Una noble dama poco antes de su muerte dicta testamento, destinando sus cuantiosos bienes al cuidado de los pobres. En 1921 se inaugura el asilo, regido por la Junta de Patronos, formada según las disposiciones testamentarias, que se encarga de cuidar que las últimas voluntades de la ilustre benefactora, inequívocamente en favor de los necesitados, se cumplan. En 1969, el presidente de la citada Junta es Don José Cabrera Abargues. Éste venía observando que el beneficio que se obtenía del arriendo de las tierras del asilo, con el cual se sufragaba su mantenimiento, disminuía año a año, debido a la menor rentabilidad de los cultivos agrícolas, por lo que decidió venderlas, siguiendo las pautas previstas en el testamento.De lo que no se había percatado el presidente es de la fuerte demanda que ya experimentaba el suelo por aquellos tiempos. Por entonces, ya se había enriquecido un buen número de personas con la construcción y venta de chalets. También se hablaba de que había quienes compraban terrenos para volverlos a vender el mismo día o el siguiente por un precio mucho mayor. Y es que lo ganar el pan con el sudor de la frente no convence a todos. Algunos prefieren formas más rápidas y descansadas de acumular dinero. José Luis Luri explica los pormenores de la venta con detalle. Calcular el valor actual de los citados terrenos podría hacernos escandalizar, si conserváramos dicha capacidad. Aquí figura la relación de fincas, con los adjudicatarios, los precios de subasta y los tamaños medidos. Algunos de los nombres son bastante conocidos en Valencia.La enseñanza que se extrae de todo esto es que a los pobres les persigue su sino y si inesperadamente resultan agraciados con algún premio, éste acabará irremediablemente en otros bolsillos.
lunes, 31 de marzo de 2008
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