma”, pero no puede dejar de mencionar a otros grandes compositores que también le cantaron a lo popular: Felipe Pinglo, Lorenzo Humberto Sotomayor, Manuel Acosta Ojeda, Luis Abelardo Núñez, Augusto Polo Campos y José Escajadillo, entre otros. “No podemos pues borrar de un plumazo a todos los que han aportado”, señala.
Maguiña cree, también, que hace falta un mejor análisis de la tradición para que los intérpretes jóvenes tengan una visión más amplia del repertorio criollo y accedan a compositores tan buenos como Chabuca, quien, a diferencia de otros, ha disfrutado de mejor “marketing”. Aclara, por si acaso, que es “hincha” de la autora de “Cardo o Ceniza”, quien “llevó otro argumento a la canción popular creando un estilo diferente, un estilo más bien señorial, y que desde allí supo mirar lo popular”. Una mirada que desde hace 25 años se extraña.
(Maribel De Paz)
Memoria de Canela
Reminiscencias de Felipe Carrillo, un viejo tamborero
A mí me conoció la señora porque fui el único de la delegación que se portó mal”, dice con sonrisa pícara Felipe Carrillo, percusionista y bailarín. Su relato se remonta a 1970 cuando él, con 21 años, era reciente contratación de Perú Negro. Se celebraba entonces el Mundial de Folklore y Gastronomía en México DF y Chabuca Granda era la presidenta de la representación peruana que terminaría campeona. Con ese grupo dio Felipe sus primeros pasos como artista, bendecido por la mano de Chabuca.
Pero al inicio no recibió bendiciones, sino una andanada de gritos. “Me gritó porque yo llegué muy tarde, me demoré peinándome”, cuenta riendo; y así como si nada se distrae, tan cronopio, para palmotear un yembé. Luego continúa, “pero tenía razón la señora, yo era la oveja negra”. Siempre “la señora”, con respeto reverencial.
Fue Chabuca quien se acercó al día siguiente para pedirle disculpas. Felipe asumió su error, regresó la paz, “yo me tomé una Coca Cola y ella un whisky” y, cuando la charla permitió un poco de confianza, él le confesó un secreto: “usted es el amor platónico de mi papá”. Chabuca rió. Ahora Felipe sonríe, suspira y suelta una flor que huele a diva: “cuando la señora caminaba ella fluía, no parecía que caminaba, no movía las nalgas. Eso es garbo, “el toro mata se baila así”.
(Teo Pinzás).
Caretas 2017 - 6 de marzo 2006, Chabuca Granda, Efemérides
1 comentario:
Una vida dada al sentimiento, intérprete de su mundo, compositora de una visión,
sin duda música de la otra orilla.
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