Todo desconocido; hasta el camposanto era nuevo; tierra encarnada y fértil; tapiales nítidos, cipreses infantiles. En aquel tiempo de su primer viaje, la noche de la llegada salió con su posadero y supo -me valdré de las mismas palabras de entonces - quen "los leprosos no se arrastraban por las callejas, no clamaban, no hervían como gusanos; habitaban en las más retraídas; y en la última del pueblo, en la más honda, se habían espesado..." (Del vivir).
Ahora iba buscando las mismas gentes, las mismas casas, los mismos motivos y rasgos esenciales de devoción, de ardor, de juventud de aquellos años. Y no recordaba ni hallaba nada ni nadie.
Llamó a una abuelita y le preguntó por los enfermos.
-¿Los enfermos? ¿De qué enfermos dice?
-Los leprosos, los del mal. -¿Los del mal? Ya no están; ya no los tenemos. Se los llevaron a la leprosería de Fontilles. Si alguno queda por el valle, será de buena casa, o de los que se amagan para no dejar lo suyo.
La abuelita se apartó, enjugándose los lagrimales y la boca con sus dedos duros y torcidos, como si se persignara.
¡Nadie del Parcent de entonces; ni leprosos! Había visto Parcent delante de su juventud. Lo veía ya detrás de un pasado que no le pertenecía. Y volvíose a su coche con prisa de seguir la jornada. (Años y Leguas, Gabriel Miró 1928)
Parcent es un pequeño pueblo alicantino, cercano al mío. Está enclavado en un hermoso valle y en la actualidad es lugar de residencia permanente de numerosos extranjeros. Pero si lo traigo a colación es por mi amigo Javier, que pese a haberlo visto tan poco, siempre lo recuerda. Javier es hijo de Arturo, y ya nació en Argentina. Cuento un pequeño resumen: Arturo Guardiola Pastor, oriundo de Parcent, tras unos años interno en el Colegio Mayor de los Jesuitas de Barcelona y cuando estaba trabajando como topógrafo en la construcción de un túnel férreo a Francia, acepta la oferta de unos vecinos de Parcent y emigra a Mendoza.
Allí conoció a Elena Guevara Anzorena, Doctora en Derecho Notarial, prima segunda del Che Guevara, con la que se casó y tuvo cuatro hijos:
Ignacio.- Ingeniero en Geodesia
Francisco Javier.- Escribano y Vicepresidente del Colegio de Escribanos de Mendoza María Fernanda.- Licenciada en Literatura
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