- El escritor portugués llega por vez primera al cine con 'A ciegas'.
- La película es una adaptación de 'Ensayo sobre la ceguera'.
- La dirige el director brasileño Fernando Meirelles.
- "Es una adaptación casi perfecta", afirma Saramago.
- Reflexionar acerca de la pérdida de la racionalidad del ser humano llevó a José Saramago a escribir una novela en la que sus personajes, presas de un extraño virus, quedaban ciegos. Una ceguera metafórica que atrapó a todos, incluidos productores de cine.
Fueron muchos los ‘noes' de Saramago a productoras que querían adaptar Ensayo sobre la ceguera. Hasta que llegó el ‘sí' al director brasileño Fernando Meirelles, quien ha adaptado la obra en la película A ciegas, que se estrena en españa el próximo día 13.
El escritor portugués, cuya última novela, El viaje del elefante (Alfaguara), ha sido publicada este otoño, no está muy conforme con el título del filme, pero sí con el resultado: "Es una adaptación casi perfecta, y teniendo en cuenta que no hay una adaptación perfecta...".
¿Cómo le convencieron para hacer esta adaptación?
No fue fácil, dije que no muchas veces antes, pero quienes han hecho esta película me parecieron, desde que los conocí, honestos y sensibles. Además tenían un trabajo hecho que demostraba su capacidad. Si antes dije que no a muchas productoras fue porque no me fiaba de lo que pudieran hacer.
¿No le daba miedo pese a su confianza en su capacidad?
Competencia técnica tenían, y sabía que estaba con gente capaz, y lo han demostrado.
La ceguera en la novela es metafórica, representa la pérdida de la racionalidad, ¿queda claro en la película?
Puede que no tanto como en la novela, pero creo que sí. Lo que no se puede es imponer al espectador una lectura, ellos pueden decirte que en la película los personajes están ciegos de verdad y punto.
Es un enigma para mí el éxito de mis obras, porque ni son fáciles de leer ni sus temas son sencillos"
¿No le choca que sus obras tengan tanto éxito en un mundo dominado por la frivolidad y lo superficial?
Es un enigma para mí. El cultivo actual de la frivolidad es inquietante. Mis obras no son fáciles de leer por la manera en la que están escritas y los temas que toco tampoco son temas sencillos. Y sin embargo tengo millones de lectores en todo el mundo. Esto significa que he logrado construir un camino como autor.
¿De cuál de sus obras está usted más orgulloso?
Orgullo no es la palabra, satisfacción sí. Por la última, El viaje del elefante, por haberla conseguido escribir. Como yo ya no soy joven, cada obra que empiezo es un auténtico reto. Cada nuevo libro puede ser el último que escriba, y sería horrible que mi último libro fuera malo.
Tras su primera novela, dejó de escribir durante 20 años, ¿por qué?
No tenía nada que decir.
Cuesta creer que no tuviera usted algo que decir...
Bueno, tal vez no tenía algo que decir que yo creyera que realmente valía la pena decir. Ahora bien, luego, cuando lo he tenido, a riesgo muchas veces de equivocarme, lo hice, y desde que comencé de nuevo no he parado. Y sigo teniendo cosas que decir.
¿Qué es lo que más le importa decir en estos momentos?
Que hay que cambiar la vida, pero que no la cambiaremos si antes no cambiamos nosotros de vida. Éste es el problema, todos queremos que el mundo cambie, pero no cambiamos antes el nuestro. Y ¿cómo esperamos que cambie si nosotros no hacemos nada por ello?
Los relojes de mi casa están parados a las cuatro porque es la hora en la que conocí a Pilar, mi mujer"
Dijo en una ocasión que tenía un cabreo permanente, ¿sigue usted enfadado?
Lo que tengo ahora es más bien indignación.
¿Es cierto que los relojes de su casa están parados a las cuatro de la tarde?
Absolutamente. Están parados a esa hora porque es el momento en el que conocí a Pilar, mi mujer.
¿Cuál es el defecto que todo buen escritor ha de evitar?
Tener prisa.
Hay quien dice que en El viaje del elefante asoma un nuevo Saramago, ¿lo cree usted?
No, en ningún caso. Soy yo mismo contando una historia que me parecía que debía contarse como lo he hecho, pero en modo alguno es un nuevo Saramago. Además, es ya un poco tarde, ¿no?
El primer escritor portugués que ganó el Nobel, José Saramago (Azinhaga, 1922), es autor, entre otras, de La caverna y Todos los nombres.
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