lunes, 2 de junio de 2008

Dedicatorias, agradecimientos, inspiración.

DEDICATORIAS, AGRADECIMIENTOS, INSPIRACIÓN.

En muchas biografías de escritores y poetas leemos alguna alusión a una persona que ha sido, se supone, si el mismo autor no lo ha confirmado, la musa inspiradora o el estímulo guiador no sólo de un escrito o manuscrito determinado sino de toda la obra del autor.

Dante, con Beatriz. En un tono más jocoso, Aldonza Lorenzo “Dulcinea del Toboso” para D. Quijote. El mismo Dios para muchos santos y profetas. Una situación como alguna injusticia, para otros. El escritor encuentra en cualquier lugar, tiempo o situación su inspiración.

En muchas ocasiones, erróneamente, se ha aplicado el motivo de la inspiración al nombre que aparecía en una dedicatoria o agradecimiento. Sin estar confirmado por el autor, esta circunstancia ha podido ocasionar conflictos no sólo para el autor sino para la persona a quien estaba dedicada la obra. Esto ha ocurrido con todos los artistas y, precisamente, entre el público, por no tener clara la diferencia entre dedicatoria, agradecimiento y lo que es la inspiración.

A continuación se trabajarán someramente dichos puntos.

Se suelen encontrar en el encabezado o en las primeras páginas y al final o en las últimas páginas de los textos, poemas, diferentes escritos literarios, unas frases que el autor o los autores destinan a personas que pueden ser o no ajenas al texto que ocupa en ese momento la vista y manos del lector.

Las frases colocadas al principio se denominan dedicatorias.

Son esas frases que comienzan con “a” o “para”, un nombre de persona, un nombre de colectivo, incluso una situación, una festividad o acontecimiento, un suceso a quien se desea referir el texto.

Suelen dedicarse los textos a personas que lo hayan pedido expresamente por que el texto les ha gustado o porque el contenido del texto se refiere expresamente a ellas, a situaciones o lugares sobre las que se desee llamar la atención, hacia colectivos buscando algún tipo de respuesta o simplemente por agradecimiento.

Según la definición de la palabra “dedicatorio, dedicatoria” que deviene del verbo “dedicar”, en su sentido adjetival significa “que tiene o supone dedicación” pero como sustantivo femenino, es una “Carta o nota dirigida a la persona a quien se dedica una obra, y que en los escritos se sitúa al principio, impresa o manuscrita.”

Por poner algunos ejemplos, los poetas dedican sus poemas a alguna persona o acontecimiento. Los escritores dedican a las personas que leen sus libros, cuando compran el ejemplar, agradeciendo así el interés de su público.

Cualquier escritor puede dedicar un escrito a una persona que le haya ayudado o que le haya aconsejado, independientemente de que dicha persona le haya estimulado o no para escribir la obra.

Los agradecimientos se colocan al principio o al final – normalmente al final – del texto y se refieren a las personas o colectivos que, de un modo u otro, han ayudado a la redacción, composición, formación del texto o la publicación.

Se colocan para devolver a la persona o asociación un reconocimiento por un favor o labor realizados.

La definición de la Real Academia Española se refiere a la acción o efecto de agradecer, es decir, sentir gratitud, mostrar gratitud o dar las gracias o como verbo transitivo, y dicho de una cosa: “Corresponder al trabajo empleado en conservarla o mejorarla.”

La inspiración merece un punto y aparte ajeno a estos dos aspectos del texto. Lo cierto es que puede haber alguna alusión presente en la dedicatoria o en el agradecimiento o no, o ser completamente ajena.

Según la Real Academia de la Lengua Española, hay cuatro acepciones referentes a la palabra inspiración que coloco seguidamente:

“inspiración.

(Del lat. inspiratĭo, -ōnis).


1. f. Acción y efecto de inspirar o inspirarse.

2. f. Ilustración o movimiento sobrenatural que Dios comunica a la criatura.

3. f. Efecto de sentir el escritor, el orador o el artista el singular y eficaz estímulo que le hace producir espontáneamente y como sin esfuerzo.

4. f. Cosa inspirada.”

La inspiración puede devenir desde cualquier situación, lugar, persona o cosa. Desde el mismísimo Dios hasta una hoja sobre un muro, cualquier elemento vivo o inerte puede servir de inspiración. Depende de la sensibilidad del escritor para captar puntos de vista de determinadas coyunturas, aspectos distintos acerca de una estimulación.

La inspiración no obliga necesariamente a un agradecimiento o a una dedicatoria.

Puede ser que alguna persona haya ofrecido alguna estimulación pero no suele ocurrir necesariamente so pena que el escrito se refiera a una persona, ciudad, etc.… El autor recibe la inspiración, comienza a redactar y se ayuda de otras personas para la corrección, correcta disposición, ilustración, maquetación, etc.… de la obra. Posteriormente las incluye en el agradecimiento.

Las dedicatorias no se refieren tampoco al objeto de la inspiración. Se suele ofrecer la obra posiblemente a quien la haya pedido, sea porque haya ayudado a corregir el texto o por cualquier otra aportación – en cuyo caso la dedicatoria pasa a ser agradecimiento aunque se redacte como dedicatoria – o por cualquier otro motivo que pueda imaginar el autor. Pero no suele ser la causa de la inspiración la misma que la de la dedicatoria. Normalmente el autor suele ocultar la razón inspiradora y desviar la atención con los agradecimientos y las dedicatorias. Incluso oculta rotundamente la razón inspiradora y la protege conscientemente para evitar otro tipo de estimulaciones que desvíen la atención del autor a la hora de escribir su obra.

Por lo tanto no es obligatorio, necesario ni un imponderable encontrar en los receptores de dedicatorias y agradecimientos las causas de la inspiración de un texto. En muchas ocasiones ha ocurrido que, injustamente, se ha aplicado a una persona amiga o ajena al autor una inspiración incorrecta causando con ello prejuicio en fama a quien ha recibido dicha inspiración. Cuando no se reconoce dicho prejuicio, ya el mismo autor nombra a la causa de su inspiración en sus obras. No suele ser lo normal pero no tanto como por proteger la estimulación sino por mantener la atención en la redacción y la composición del texto.

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