Esta es la historia de una amiga virtual de Tarragona, que cayó en el mundo del alcoholismo y con ocasión de la jornada antidrogas "Estels de Vida" que se llevó a cabo el 2 de junio en Manresa, Cataluña, tuvo la oportunidad de contar su historia, que también es la historia de mucha gente. Le pedí permiso para compartir su testimonio, a lo que accedió enseguida, como quien desea que su experiencia sirva de ejemplo a quien está en el hoyo y no sabe cómo salir. Aquí va su historia, relatada por ella misma.
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Había una vez, una chica asustadiza y vergonzosa...
Creció siempre con el miedo en el cuerpo, si no era por una cosa era por otra. El entorno familiar era difícil, por decirlo de alguna manera suave... Siendo niña se aislaba de todo creando su propio mundo imaginario, esto le creó problemas. Al no entrar en el juego familiar se la tachó de “niña difícil”, nunca se dieron cuenta de que sufría y se rebelaba sin ella saberlo, ante el hostil y tenso ambiente que se vivía en su casa...
La niña fue creciendo, siempre con miedo. Llegó la hora de estudiar en el instituto, el comportamiento con sus compañera era “huraño, de rabietas”... Cuando la que sigue siendo su mejor amiga, conseguía -después de mucho insistir- saber qué le pasaba, siempre había habido discusión familiar el día anterior.
En la adolescencia, seguía siendo considerada de igual manera, más todavía, pues la adolescencia de por sí ya es un periodo difícil.
Con solo 17 años, menor de edad en aquellos tiempos, empezó a frecuentar las discotecas, era toda una aventura, de forma clandestina para su familia acudía cada jueves por la tarde. Empezó a tomar contacto con los “cubatas”, aun siendo menor de edad. Allí entro en un mundo excitante y desconocido, conoció el juego del “tonteo” con los chicos y con el alcohol... Con el alcohol se evadía, se olvidaba por unas horas de los malos rollos. Se sentía “feliz”, y como todo drogadicto se engañaba a sí misma... Todo era ficticio; incluso llegó a “comprar” el cariño y la compañía de más de una persona, invitando, así no estaba “sola”...
Con 19 años trabajaba, su padre la había “enchufado” donde trabajaba él… Como siempre, le había solucionado el problema...
La adolescente rebelde y atrevida en el mundo de la noche, empezó a tener problemas añadidos en casa, era un drama que la dejaran salir de noche; muchas veces salía igualmente, dando un portazo y dejando a sus padres gritando tras la puerta.
Empezaron los problemas con los chicos y con el alcohol... Tuvo más de un susto con los hombres, unos superables, pero una vez se arriesgó, iba tan borracha que sufrió una violación...
Discoteca a diario por las noches, faltaba al trabajo, la resaca era diaria; a veces era tal la cantidad de alcohol que se había metido en el cuero que era imposible ir a trabajar... a punto estuvo de que la despidieran, pero su padre que tenía cierto cargo, lo arregló, como siempre...
Pasaron los años y la chica, ya no era tan joven, pero su ritmo de vida siguió. En muchos aspectos empeoró, empezó a contraer deudas, siguió con el consumo y los escarceos amorosos... Empezó una relación con un hombre casado...
Su padre le solucionaba las deudas, ella se acostumbró a esto y esta actitud sobreprotectora de la “niña difícil” siguió hasta que el pobre falleció...
Se metió por muchos caminos equivocados, algunos con monstruos muy peligrosos, pero ella no tenía miedo; el alcohol le enturbiaba la mente, pero le quitaba el miedo y se sentía “querida y admirada”, el alcohol la encerraba, sin ella saberlo, en una cárcel, creía que era libre y una mujer liberada.
Llegó un momento en el que tocó fondo, era como si hubiese caído dentro de un pozo... Pero seguía consumiendo...
Cuando iba a casa de su amiga, ella misma llevaba la botella de ginebra porque en esa casa no había, y esa botella le duraba para dos visitas a sus amigos...
Empezó a vivir con un compañero de trabajo, creyó que se había enamorado... La relación fue un desastre y como siempre, para huir del desasosiego, se refugiaba en el alcohol cada vez consumiendo más...
Cuando tenía 39 años, su padre enfermó de cáncer de hígado, irreversible, el consumo de alcohol fue a más, para “olvidar”. Aunque siempre había discutido y peleado mucho con su padre, su muerte la sumió en una desesperación difícil de explicar con palabras. Le adoraba, siempre buscó que la quisiera por ella misma, ella intentó agradarle, esto no funcionó y ella creía que no la quería...
Luego se separó, y bebía cada vez más, empezaron las bajas laborales por depresión, pero no dejó de consumir.
Reanudó la relación con el hombre casado, por lo que hubo de cambiar de ciudad. El consumo aumentó y mucho... Estaba muy sola, física y moralmente, y su amiga más íntima era la botella; empezó a consumir sola en casa, frecuentaba poco lugares públicos, cuando había dinero para bebidas destiladas, pues tomaba eso; cuando no, vino de tetra brick, daba igual.
Tenía ya casi 44 años y sin ella saberlo, el problema suyo con el alcohol era ya algo importante y alarmante.
No recuerda cómo, pero un día lo habló con su médico de cabecera, este la aconsejó que fuese a Drogodependencias, a lo que ella se negó, todos los drogadictos dicen “yo puedo controlarlo”.
Pero después de unos meses aceptó, el test que le hizo la doctora de Drogodependencias mostró una adicción muy grande y grave. Le propusieron ingresar en un centro (de la Generalitat). Como podrán imaginar, ella se negó… ¡alterada y ofendida!
A los 3 meses y presionada por su entorno aceptó el ingreso, su estancia en el Centro Terapéutico no fue fácil, se rebelaba contra el mundo y contra ella misma, hacía “pataletas”, como toda la vida, para llamar la atención, buscando ayuda y afecto desesperadamente, sin ser consciente de ello. Nunca había tenido normas ni reglas en su vida, y aceptar las del Centro no fue fácil...
Pero siendo el tratamiento de 6 meses, ella pidió mas tiempo, estuvo 10 meses allí...
Queriendo o sin querer, había caído en trampas muy peligrosas, se había “enganchado” a cosas y a personas, y la situación era desesperada...
Después de mucho tiempo recibiendo apoyo de amistades y profesionales, que no de la familia, empezó a ser otra, aunque ella no veía sus cambios y sus logros, ¡maldita autoestima!
Llegó el momento de abandonar el Centro... estaba muy muy asustada, allí se sentía “protegida y entre algodones” y salir al mundo real la aterraba. ¿Quién la iba a escuchar?” “¿quién iba a estar a su lado a pesar de las rabietas y encima sin consumir?”...
Pero actualmente está muy agradecida a las normas y a los profesionales que la ayudaron.
Fue muy duro, lo fue por mucho tiempo. Todo el mundo decía que había cambiado mucho para mejor, pero ella seguía sin permitirse el lujo y el derecho a decir: “lo hago bien”...
Necesitaba más tiempo, mucha paciencia por su parte y por parte de su entorno; el tiempo ha pasado y la autoestima ha mejorado bastante.
Hace 6 años y 10 días que no consume, y no siente el más mínimo deseo de hacerlo ni ante las adversidades grandes por las que ha pasado... pero llegar a esto fue una lucha mental muy agotadora, mucho...
Dejadme que empiece mi relato con la historia de Orfeo, perteneciente a la mitología griega. Es uno de los mitos más conocidos, filósofo, músico, poeta...
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Había una vez, una chica asustadiza y vergonzosa...
Creció siempre con el miedo en el cuerpo, si no era por una cosa era por otra. El entorno familiar era difícil, por decirlo de alguna manera suave... Siendo niña se aislaba de todo creando su propio mundo imaginario, esto le creó problemas. Al no entrar en el juego familiar se la tachó de “niña difícil”, nunca se dieron cuenta de que sufría y se rebelaba sin ella saberlo, ante el hostil y tenso ambiente que se vivía en su casa...
La niña fue creciendo, siempre con miedo. Llegó la hora de estudiar en el instituto, el comportamiento con sus compañera era “huraño, de rabietas”... Cuando la que sigue siendo su mejor amiga, conseguía -después de mucho insistir- saber qué le pasaba, siempre había habido discusión familiar el día anterior.
En la adolescencia, seguía siendo considerada de igual manera, más todavía, pues la adolescencia de por sí ya es un periodo difícil.
Con solo 17 años, menor de edad en aquellos tiempos, empezó a frecuentar las discotecas, era toda una aventura, de forma clandestina para su familia acudía cada jueves por la tarde. Empezó a tomar contacto con los “cubatas”, aun siendo menor de edad. Allí entro en un mundo excitante y desconocido, conoció el juego del “tonteo” con los chicos y con el alcohol... Con el alcohol se evadía, se olvidaba por unas horas de los malos rollos. Se sentía “feliz”, y como todo drogadicto se engañaba a sí misma... Todo era ficticio; incluso llegó a “comprar” el cariño y la compañía de más de una persona, invitando, así no estaba “sola”...
Con 19 años trabajaba, su padre la había “enchufado” donde trabajaba él… Como siempre, le había solucionado el problema...
La adolescente rebelde y atrevida en el mundo de la noche, empezó a tener problemas añadidos en casa, era un drama que la dejaran salir de noche; muchas veces salía igualmente, dando un portazo y dejando a sus padres gritando tras la puerta.
Empezaron los problemas con los chicos y con el alcohol... Tuvo más de un susto con los hombres, unos superables, pero una vez se arriesgó, iba tan borracha que sufrió una violación...
Discoteca a diario por las noches, faltaba al trabajo, la resaca era diaria; a veces era tal la cantidad de alcohol que se había metido en el cuero que era imposible ir a trabajar... a punto estuvo de que la despidieran, pero su padre que tenía cierto cargo, lo arregló, como siempre...
Pasaron los años y la chica, ya no era tan joven, pero su ritmo de vida siguió. En muchos aspectos empeoró, empezó a contraer deudas, siguió con el consumo y los escarceos amorosos... Empezó una relación con un hombre casado...
Su padre le solucionaba las deudas, ella se acostumbró a esto y esta actitud sobreprotectora de la “niña difícil” siguió hasta que el pobre falleció...
Se metió por muchos caminos equivocados, algunos con monstruos muy peligrosos, pero ella no tenía miedo; el alcohol le enturbiaba la mente, pero le quitaba el miedo y se sentía “querida y admirada”, el alcohol la encerraba, sin ella saberlo, en una cárcel, creía que era libre y una mujer liberada.
Llegó un momento en el que tocó fondo, era como si hubiese caído dentro de un pozo... Pero seguía consumiendo...
Cuando iba a casa de su amiga, ella misma llevaba la botella de ginebra porque en esa casa no había, y esa botella le duraba para dos visitas a sus amigos...
Empezó a vivir con un compañero de trabajo, creyó que se había enamorado... La relación fue un desastre y como siempre, para huir del desasosiego, se refugiaba en el alcohol cada vez consumiendo más...
Cuando tenía 39 años, su padre enfermó de cáncer de hígado, irreversible, el consumo de alcohol fue a más, para “olvidar”. Aunque siempre había discutido y peleado mucho con su padre, su muerte la sumió en una desesperación difícil de explicar con palabras. Le adoraba, siempre buscó que la quisiera por ella misma, ella intentó agradarle, esto no funcionó y ella creía que no la quería...
Luego se separó, y bebía cada vez más, empezaron las bajas laborales por depresión, pero no dejó de consumir.
Reanudó la relación con el hombre casado, por lo que hubo de cambiar de ciudad. El consumo aumentó y mucho... Estaba muy sola, física y moralmente, y su amiga más íntima era la botella; empezó a consumir sola en casa, frecuentaba poco lugares públicos, cuando había dinero para bebidas destiladas, pues tomaba eso; cuando no, vino de tetra brick, daba igual.
Tenía ya casi 44 años y sin ella saberlo, el problema suyo con el alcohol era ya algo importante y alarmante.
No recuerda cómo, pero un día lo habló con su médico de cabecera, este la aconsejó que fuese a Drogodependencias, a lo que ella se negó, todos los drogadictos dicen “yo puedo controlarlo”.
Pero después de unos meses aceptó, el test que le hizo la doctora de Drogodependencias mostró una adicción muy grande y grave. Le propusieron ingresar en un centro (de la Generalitat). Como podrán imaginar, ella se negó… ¡alterada y ofendida!
A los 3 meses y presionada por su entorno aceptó el ingreso, su estancia en el Centro Terapéutico no fue fácil, se rebelaba contra el mundo y contra ella misma, hacía “pataletas”, como toda la vida, para llamar la atención, buscando ayuda y afecto desesperadamente, sin ser consciente de ello. Nunca había tenido normas ni reglas en su vida, y aceptar las del Centro no fue fácil...
Pero siendo el tratamiento de 6 meses, ella pidió mas tiempo, estuvo 10 meses allí...
Queriendo o sin querer, había caído en trampas muy peligrosas, se había “enganchado” a cosas y a personas, y la situación era desesperada...
Después de mucho tiempo recibiendo apoyo de amistades y profesionales, que no de la familia, empezó a ser otra, aunque ella no veía sus cambios y sus logros, ¡maldita autoestima!
Llegó el momento de abandonar el Centro... estaba muy muy asustada, allí se sentía “protegida y entre algodones” y salir al mundo real la aterraba. ¿Quién la iba a escuchar?” “¿quién iba a estar a su lado a pesar de las rabietas y encima sin consumir?”...
Pero actualmente está muy agradecida a las normas y a los profesionales que la ayudaron.
Fue muy duro, lo fue por mucho tiempo. Todo el mundo decía que había cambiado mucho para mejor, pero ella seguía sin permitirse el lujo y el derecho a decir: “lo hago bien”...
Necesitaba más tiempo, mucha paciencia por su parte y por parte de su entorno; el tiempo ha pasado y la autoestima ha mejorado bastante.
Hace 6 años y 10 días que no consume, y no siente el más mínimo deseo de hacerlo ni ante las adversidades grandes por las que ha pasado... pero llegar a esto fue una lucha mental muy agotadora, mucho...
Dejadme que empiece mi relato con la historia de Orfeo, perteneciente a la mitología griega. Es uno de los mitos más conocidos, filósofo, músico, poeta...
Cuentan que Orfeo tocaba y que los animales, hombres y dioses se quedaban embelesados escuchándole. Las mujeres le admiraban, pero solo una captó la atención del héroe, Eurídice. Nació un amor apasionado, llegando a casarse con ella. Pero no hay felicidad eterna.
Aristeo, un pastor, se encaprichó con ella, quien huyendo de él tuvo la mala suerte de ser mordida por una serpiente venenosa que le causó la muerte.
No hubo lágrimas suficientes para consolar a Orfeo y una noche decidió que si hacía falta descendería él mismo a los infiernos para reclamar a su amada. Fue un viaje duro, tuvo que enfrentarse al guardián de la puerta de los infiernos, con su música consiguió dominarle como había hecho siempre; con su música y cantando sus penas descendió al submundo; así pudo regresar a Eurídice a la vida terrenal, con la condición de que caminase detrás de Orfeo y que este no volviese la vista para atrás hasta que estuviesen en el mundo de los vivos, en la superficie, a punto ya de llegar a la salida, cuando los primeros rayos de luz traspasaron las sombras, Eurídice dejó escapar un suspiro, aliviada, y Orfeo olvidó la orden de Hades y miró hacia atrás por un instante. Entonces su amada empezó a desvanecerse, pues la condición impuesta había sido violada y aunque Orfeo se lanzó sobre ella en un abrazo que la retuviera, no fue más que aire lo que estrechó entre sus brazos.
Esperó Orfeo siete días con sus siete noches en el margen del lago, pero acabó viendo que era demasiado tarde para enmendar su error y marchó a vagabundear por los desiertos, sin apenas probar bocado, acompañado sólo por su lira y su música.
Al cielo subió su música, transformándose en la constelación que lleva por nombre la Lira, que contiene la estrella Vega, una de las más brillantes del firmamento, como brillantes eran los ojos de su amada Eurídice, que tal vez siga esperándole aún en el infierno...
Ahora quiero comentaros porque os puse lo del mito de Orfeo.
No hubo lágrimas suficientes para consolar a Orfeo y una noche decidió que si hacía falta descendería él mismo a los infiernos para reclamar a su amada. Fue un viaje duro, tuvo que enfrentarse al guardián de la puerta de los infiernos, con su música consiguió dominarle como había hecho siempre; con su música y cantando sus penas descendió al submundo; así pudo regresar a Eurídice a la vida terrenal, con la condición de que caminase detrás de Orfeo y que este no volviese la vista para atrás hasta que estuviesen en el mundo de los vivos, en la superficie, a punto ya de llegar a la salida, cuando los primeros rayos de luz traspasaron las sombras, Eurídice dejó escapar un suspiro, aliviada, y Orfeo olvidó la orden de Hades y miró hacia atrás por un instante. Entonces su amada empezó a desvanecerse, pues la condición impuesta había sido violada y aunque Orfeo se lanzó sobre ella en un abrazo que la retuviera, no fue más que aire lo que estrechó entre sus brazos.
Esperó Orfeo siete días con sus siete noches en el margen del lago, pero acabó viendo que era demasiado tarde para enmendar su error y marchó a vagabundear por los desiertos, sin apenas probar bocado, acompañado sólo por su lira y su música.
Al cielo subió su música, transformándose en la constelación que lleva por nombre la Lira, que contiene la estrella Vega, una de las más brillantes del firmamento, como brillantes eran los ojos de su amada Eurídice, que tal vez siga esperándole aún en el infierno...
Ahora quiero comentaros porque os puse lo del mito de Orfeo.
El amor desenfrenado que Orfeo sentía por su esposa puede ser lo mismo que nuestro desenfreno personal, le obcecó, contra viento y marea luchó para salirse con la suya; le dieron una oportunidad que no supo aprovechar. Se arriesgó, jugó con su vida y con la de su esposa por una obsesión, como hacemos los drogadictos, nos dejamos llevar por el ímpetu y el querer las cosas a toda costa y… ¿qué hacemos cuando se nos da una oportunidad? Pues muchas veces la aprovechamos de la peor manera posible, al mito no le importaba el peligro como no nos importa cuando consumimos, es más, ni siquiera lo vemos o no queremos verlo; no aceptamos reglas ni advertencias, y si no las aceptamos, nos pasa lo que a nuestro héroe mitológico, nos pasamos el resto de vida que nos queda, a veces poco tiempo, vagando y en el mejor de los casos solo sobrevivimos.
Su viaje fue duro como lo es el de las personas que queremos dejar nuestras adicciones, yo comparo este duro viaje con el “tratamiento”, una oportunidad que no todo el mundo tiene; una vez que entramos en el submundo debemos aprovechar todas las herramientas posibles para “salir al mundo de los vivos”, puede que si miramos atrás al salir del centro esa mirada se dirija adonde no debiera, al consumo que hemos podido dejar gracias a la estancia en el Centro.
Si conseguimos salir de “los infiernos”, no miremos atrás ni para tomar impulso, no debemos olvidar pues esto nos mantendrá en guardia, pero no nos recreemos en lo que fuimos sino en lo que podemos ser... Que para nosotros y nosotras nunca sea demasiado tarde para enmendar los errores y mantengámonos firmes, aferrémonos a la vida que tiene cosas muy bellas. No podemos permitirnos vagar como almas en pena una vez superados los problemas de las adicciones, al contrario, hemos de vagar buscando enriquecernos como personas, que lo vivido en los infiernos nos dé fuerza para evitar regresar allí.
Encarna Ribera
Xerrada a Manresa
2-Juny-2008
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