miércoles, 4 de marzo de 2009

"Internet es el fin de la política tradicional, el fin de estado-nación, que está obsoleto"


A su prestigio como filósofo, une Jesús Mosterín una actitud juvenil de pensamiento libérrimo, fustigador de los lugares comunes, y una exigencia de rigor al interlocutor, como aburrido de tener que explicar las reglas del juego de la seriedad intelectual. Quizá por eso la primera mitad de su nuevo libro, La cultura humana (Espasa) se dedica a sentar conceptos y repartir las cartas con las que jugará la partida de dilucidar qué es eso de la cultura y hacia dónde camina. Sentadas esas bases, su discurso cobra altura hasta dar vértigo.

Su enfoque científico de la cultura, como fruto del aprendizaje, desmonta de forma bastante rotunda la mística que rodea a la creación cultural.
Eso, si partimos de una idea de cultura vulgar, que se refiere a lo que los periódicos incluyen en la sección llamada "cultura". Ese un enfoque obsoleto que considera la cultura como un adorno. Era lo que antiguamente estudiaban las señoritas que, como no tenían que trabajar, pues se dedicaban a aprender pintura. Pero hace tiempo ya que la antropología social estableció claramente el concepto académico de cultura. En todo caso, no sé si decir misticismo, como hace usted, no es mucho decir.

Me refiero a ese lugar común decimonónico que considera que hay una especie de "necesidad espiritual", por tanto, mística, de creación que es a la que responden las artes.
Sí, eso es puramente romántico, de aquellos jóvenes poetas que en realidad eran pobres hombres, que vivían en la bohemia y daban la vida por un soneto. No sé si se consideraban ángeles o demonios. Que conste que no tengo nada en contra de esa idea, pero lo suyo no tiene nada que ver con el concepto de cultura que maneja la antropología cultural.

¿Que es...?
Todo lo que el hombre produce y explica su forma de vida, todo lo que los arqueólogos encuentran y emplean para interpretar cómo vivía una comunidad. Cuando se habla de la cultura neolítica o magdalaniense nadie piensa que se habla de literatura, sino de sus útiles, sus costumbres, sus creencias, llegado el caso. Cultura es cómo vistes, qué comes, qué herramientas empleas... Los poetas creen que un soneto es como Dios, pero eso no es más que autopublicidad. Para un análisis serio tenemos que precisar y ser rigurosos en los términos: en el estado actual de la ciencia el concepto de cultura, además de lo que usted entiende por cultura, incluye la industria, la fabricación de barcos o de herramientas.

Jared Diamod teorizó en Armas, gérmenes y acero sobre por qué unas culturas progresaron más que otras y enterró el mito con el que siempre nos explicaron la historia, vinculado a la audacia y el coraje individuales, demostrando que el progreso de la civilización está más relacionado con factores demográficos y ambientales, factores objetivos.
Mire, es obvio que no todos tenemos el mismo nivel cultural, ni somos igual de creativos. No todos somos Mozart, muchos ciudadanos no crean nada, pero eso no significa que no disfruten de una sinfonía. Esa es la cultura, toda la información aprendida y transmitida que no es genética y que establece determinadas conexiones neuronales en nuestro cerebro. No es la creatividad, sino que se trata de algo que existe realmente, que existe en nuestro hipocampo y nuestro sistema límbico, principalmente.

Insiste mucho en esa idea de lo que existe y lo que no. Lo hace en su libro también.
Es curioso, si lo piensa, que la gente está más dispuesta a morir y matar por las cosas que no existen que por las que existen: la historia de la humanidad está llena de muertes por la religión, por la nación, por el honor... y cosas que no existen. Es indispensable, para el rigor académico, dilucidar entre lo que existe y lo que no. Aristóteles se preguntó si el tiempo existía realmente, y dedujo finalmente que sí existía por las evidencias físicas del paso del tiempo.

Sostiene usted que la cultura no es patrimonio de los humanos. Es famoso, de hecho, por ser uno de los más firmes defensores de los derechos de los animales.
Un chimpancé criado en un zoo no puede regresar a la naturaleza, porque muere. No aprende a hacer un nido en el árbol, no distingue las plantas venenosas de las purgantes y no entiende el lenguaje de sus congéneres. Porque todo eso es información que se deriva de un aprendizaje, no es información genética o heredada, sino transmitida. Es cultura y no se puede sobrevivir sin cultura.

Defiende usted que entre el etnocentrismo y el relativismo cultural, lo razonable es identificar los avances y retrocesos culturales efectivamente objetivos. Es un asunto muy vigente, porque atañe al conflicto de occidente y el Islam, por ejemplo, o a los debates en tono a los velos en las escuelas.
Son siempre estériles esas discusiones... no sé cómo llamarlas..., analfabetas, en las que la postura ante las cosas es que todo es de una manera o de la contraria, todo es relativo o todo es absoluto, todo es genético o todo es ambiental... Es difícil avanzar con ese enfoque. Digamos que el relativismo es aceptable siempre que afecte a los rasgos imponderables. Las banderas, por ejemplo, que son imponderables, son intrascendentes y respetables. En cambio, con los rasgos ponderables, los que realmente existen, como por ejemplo, el uso del cuchillo, podemos establecer un juicio objetivo sobre sus beneficios. Cuando unos indígenas descubren el cuchillo metálico, lo adoptan de inmediato y desdeñan sus herramientas.

Bueno, con la excepción de los palillos de chinos y japoneses.
¿Qué quiere decir?

Que objetivamente son menos funcionales que la cuchara, el tenedor y el cuchillo.
No crea. Una vez uno aprende a manejarlos, su uso es instintivo. Fíjese, esa es una de las gracias de la cultura actual, que hay alternativas.

Usted distingue entre la cultura actual, que es lo que cada uno sabe, y la cultura virtual, que es aquella que no está en nuestros cerebros pero está disponible depositada en libros, enciclopedias...
Sí, eso es.

¿Podemos considerar que Internet es el prototipo de una cultura virtual global y que, en ese sentido, modificará la historia de la cultura humana?
Desde luego. Internet es el reino de la libertad, un lugar único, el primero donde no hay vigilancia ni intermediarios. En bien del progreso de la cultura, debe mantenerse en estos términos. Por eso debemos preocuparnos todos de lo que ocurre en China con Internet, de los intentos de censura, o de lo que algunos pretenden en Europa, restringiendo la libertad en la red con coartadas como la protección de la infancia...

O de la protección de los "creadores".
En este sentido, le decía, lo contrario a Internet son las televisiones públicas.

¿A qué se refiere?
A que es un modelo en el que una persona, un político, o varios políticos, dicen a todos los demás lo que tienen que ver.

La media de los espectadores sube incluso más deprisa que el crecimiento vegetativo. Toda una generación decide qué ver y cuándo verlo gracias a Internet. El espectador se está emancipando de la mediación en el acceso a los contenidos, no acepta horarios impuestos al arbitrio de una cadena o la publicidad insertada.
Es que esa es una posición más inteligente. Es un espectador más inteligente y menos cautivo, porque, si lo piensa, la televisión funciona merced a públicos cautivos. No es así, por ejemplo, en el medio editorial. Usted compra el libro que le apetece y lo lee cuando le parece bien. En cambio las televisiones sólo permiten el acceso a lo que ellos deciden y cuando lo deciden. Y el cambio total del modelo es sólo una cuestión de ancho de banda.

En este sentido, Internet no es una mera herramienta. Los cambios culturales, en sentido amplio, que aporta son muy trascendentes.
Mire, la Red está sustituyendo a las comunidades territoriales. Se están generando nuevos agregados, las comunidades virtuales, no tiene más que ver que hoy las redes sociales son el gran boom en Intenet. Todo el mundo crea su red social. Pero lo importante es que algunas de ellas hacen feliz a mucha gente. Se lo explico con un ejemplo: en el mundo hay millones de personas que hacen fotos. Antes, las hacían y ya está.

Servían para dar la tabarra a las visitas desprevenidas.
Exacto, y hoy, gracias a los fotologs, o a Flickr.com, la gente puede enseñar sus fotos a todo el mundo, algunas extraordinariamente buenas. Se crean así amistades y comunidades reales que luego se visitan, se desplazan incluso entre países. Todo ello, sin que exista ningún controlador de modo que cuando se diluyen estas relaciones sociales, no hay que divorciarse ni dar explicaciones. Yo creo que ese es el futuro de la sociabilidad humana, socios en un ámbito limitado, un modelo que generará gente más cosmopolita y, al emanciparlos de la comunidad territorial, acabará con rémoras del siglo XIX como el nacionalismo.

Los políticos aún no han descubierto que Internet no es sólo una herramienta, es un territorio y muchos territorios.
Internet es el fin de la política tradicional, la que ejercen los políticos erigidos en sumos sacerdotes de una comunidad humana. Todo esto se va a venir abajo, los estados nación y los gobiernos como los conocemos están obsoletos. Y desaparecerán las fronteras. No de forma inmediata, porque ahora mismo son indispensables ante la gran bolsa de pobreza que es África, que requiere un control demográfico, pero desaparecerán.

No hace mucho, un periodista y gurú cultural muy conocido en España decía que Internet no aporta nada, que no ayuda a saber o a pensar, que "sólo sirve para despensar" [sic]. En cambio, la realidad es que su trascendencia es similar a la de imprenta.
Las herramientas son muy importantes. Fíjese, la ausencia de soportes para conservar y sobre todo transmitir la información antes de la imprenta provocó que naciera la poesía, el verso sólo es una herramienta nemotécnica, un apoyo para la memoria, porque era imposible recordar textos enteros y la rima ayudaba a memorizarlos. Y esto revolucionó la literatura.

Una consecuencia imposible de haber predicho.
Ocurrió por ejemplo con el teléfono. Las centralitas de teléfono, antes de la conmutación automática, dieron trabajo a cientos de miles de mujeres en todo el mundo. Eran la principal ocupación de la mujer trabajadora. Y lo contrario ha ocurrido con el ordenador, que ha hecho desaparecer de las empresas una gran cantidad de secretarias.

Se las llevó la blackberry. Ocurre algo parecido a lo que hablábamos con la música y la disponibilidad total del catálogo al margen de la voluntad de editores y distribuidores.
Creo que no somos conscientes de lo bien que vivimos. Vivimos en un milagro.

¿...?
La música, escuchar música, es un invento muy reciente. La música como la entendemos no ha existido hasta hace apenas 200 años. Para escuchar a Mozart tenías que tener una orquesta privada, y los Mozart del mundo estaban desesperados por que alguien los contratara, para instalarse en palacio. Hoy la música es ubicua. Lo que todo el mundo quiere hoy es oír la música que quiere donde quiere, porque escuchar música, como leer, se ha generalizado.

Aunque el meme de que cada vez se lee menos está muy extendido.
Sí, hoy todo el mundo lee y escribe mails y antes eran muy pocos los qu escribían cartas. Mire, cuando Marco Polo, de vuelta de sus viajes escribió un libro sobre ellos, dedicaba el prólogo, que no recuerdo de memoria, a los prelados y la nobleza como, no ya sus lectores, sino aquellos a quienes les iba a ser leído el libro, pues se estilaba por entonces que un siervo fuera el encargado de leerle a los jerarcas. De hecho, los filósofos griegos, como Platón, no leían, tenían esclavos para eso. Aristóteles era el único que lo hacía por sí mismo y, de hecho, su apelativo era "el lector". Y, ya ve, hoy la lectura está generalizada.

Durante años, los sectores, digamos, altermundistas, vaticinaban que sería el capitalismo, las multinacionales, las que desbordarían el control de los gobiernos y convertirían en obsoleto el modelo de estado-nación. No ha sido así y sin embargo va a ser Internet quien reorganice las comunidades humanas. Es casi un sarcasmo histórico.
Bueno, es que su error era el lugar común de creer que la globalización provocaría uniformidad cultural, cuando está claro que es justamente lo contrario. Lo que hablábamos antes, la globalización multiplica las alternativas. Lo que elimina, y muy particularmente Internet, es la determinación cultural en razón del territorio, puesto que, independientemente de tu origen, seas árabe o de Ciempozuelos, tendrás a tu disposición otros muchos modelos culturales. Existe, a cambio, una variedad distribuida por todas partes, podemos decir, si quieres, que se trata de un proceso de entropía. Todo es cada vez más accesible, y eso que Internet está aún muy verde, estamos en los inicios, pero queda claro que cada vez es menos necesario viajar, desplazarse.

¿Desaparecerá el viaje de trabajo y el viaje sólo será de ocio?
Es muy posible.

Mencionaba la entropía. Digamos que en la hipótesis más utópica, Internet creará una civilización mundial diversa de hombres más libres, y si se convierte en una distopía, ¿el mundo será un caos?
Lo más probable es que los gobiernos y los estados desaparezcan, porque son obsoletos y carísimos. Es como lo de los ejércitos, ¿para que quiere usted un ejército? Para nada. Lo de los ejércitos es como lo de los aduaneros.

¿Los aduaneros?
Cuando entramos en la UE, los aduaneros se pusieron en pie de guerra, y lo mismo pasó cuando en el Reino Unido cambiaron las máquinas de vapor por trenes eléctricos los carboneros acabaron obligando al Estado a que los recolocara. Yo creo más bien que la tendencia será que sobrevivan una especia de ayuntamientos, gobiernos locales para gestionar lo inmediato, el servicio de aguas, el orden público, las emergencias, las únicas tareas imprescindibles, que son las municipales y las de orden.

¿Volvemos a la Grecia de las polis?
No exactamente, las polis griegas eran soberanas, existían para hacerse la guerra unas a otras. Serían ayuntamientos no soberanos, de tipo administrativo. Porque la soberanía sólo sirve para declarar la guerra. Por eso, a estas unidades administrativas habría que sumar unas cuantas organizaciones internacionales, entre las que sería indispensable un sistema judicial internacional.

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